La mañana llego junto con la lluvia. Mulán abrió lentamente los ojos, no sabía cuántas horas había dormido, pero de seguro eran muchas, y es que en los últimos días no había descansado bien, primero porque estaba en una misión y luego por pensar que Sang había muerto. De hecho se había soñado así misma en el palacio, llorando en su habitación sola, pensando que su boda y el hecho de que estuviera vivo, solo había sido un sueño.
Despertó angustiada, con los ojos llenos de lágrimas y cuando lo vio dormido a su lado, se permitió llorar, en silencio, acariciando tiernamente su pelo y mejilla.
Afuera se sentían truenos y por la ventana se veía todo gris y apagado, triste, pero Sang estaba con ella y eso era todo lo que necesitaba por ahora.
Lo movió suavemente para despertarlo, hasta que esté abrió los ojos y la miró, soñoliento y sonriente.
-Hola- Mulán sonreía sin darse cuenta, mientras el la miraba intentando despertar y sonriente, no podía dejar de pensar lo lindo que era, tan lindo, tan suyo.
-Hola esposa- Eso la hizo sonreír más. Sang se incorporó y se sentó en la cama estirándose.
-¿Tienes hambre?, Iba a preparar comida- Ella se levantó de la cama y fue a buscar su ropa- Creo que dormimos demasiado.
-Necesitaba tanto dormir así, nos lo merecíamos- Respondió él levantándose y vistiéndose, cubriendo el torso con una camiseta, sin molestarse demasiado.
Mulán camino hacia la cocina, dispuesta a preparar algo para los dos, después de tantas horas durmiendo, el cuerpo les pedía alimento a gritos. Sang vio a su esposa de espaldas y se sintió tan atraído por su esbelta figura que se le acercó para abrazarla de atrás por la cintura, ella se tenso al principio, pero luego se relajo ante su toque. El cuerpo de Mulán no era el de una mujer común y corriente, su abdomen era duro y marcado, sus caderas eran más estrechas que la de la mayoría, todo en ella era firme y fuerte. Su esposa podría darle una paliza, y sin dudas, uno de los mejores guerreros que habia visto en su vida, por lejos la más lista, más que él de seguro.
-Si quieres comer pronto, vas a tener que soltarme para que pueda moverme- Su voz era algo gruesa, pero a él le resultaba irresistible, todo de ella le gustaba o más bien le encantaba, estaba fascinado con esa mujer, su mujer.
-¿Desde cuando pides tan amablemente que te suelte?- Dijo él tomándole el pelo, abrazandola aún más fuerte y dándole un dulce beso en el cuello, a lo que está se encogió impidiéndole el asceso.
_Es una advertencia, la próxima voy a golpearte enserio- Sang río ante la amenaza, beso su cabeza y la solto.
-Asique, ¿de haber llegado unos minutos más tarde, te abrias casado con ese príncipe?- Mulán lanzó una mueca de repugnancia de solo pensar en la idea de casarse con ese niño tonto, ¿que clase de vida horrible le hubiera deparado el destino si Sang no llegaba a impedir la boda?, estaba feliz de no conocer la respuesta a eso.
-Gracias a Dios eso no paso, cuando me vio dijo que era una anciana- La carcajada de él retumbó en toda la cocina, se giró y lo miro frunciendo el seño, pero este no paraba de reír.
-¿Una anciana?, ¿de verdad?- Continuo riendo sin poder controlarse, hasta que casi se queda sin aire.
-No es gracioso- Dijo llevando la comida a la mesa, sintiendose mucho menos molesta de lo que le quería hacer creer, estaba feliz con la vida que la había bendecido para que nada malo pasara. Ahora se podían reír de eso, pero en su momento había sido horrendo.
-Es muy gracioso, ¿acaso me casé con una señora mayor?
-Ahora te ríes, pero cuando paso yo solo quería que las princesas fueran felices con quién amaban y yo iba a sacrificarme para eso, porque pensé que sin importar lo que pasará, yo nunca iba a volver a ser feliz.
