Final

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Los dos niños se encontraban observándose con ternura rebalsando sus ojos. Las nuevas emociones que comenzaron a sentir los llevaron a sonreírse, dejando de lado su timidez por completo. Cuando volvieron a acercarse y se prepararon para dormir, Mingyu reconoció una voz que gritaba a lo lejos.

—¡Mingyu! —llamó la voz quebradiza de Jisoo—. ¡Por favor, contéstame!

—¡Hyung! —gritó el moreno al acto.

Kim se puso de pie de un salto y le extendió la mano al castaño para ayudarlo a pararse. El menor recogió el paraguas y salió junto a Wonwoo del refugio. La nieve caía con más frecuencia y el viento corría. Juntando todas sus fuerzas comenzaron a caminar en dirección a la voz de Hong a través de la ventisca.

—¡Mingyu! ¿En dónde estás?

—¡Hyung! ¡Estoy por aquí!

Después de algunos gritos al aire, el mayor pudo encontrarse con los niños. Jisoo corrió tan rápido como pudo en cuanto reconoció la ubicación de los menores. Sus ojos estaban llenos de angustia, pero finalmente se aliviaron cuando Kim se lanzó a sus brazos.

—Mingyu, me diste un susto de muerte —regañó el castaño mientras le entregaba al pequeño unas bolsitas calentadoras—. ¿Cómo te vas a escapar así?

—Hyung, él es mi Yeou —dijo con una sonrisa mientras Jeon apenas levantaba los ojos para ver al joven—. Tú me dijiste que jamás debía abandonarlo. Por eso, aunque a mamá no le guste, no puedo abandonar a Wonwoo.

Jisoo se conmovió ante las palabras de su pequeño. Cuando dirigió la vista al niño más delgado, su corazón se estrujó. Era hermoso. Su frágil rostro, su pelo castaño, sus profundos ojos y sus delgados labios produjeron un vuelco al estómago de Hong. Con lentitud se acercó al huérfano y se agachó para entregarle una bolsita calentadora. Jeon la recibió sorprendiéndose por el efecto del objeto.

—¿Dónde están tus padres? —preguntó el chico con una voz dulce.

Mingyu se acercó al mayor y se apresuró en susurrarle al oído en forma de secreto que Wonwoo había sido abandonado por sus padres. Obviamente, el niño más delgado podía escuchar todo lo que decían, pero estaba muy ocupado contemplando el objeto que tenía en sus manos ahora cálidas.

—Mingyu, debemos volver con tu madre —suspiró el joven al notar que aún no había dado aviso del encuentro del pequeño.

—¡Ah! —exclamó Wonwoo revolviendo una de sus manos en el bolsillo de su pantalón para sacar los tres billetes que se hallaban dentro—. Tome. Son de la mamá de Mingyu.

Jisoo se llevó ambas manos al rostro para cubrir su boca. Las lágrimas empezaron a amenazar sus ojos y el dolor que sintió su alma fue bastante grande. Cuando miró al niño que tenía en frente, no pudo evitar acariciar su cabello. Wonwoo cerró los ojos, atesorando en su memoria aquel contacto.

¿Cómo podía regresarle el dinero siendo que sus padres lo habían dejado en la calle?

—Hyung —llamó Mingyu. Colocó la mano en el hombro de Jisoo y tomó una bocanada de aire.—. No lo voy a dejar aquí solo.

El mayor de ellos dejó de reprimir las lágrimas mientras asentía. Con delicadeza dirigió sus manos al rostro del huérfano para acariciarlo, removiéndose ante su reacción. Finalmente envolvió a ambos niños en un abrazo conmovedor. Aunque la ventisca continuaba atormentando el cielo, aquellas almas se sentían más cálidas que nunca.

Habían pasado trece años.

Las nubes y nieblas repartidas reinaban el día y su paisaje. Las calles estaban mojadas y apenas habían personas afuera. A pesar de que aquel cielo invernal parecía melancólico, para dos jóvenes era especial. Mingyu se encontraba acostado en su cama boca abajo y Wonwoo estaba sentado en el suelo. Ambos sujetaban un control de la consola del menor.

The Waif ➳ MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora