Su tacto me hacía vibrar, sentirme apasionada. Sus besos me hacían viajar al lugar más rotundo de mis entrañas, llegar a esos lugares para luego no querer irme. Su mirada era tan diferente a cualquier otra.
Sólo tenerlo me daba sensatez. Convertimos un amor en pasión, en algo tan indispensable, y así nos gustaba, hasta que llegaron nuevas personas a demostrar el verdadero amor, dejándonos y abandonandonos por un nuevo sentimiento.