Sang se acercó, ambos se abrazaron, pero esta vez no había tristeza, solo sintieron una enorme paz, la paz que le producía a ella sentir su aroma a piel limpia, su calor, la firmeza de su agarré, su cabello acariciándole la mejilla, tradmitiendole seguridad, sabía que ella nunca estaría sola, porque él iba a estar ahi, la paz que le producía a él su aroma a jazmin, su piel suave, la perfección de su cuerpo encajando en sus brazos, dándole calor hasta tocar su alma, ella le hacía sentir que si la muerte llegará en ese momento se entregaría feliz, que podía soportar las adversidades porque Mulán le cuidaba las espaldas.
Comieron y conversaron, de todo y de nada a la vez, sintiendose completos, plenos, felices.
La lluvia no paro, y cuando la noche llego también el frío. La feliz pareja volvió a la cama, quejándose ambos del frío, apagaron la vela que mantenía la luz de la habitación y se quedaron abrazados mirando la lluvia por la ventana, en silencio.
Sang sentía que su piel quemaba al estar pegada a la piel de su esposa, quien estaba recostada en su brazo.
Él la beso, primero el pelo, luego su mejilla, después el cuello y de ahí trazo un camino de besos hasta su boca, está le devolvió el beso de una manera muy sensual pero también profunda, haciéndole sentir que sentís esa misma excitación que el, ese hambre, esas ganas.
Se giró para dejarla bajo su cuerpo, intento calmarse, nada lo apuraba, tenía toda la noche, e incluso, tenia toda la vida.
Sus manos la explotaron, desde el pelo, bajando por su rostro, tocando sus labios con la punta de su dedo, haciendo que ella contuviera la respiración y soltara un suspiro cuando el siguió bajando sus caricias, recorriendo su cuello y bajando para acariciar esas zona en el centro de sus pechos, luego su abdomen delgado y duro. Se tomó su tiempo para tocar cada lugar, cada curva, explorando con ternura y paciencia el cuerpo de su esposa, ese cuerpo que hacía mucho tiempo quería recorrer y que por fin podia hacerlo.
Ella se mantuvo quieta, removiendose inquieta, queriendo más y más, sus suaves caricias la estaban volviendo loca, de una exquisita manera. Cuando el acarició de nuevo su abdomen, tuvo que tomar las sábanas con fuerza para evitar mover su mano hacia donde realmente la queria.
Se volvieron a besar, está vez fue un beso puramente caliente.
Esta vez Mulán se animó a tocarlo y a dar besos en su cuello, su hombro. Sus manos tocaron su espalda y su abdomen, decidió en ese momento que amaba su cuerpo, siempre se había sonrojado al ver su torso desnudo, y ahora que podía tocar todo eso que habia visto, su deseo por él aumento.
Sang estaba haciendo lo posible por controlarse e ir lento, pero en cuanto ella empezó a tocarlo dejo de pensar y simplemente se dejó llevar.
Bajo su cabeza y tomo su pecho en la boca, lo acarició con la lengua y luego lo succionó, ella gimió en respuesta, sin saber si quería apartarlo de su pecho o empujarlo más cerca. Él solito un pecho y continuo con el otro, amandolos, con desesperación.
Cuando Mulán pensó que no podía soportarlo más él volvió a besarla y se posiciono en medio de sus piernas, la calmo con palabras tiernas al oído y comenzó a penetrarla. No le costó demasiado entrar en ella, se quedó unos segundos quieto cuando logró penetrar por completo, para luego comenzar a moverse. Ella sentía que iba a explotar de placer, gimió en su oído incapaz de hacer otra cosa, le araño la espalda y enredo sus piernas en sus caderas, queriendo que fuera más profundo, más fuerte, más y más, hasta que por fin la tensión que tenía en su interior sedio y tuvo su primer orgasmo, al segundo que Sang también.
Cuando ambos terminaron se quedaron así, un rato, abrazados en silencio, hasta que él salió y la abrazo.
Así habia sido su primera vez y ambos la habían disfrutado, mucho más de lo que esperaban.
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Mulan y Lu Shang: Noche de bodas
RomanceTodos los personajes le pertenecen a Disney, esto es para los fanáticos de esta gran y apasionada pareja. Es una historia corta, que nos cuenta un pequeño fragmento sobre lo que pasa después de su boda, espero lo disfruten, si son tan fanáticos de e...