En Ándes, hoy Piétola, aldea del territorio de Mántua, á unas dos leguas de esta ciudad, y á la márgen del Mincio, nació en los idus (dia 15) de Octubre del año 684 de la fundacion de Roma, el príncipe de los poetas latinos, Publio Virgilio Maron, siendo cónsules Marco Licinio Craso y Pompeyo Magno. Esta fecha, tan memorable en los fastos de las letras, se ha conservado felizmente con entera seguridad, á causa de la especie de culto que desde los primeros tiempos del cristianismo se tributó á la memoria del gran poeta, considerado, y no sólo entre el vulgo, sino en opinion de los sábios, como un personaje medio fantástico, medio milagroso, precursor de la nueva doctrina y favorecido con el dón de profecía, revelado en los admirables versos de su égloga IV y en otros muchos pasajes de sus escritos: por eso es fama que durante casi toda la Edad Media se solemnizó en Italia el gran dia de su nacimiento como el de una verdadera festividad cristiana. Fué su padre, en opinion de unos, alfarero; tahonero, en la de otros; segun la más vulgar, labrador, y no de condicion libre: su madre se llamó Maia, al decir de unos; Magia Polla, en sentir de los más, que la suponen hija de un tal Magius, de donde tomaron pié, verosímilmente, las mil leyendas que hicieron del Cisne de Mántua en los siglos medios, un gran mago ó nigromante, en cuyo concepto, sin duda, no ménos que en el de altísimo poeta [1], le eligió el Dante por maestro, iniciador y guia en su viaje por las misteriosas profundidades del mundo sobrenatural. Tuvo dos hermanos, que murieron, niño el uno, y el otro, llamado Flaco, entrado ya en la edad viril. Sea lo que fuere de la verdadera condicion de los padres de Virgilio, es lo cierto que no fué tan humilde, que les impidiese darle una educacion esmerada desde sus primeros años, pues sabemos que, niño aún, estudió gramática en Cremona bajo la direccion del poeta griego Parthenio, de Nicea, y que de allí pasó á Milan, donde á los diez y seis años, en el del segundo consulado de Pompeyo y Craso (55 a. de J. C.), tomó la toga viril, el dia mismo en que murió el poeta Lucrecio. En Milan, ciudad muy floreciente á la sazon, continuó sus estudios, y allí fué donde tuvo por maestro de filosofía al epicúreo Siron ó Sciron, de quien en dos ocasiones [2] habla Ciceron con elogio. De Milan, donde residió poco tiempo, y después de una estancia en Roma, que niegan algunos biógrafos, se trasladó á Nápoles, célebre entónces por sus escuelas, donde entregado únicamente al estudio, recorrió, puede decirse, el círculo entero de los conocimientos humanos en aquella época, de que dan sus obras numerosos testimonios.
Es dudoso, como arriba dije, si Virgilio estuvo en Roma ántes de su viaje á Nápoles y de la muerte de César, pues fundados en vagas congeturas, unos lo afirman y otros lo niegan; mas en lo que todos están contestes es en que visitó aquella capital del mundo antiguo poco después de la batalla de Filipos, con ocasion de haber sido despojado de su hacienda en la inícua distribucion de tierras que hicieron los triunviros entre sus veteranos. Mandaba á la sazón, por Marco Antonio, en la Galia Cisalpina, C. Asinio Polion, uno de los más amables caractéres y de los personajes más ilustres de aquella época, aficionadísimo á las letras y excelente poeta trágico, cuyas obras, por desgracia, no han llegado hasta nosotros. Polion, como no podia ménos de suceder, tomó bajo su proteccion á Virgilio, ya le conociese de ántes por sus primeros ensayos poéticos, ya hubiese tenido ocasion de conocerle con aquel desgraciado motivo; y habiéndole presentado á Mecénas, este gran privado de Augusto y constante favorecedor de los hombres de mérito, obtuvo para el poeta la restitucion de sus tierras y, galardon de mucho mayor valía, el aprecio y luego la amistad íntima del pacificador de Roma y señor ya del mundo. A esta época, á la sazon en que contaba veinticinco años, corresponde la primera publicacion de las Églogas, de las cuales es comun opinion que hizo una segunda después de publicadas las Geórgicas. Hasta entónces sólo se le conocia por algunas composiciones cortas de escaso mérito, y hoy de dudosa autenticidad, de las cuales sólo el Culex y algunos de los epigramas que corren con el nombre de Catalectos, parece probado que fuesen realmente suyas, aunque tal vez no en la forma misma en que han llegado hasta nosotros.
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Eneida, Bucólicas y Geórgicas
RandomPublicada en Madrid en 1869, subo esta traducción en prosa de las obras de Virgilio por parte de Eugenio de Ochoa (1815-1872) escritor y crítico español. Además; inserto a manera de prólogos, estos estudios de su autoría que no desmerecen. Por ciert...