IV Robin de puta

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Narra Samara 

- de pie, vamos! - dijo Berlín mientras todos los rehenes le obedecían - quítense los antifaces, hemos tenido algún imprevisto, pero a pesar de los helicópteros, me consta que nos van a dar algunas horas de tregua y podrán descansar, en unos minutos os vamos a repartir sacos de dormir, agua y un sándwich, ah y les vamos a pedir un favor...quiero que se desnuden - dijo y todos comenzaron a cuchichear - quiero repartirles un mono rojo como el nuestro, para que se sientan cómodos

- Perdón, Señor. Sin ánimos de molestar, entre esta gente hay enfermos con dolencias cardíacas, mujeres embarazadas, diabéticos, adolescentes...yo le ruego que, por favor. Dejen marchar a los más vulnerables, no creo que puedan aguantar esta angustia toda la noche

- quién te piensas que eres, Gandhi?- dijo Denver acercándose

- Denver tranquilo - dijo Berlín - es un gran amigo mío, compartimos afición por el cine - se retiró y Denver le apunto a Arturo con un arma.

- coge la pistola - dijo extendiéndosela - no te estoy preguntando si quieres, te estoy ordenando, coge la pistola y ahora me apuntas

- no - dijo con el arma ya en sus manos.

- te estoy diciendo que me apuntes - presiona Denver

- deber detenerlos? - preguntó Helsinki junto a mi, sin despegar la mirada de la escena.

- no, deja que continúen - dije negando, Berlín me mira y ríe.

- es una puta orden, apúntame coño - dijo y se apuntó en el pecho - y ahora me disparas

- cómo?

- que me dispares - repitió y continué observando la escena con seriedad - disparando

- por favor - suplico Arturo y Denver tomó otra arma y le apunta.

- o me disparas o te disparo, te regalo diez segundos, diez..nueve..ocho..siete..ocho..nueve- Arturo apretado varías veces el gatillo pero nada sucede, se oyen los gritos asustados de los rehenes y sonrío - son falsas, Arturito. Pero lo has hecho muy bien, te la regalo, te la puedes quedar

- ahora les vamos a repartir armas falsas - comencé a entregar algunas de las armas - en unas horas precisaremos de su colaboración y cómo han visto, lo único que deben hacer es obedecer, confiar en nosotros....y obedecer, venga desnuden - suspiré al ver a todos quitarse la ropa, la mirada de Berlín estaba clavada en mi.

- sucede algo? - pregunte poniéndome junto a él

- solo admiro una obra de arte - su dedo recorre mi mejilla acariciándola.






- entrarán, entrarán porque tenemos a nuestro corderito - dijo el profesor mostrando la imagen de una adolescente - Alison Parker, creerán que no lo sabemos - la fotografía pasó por cada uno hasta llegar a mis manos - creerán que han conseguido ocultar toda esta información a la opinión pública. Por eso entrarán la primera noche y lo harán antes de las cuatro y cuarto, porque a las seis y media, se hace de día y más nos vale que entren sin pensárselo mucho, porque así tendremos más posibilidades de ganar la primera batalla








Caminé entre los rehenes hasta ver a Arturo y Mónica cuchichear, al verme se callaron, me acerque a la rubia y me acuclille.

- tu jefe no te cae muy bien, no? - dije intentando sacar algún tema

- cómo sabes que es mi jefe? - preguntó y sonreí amable.

- se muchas cosas de todos, me gusta investigar antes, también vi el predictor en tu mesa y me imagino quien es el padre - dije y Arturo bajo la cabeza - no le gusto la noticia, te ha dicho que no quiere hacerse cargo? - negó con la cabeza - no es fácil despedirse de un bebé, y qué harás ahora?

𝐂𝐢𝐚𝐨 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐫𝐚𝐠𝐚𝐳𝐳𝐚 - 𝐁𝐞𝐫𝐥𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora