II

703 92 8
                                    


Jarren vio para su sorpresa, que el joven amo le pidió acompañarlo al día siguiente al cementerio, casi a la misma hora que habían divisado a la pequeña impertinente. La esperó lo suficiente, para regresar a casa, derrotado. Quizá nunca la volvería a ver, pero se reanimó cuando Jarren prometió buscarla. Al siguiente día, fueron otra vez a esperarla, quizá ella volvería aparecer, si no lo hacía, ya estaban con la sensación terrible de escalofríos. Quizá ella era un fantasma. No la volvió a ver hasta después de tres días. Fitzwilliam estaba feliz, y ella también parecía emocionada poder verlo nuevamente.

Jugaron como aquella vez, y hablaron más de lo habitual. Lizzy comenzó a contarle porque estaba en Derbyshire. Ella era la segunda hija de un respetado caballero de Hertfordshire. Había llegado de visita a la casa de su tía, debido a que su madre había dado a luz y se estaba recuperando y no había quien cuidará de ella. Conociendo ahora su carácter aventurero, ya sabía porque habían tomado esas medidas. Aunque a su pequeña amiga no le importaba, siempre se daba una escapada por los campos. Le gustaba correr libremente por los lugares abiertos. Era una amante de la naturaleza. Él le preguntaba muchas cosas sobre su vida y ella alegre le contestaba. Se sentía feliz con solo oírla. Escuchar su melodiosa voz y admirar su sonrisa. Él tenía doce y ella diez años. Pero actuaba como si fuese mayor que él.

Así estuvieron ambos gozando de su mutua compañía durante casi un mes. Hasta que un día.

—Y dime William, ¿dónde resides?

—En Pemberley.

— ¿Y es grande tu casa?

— Sí – dijo orgulloso – tiene más de 150 habitaciones ¿quieres verla?

— ¿Puedo ir?

—Por supuesto que sí, eres mi amiga, siempre serás bien recibida. ¿Cuándo podrías ir a visitarme?

— Muchas gracias William – dijo ella con cortesía — No lo sé, ¿podría ir mañana?, antes de irme a Longbourn – esta confesión lo dejo perplejo.

— ¿Te vas? ¿Cuándo?

—Sí, pasado mañana, mi padre ya mando una carta. Mi tía me llevará, ya no puede conmigo. ¡Soy muy escurridiza para ella!

Esta noticia entristeció a Fitzwilliam, ya no la volvería a ver, salvo que la visitará a su casa, pero Hertfordshire estaba al lado opuesto de Berkshire – Eton. No podría verla. Le era muy lejos para él. Debía concentrarse en sus estudios y prepararse mucho, para cuando tomara las riendas de Pemberley cuando su padre se haga mayor.

—Lizzy, te invitó a mi casa mañana a tomar el té.

— ¿De verdad? – vio que el joven asintió —gracias William. Ahora si tengo que irme. ¡Oh se enojarán conmigo y no me dejarán salir otra vez! Hasta mañana —hizo una venía y se despidió.

—Hasta mañana —susurró al verla desaparecer.

***

El señorito Fitzwilliam y la pequeña Lizzy© COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora