¡Eres un tonto!

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Leonie

– ¡Leonie espera!

– ¡Déjame en paz Kaled!– Mi voz salió en un grito furioso mientras bajaba las escaleras.

Un sollozo se me escapó, ocho años echados a la basura. Siempre había criticado a esas mujeres que se echan a morir luego de una ruptura amorosa pero ahora sé lo que se siente encontrar a tu esposo con su "prima" teniendo sexo.

Logró agarrar mi brazo y forcejeé con él, no quería verlo, no quería escucharlo, no quería que respirara.

– ¡Tan solo escúchame, puedo explicarlo!

Mi mano fue directo a su mejilla en una fuerte bofetada que nos dejó sorprendidos a ambos, nunca había sido una persona agresiva. Sus ojos azules intensos me observaron con timidez, arrepentimiento y hasta un poco de calidez, esos ojos siempre me transmitieron paz desde el momento en que lo conocí, cada vez que los veía me perdía en ellos pero ahora mismo lo que quería era clavarles un tenedor.

– Quiero el divorcio– susurré de forma rabiosa mientras limpiaba una lágrima que resbalaba por mi mejilla.

– Hablemos por favor– me rogó mientras trataba de volver a agarrarme pero no se lo permití y salí del edificio limpiando mi rostro con las mangas de mi sweater.

Crucé la calle mientras sacaba mi teléfono pero escuché el chirrido de unas llantas, miré desde donde provenía el sonido y vi una camioneta venir hacia mi a toda velocidad.

– ¡No!– la voz de Kaled llamándome es fue último que escuché antes de que todo se tornase negro.

Kaled

El cuerpo de Leonie cayó al otro lado de la calle, corrí hacia ella arrodillándome a su lado, había una herida en su cabeza, puse su cabeza sobre mis piernas mientras con mis manos temblando trataba de sacar mi teléfono para llamar a emergencias.

Todo aquello era mi culpa, era un estúpido, por mi culpa la mujer que amaba estaba al borde de la muerte. El celular se resbaló de mi mano ensangrentada mientras sollozaba.

– ¡Llamen a una ambulancia!– grité a las personas que se habían reunido a mirar el accidente, ya varias de ellas tenían su teléfonos en la oreja.

Abracé el cuerpo de mi esposa sin importarme que estaba manchando mi costoso traje hecho a la medida, nada importa ahora mismo.

– Tranquila mi amor, todo va a estar bien– susurré a su oído y besé su pelo.

(....)

Ya habían pasado nueve horas desde que habíamos llegamos a la clínica, aún estábamos en la sala de espera sin noticias de Leonie.

Sus padres y su hermano menor estaban junto a los míos y mi hermanita Isla de cuatro años, solo podía dar vueltas por el lugar sin poder permanecer sentado, no me tranquilizaría hasta que supiera que estaba bien.

– Cualquiera que te ve cree que en realidad te preocupas por ella– comentó con rabia Tyler, mi cuñado.

– Claro que me importa, es mi esposa.

– ¿Por qué no lo pensaste antes de ir a revolcarte con tu supuesta prima?– se levantó y se acercó a mi colérico y con sus razones, si yo estuviese en su lugar hace rato que me habría pateado el trasero.

– Ya dije que lo siento.

– Con un maldito lo siento no se arreglan las cosas, por culpa de tu calentura mi hermana está ahí dentro con la cabeza abierta como una maldita bola de Pokemon– gritó en mi rostro mientras sus ojos volvían a cristalizarse nuevamente.

– Cariño tranquilo, ahora lo que importa es que tu hermana salga bien de ahí– mi suegra lo alejó de mi mientras me fulminaba con la mirada.

Me distraje mirando la decoración del lugar, las cortinas eran de figurillas de instrumentos de doctores, estetoscopios, microscopios, termómetros y esas cosas, las sillas eran de metal con el fondo tapizado en negro y había una tv plasma en la pared donde pasaban un juego de béisbol el cual nadie estaba mirando.

– Familiares de Leonie Davies– un doctor bajo de unos cuarenta y algo con pelo canoso nos llamó mientras miraba un informe.

Todos nos acercamos de inmediato.

– La señora Davies sufrió una contusión cerebral muy grave, su cerebro está hinchado pero esperamos que con reposo y los medicamentos adecuados vuelva a la normalidad, su brazo derecho se rompió en dos partes por lo que vamos a proceder a encajar los pedazos y si no es posible tendremos que ponerle una varilla metálica dentro de este y su pie derecho también se rompió pero fue algo leve, nada de que preocuparse.

Nada de que preocuparse.

Joder, esta viva gracias a Dios.

Y todo esto por mi culpa.

– ¿Cómo está ahora?– preguntó su padre mientras sus ojos se cristalizaban.

– La pusimos en un coma inducido para que no se mueva y su cerebro pueda sanar sin ningún tipo de problemas, la llevaremos a la unidad de cuidados intensivos y podrán pasar a verla dentro de un rato.

– Gracias– susurré mirando el piso.

Me sentía horrible, era el ser más despreciable del planeta, por mi culpa el amor de mi vida estaba en una camilla en la UCI.

Recordaba cuando la había conocido en la universidad, era mi segundo año cuando ella entró, su pelo negro estaba largo hasta la mitad de su espalda en ese tiempo, sus ojos azules parecidos a los míos se veían tan inocentes, con ganas de absorber todo a su alrededor, sus labios rosados que me gustaron desde el momento en el que los vi y su cuerpo relleno en las partes exactas, nunca ha sido una chica delgada pero puedo decir que es una mujer completamente hermosa y no solo en lo físico; es tierna, comprensiva, amorosa, amable, se preocupa más por los demás que por ella misma y es súper emprendedora.

Era la mujer de mi vida, no sabía que rayos pasaba por mi mente en el momento que pasó eso con Sabrina, no era mi prima, era mi ex novia, solo que le había dicho que era mi prima porque sabía que era súper celosa y no quería hacerla enojar.

Una enfermera nos guió hasta su habitación y los primeros en entrar fueron sus padres, me senté e Isla se sentó sobre mis piernas agarrando mi rostro.

– Kaled triste– susurró la pequeña mirándome a los ojos.

A pesar de tener cuatro años Isla hablaba como los cabernícolas, mamá había hablado con su pediatra pero este le explicó que era algo normal y que mediante fuera creciendo iba a aprender a conjugar los verbos.

Acaricié su pequeño rostro y quite un mechón de su pelo marrón de este.

– Sí, Kaled está triste.

– Si Kaled está triste Isla también triste.

Le sonreí tierno y besé su frente – Tranquila Is, todo estará bien.

Creo que lo dije más para mi que para ella.

Su familia salió luego de un rato y mi madre acarició mi pelo.

– Ve cariño.

Me levanté y con pasos dubitativos entré a la habitación, cortinas blancas, una bombilla en el abanico de techo que se movía lentamente y el pitido de una máquina fueron primeras cosas que pude notar, me acerqué a la cama y la vi acostada con sus hermosos ojos cerrados, habían varios moretones en su rostro y tenía un respirador artificial, su pecho subía y bajaba con lentitud.

Agarré su mano con delicadeza y besé el dorso de esta.

– Hola, mi amor– susurré sintiendo la humedad en mis ojos– Sé que de la última persona que quieres saber es de mi pero aquí estoy, prometí el día de nuestra boda que estaría contigo en las buenas y en las malas y no romperé esa promesa aunque cuando despiertes me eches a patadas de aquí, lo importante ahora es que tú estés bien.

No tenؙía idea de si me estaba escuchando pero quería desahogarme, si me hubiese quedado con eso dentro me muero.

Falling in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora