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Dedicado a Daniisw

"Ella era polvo de estrellas en un mundo lleno de luces artificiales"

Jennie caminaba con tranquilidad por los pasillos, paseando sin rumbo alguno mientras pensaba. Desde hace ya varias semanas que venía conviviendo con la rubia, ganando tiempo de sobra para conversar gracias a que increíblemente, ambas habían terminado su proyecto antes de lo previsto y no tenían nada más que hacer para esa área, sin embargo, tanto Lisa como Jennie pensaron que era demasiado pronto para despedirse, aún quedaba bastante tiempo para la entrega y ellas no tenían responsabilidades con clubes después de clases. Así que... ¿por qué no iban a seguir saliendo?

Jennie se consideraba una chica reservada y con carácter, su grupo de amigos se reducía a muy pocas personas a comparación de la menor y le costaba muchísimo sentir empatía al momento en que conocía a alguien. Entonces, ¿qué pasaba con la rubia?

Fácil, Jennie se sintió plena con la chica una vez entablaron conversación, su voz era dulce y compresiva, el sentimiento de protección que la castaña sentía al escucharle simplemente no podía ser común. Sus ojos, su cabello largo y liso, sus expresiones y ademanes cuando hablaba... todo, absolutamente todo en ella le hacía sentir bien y en paz. Cosa que no sucedía con sus mejores amigos.

Lisa era tan... tan... Lisa, joder.

Con ella podía ser transparente, podía abrir su mente y contarle lo que pensaba sin temer a que ella les juzgara, aunque también sabía que si algo no le gustaba, iba a decírselo de una forma clara y concisa. Así era la menor, honesta y directa.

Jennie quiso golpearse con una mesa cuando vio la hora, sus pensamientos respecto a Lisa la había absorbido por completo y ahora llegaría tarde a su cita en el salón artístico. Alarmada, corrió hasta el salón para sacar su mochila y salir después salir corriendo de ahí.

Podía faltarle el aire, podía faltarle el agua, podía faltarle lo que fuera, pero Jennie Kim jamás era impuntual. Oh, no, no señor.

Eran pasadas las dos de la tarde cuando finalmente llegó. Observó a la menor por un par de minutos, admirando la belleza de esta y el estuche que llevaba en manos. ¿Acaso ella...

—Oye...—se acercó, Lisa pego un respingo llevándose una mano por el susto. No esperaba que Jennie le llegara por detrás. —¿Qué haces?

—Hola, unnie. —saludó, y entonces, fue consciente de como su corazón dio un vuelvo al ver a la sunbae. Lisa se sentía feliz de que por fin hubiese llegado. Los últimos dos días había reservado algo especial para ella y el entusiasmo en sus venas no hacía más que recordarle que debía guardar calma. Solo debía esperar el momento indicado...

Lisa le dio una mirada rápida a Jennie, la mayor todavía portaba el uniforme, por lo que no pudo evitar pensar. ¿Dónde se habría metido para que no le diese tiempo de cambiarse? Bueno, igualmente, se veía bastante bien. Sus cabellos estaban atados en una coleta alta y su perfume... Jesús.

Huele bien.

—Gracias, también me gusta tu perfume. —apuntó, cubriéndose la boca con una mano al haber soltado una carcajada por el color tan chillón en las mejillas de Lisa.

Por todos los cielos, ¿lo había dicho en voz alta? ¡Qué vergüenza?

Lisa se aclaró su garganta antes de decir; —Sí, bien... Creo que ya fue suficiente. —Jennie rió aún más alto— ¡Unnie!

—Ya, ya, no te enojes. Solo te estoy molestando.

—Digo, enserio eres mala conmigo.

—¿Mala? ¿Por qué? —preguntó confundida.

—Porque desde que hablamos no has hecho nada más que decir cosas que me avergüenzan. ¡Harás que mis mejillas exploten!—Chilló Lisa, con sus ojos abriendo desmesuradamente y un sonrojo volviendo a sus regorditas y suaves mejillas. Jennie enserio tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para no saltarle encima y llenarle esos lindos mofes de besos.

Esperen... ¿qué?

—Sí, bueno, ¿qué tienes ahí? —preguntó. No necesitaba rondar en el pensamiento que acababa de cruzar su mente, solo lo ignoraría y ya está, problema resulto. La mayor soltó una pequeña risita de nariz cuando vio a Lalisa pegar un brinco entusiasmada hasta el banco que había reservado para ellas. Tomó en manos el estuche de su instrumento y lo agitó levemente pegando saltitos de la emoción.

Jesús, era como una pequeña niña. Demasiado linda para ser real.

—Tengo algo para ti. —dice, regalándole su mejor sonrisa a la mayor.

—Oh, ¿me regalarás tu violín?

—¿Qué? ¡No!

—Ah, —Jennie se lamentó— Estoy segura de que estaría mejor en mis manos.

—Yah, Unnie, qué estás diciendo. ¡Ni siquiera sabes tocar el violín!

—Tú podrías enseñarme.

—No, lo tuyo es el piano. —constató.

—Egoísta. —Jennie fingió una tos, haciéndose la inocente. Lisa le miró seria.

—¿Dejarás que te enseñé o no?

La rubia asintió conforme una vez Jennie le dio la señal para que continuara. Sus manos comenzaban a sudar y sentía que los nervios le consumían sin compasión. Ya había practicado para esto, y, bueno, la pieza que iba a interpretar era una de sus favoritas, por lo que, no hacía falta titubear demasiado, se sabía las notas al derecho y al revés, pero se sentía desfallecer porque era la primera vez que hacía algo así. Que improvisaba dedicándole una de sus piezas más significativas a alguien. No tenía la certeza de cómo podía reaccionar Jennie ante eso, pero su corazón le decía que... aunque fuesen solo melodías, ella iba a entenderlo. Su corazón también se sentiría cálido cuando las notas suaves y complacientes de su instrumento le envolvieran el oído.

Lisa se preparó en su lugar, tomando un respiro con los nervios calándole hasta la médula antes de atreverse a comenzar con su espectáculo. Sin embargo, justo cuando su arco tocó las cuerdas del instrumento que tanto le caracterizaba, una chica llegó de repente llamando a la mayor, logrando que un chirrido ensordecedor saliera de su violín y tuviese que temblar la mandíbula por la interrupción.

Jennie miró sorprendida a Lisa, pero toda su atención fue acaparada por la pelinegra que se había allegado a sus lugares, distrayéndola al momento de avasallarla en preguntas y chillidos.

—¡Te va a encantar! —chilló, antes de jalar a Jennie consigo y llevarla lejos de sí, sin darle derecho a protestar si quiera.

Lo había arruinado todo, y Lisa, Lisa jamás había detestado tanto a Kim Jisoo. 

No good in goodbyes; ➵𝒥𝑒𝓃𝓁𝒾𝓈𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora