Capítulo 8: Cuidando a Po

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Kung Fu Panda: Descubriendo el amor

Historia originalmente escrita por Fharkas, los personajes de Kung fu panda no me pertenecen y esta historia es sin fines de lucro.

Disfruten mi historia.

Capítulo 8: Cuidando a Po

Po yacía en los brazos de Tigresa, ella rápidamente lo llevaba al Pueblo, nada era más importante para ella que llevarlo a un lugar seguro, lejos de ese infernal lugar.

Tigresa intentaba despertarlo, pero Po no respondía. –Vamos Po, tu puedes soportar esto, esto no es nada para ti, lucha. –A Tigresa le dolía el corazón de verlo así, a pesar de que estaba muy cansada por no haber dormido, sin mencionar aquel esfuerzo que hizo para liberarse del control mental, ella estaba en sus últimas reservas de energía, Tigresa daba todo de sí, todo con tal de llevar a Po a un lugar seguro.

Tigresa logró llegar al pueblo de Han-ying casi a gatas, para rápidamente pedir ayuda a gritos, los conejos del pueblo corrieron rápidamente a ayudarlos y señalarles el camino, varios conejos se reunieron para intentar cargar a Po pero fue en vano, era demasiado pesado.

Tigresa tomó un gran suspiro, y ya con más valor, por la ayuda del pueblo, se decidió a cargar con él. -No se preocupen, yo lo llevaré. –Dijo Tigresa, quien dio un gran jadeo y lo volvió a posar en su espalda.

Todos estaban preocupados por el Guerrero Dragón, desgraciadamente no había instalaciones en el Hospital capacitadas para alojar a Po, por lo que rápidamente desalojaron una casa que estaba en venta, y rápidamente, del Palacio, un guardia ofreció su cama, se trataba de un toro, por lo que el voluminoso cuerpo de Po cabría bien.

Tigresa lo llevó y lo recostó, no era el lugar más lujoso del mundo, pero era más que perfecto para cuidar de él.

-Muchas gracias. –Tigresa se dirigió a los pueblerinos, mientras que su mirada se notaba un poco más tranquila. –¿Podrían dejarnos un momento a solas?

Todos asintieron, no sin antes preguntarles si necesitaban algo, a lo que Tigresa respondió. –No, muchas gracias por todo.

Todos salieron poco a poco, se escuchaban muchos murmuros entre toda la gente, de entre aquella multitud, una conejita muy tierna se quedó hasta el final, quien cargaba una olla más grande que ella.

-Tome Maestra, es agua fresca del manantial del Pueblo. –Aquella conejita con su linda sonrisa le dijo.

-Muchas gracias. –Dijo Tigresa algo dispersa en su mente. –La coneja se apresuró a seguirle el paso a los demás y salió de aquella casa.

En cuanto la puerta de aquella casa fue cerrada por dicha niña, Tigresa se puso de rodillas, recargó su cabeza en el estómago de Po y comenzó a llorar, sus lágrimas caían en él, mojando todo su pelaje.

-¿Ti-Tigresa? –Dijo Po con una voz muy débil.

-¡¿Po?! ¡Estás bien! –Volteo Tigresa con un rostro sonriente, lleno de lágrimas.

-Agua... por favor. –Po apenas podía mantener los ojos abiertos, Tigresa se apresuró y agarró un tazón que yacía dentro de la olla, tomó un poco de agua y lo acercó a la boca de Po, este bebió lento, sintiendo aquel frio y fresco líquido recorrer sus interiores.

-Po... -Tigresa seguía llorando. –Creí que morirías... –Ella aparto suavemente el tazón de la boca de Po.

-¿Crees que caería tan fácil, y dejarte así sin más? –Po sonrió, su voz aún seguía muy débil. –Si yo muriera, ¿quién te haría enojar siempre?

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