Era una mañana nublada, el día parecía llorar por la triste condena de Kim Nam Joon; a tan sólo cinco horas de haber iniciado un nuevo día se encontraba perdiendo el sueño a causa de los fuertes golpeteos que resonaban en su pequeño departamento.
- ¡Nam Joon-hyung! - se oía desde afuera.
- Oh no, esa pequeña vocecita - pensó el moreno frunciendo el ceño con fastidio, sabía perfectamente de quién se trataba; por un momento pensó que si ignoraba el llamado la maldita pulga irritable se iría, sin embargo los golpes se volvieron insistentes, continuos y por lo tanto ruidosos, de un segundo a otro el joven se irguió perezosamente para encaminarse a la puerta chocando con cada cosa a su paso.
- ¡Hyung, abra la maldita puerta de una vez, sé que está ahí!
Al oír semejantes palabras Nam Joon se detuvo, se cuestionó por qué rayos se encontraba con la mano sobre el picaporte, es decir, bastaba con volver a la cama y mandar al diablo a Ji Min, asintió dándose la razón, dio media vuelta emprendiendo su camino a la habitación de "nunca jamás" con una ridícula sonrisa triunfadora debido a la decisión que acababa de tomar.
Los golpeteos cesaron unos segundos para después volver más insistentes logrando que Kim se detuviera por un momento, burlándose mentalmente del chico al otro lado de la puerta, respiró profundamente y justo cuando dio el siguiente paso, el llamado a su hogar se intensificó y multiplicó provocando que el de cabellos 'pitufiazules' se detuviera en seco y se girara abruptamente.
- No puede ser, ¡¿Cuántas manitas tiene este sujeto?! - pensó con nerviosismo, la expresión en su rostro era un dilema, simplemente digno de capturar; caminó hacia la puerta a paso lento con una gota de sudor frío resbalando por su frente, tragó saliva, su respiración se había acelerado en ese pequeño tramo, tomó lentamente la manija, su corazón latía con fuerza, una aguda audición se hizo presente en sus oídos, abrió rápidamente encontrándose con la imagen más abominable que pudo haber visto al inicio de su día.
- ¡Buenos días hyung! - saludó Tae con su peculiar sonrisa rectangular, opacando así los ahora muy notables rayos de sol.
- A un lado hyung, hemos venido a salvarte el trasero - dijo Jung Kook, abriéndose paso al departamento.
Tenía que ser una maldita broma, soportar a Ji Min era un martirio cuando de moda se trataba, pero tener que sumarle a Mr. Esecolornocombina y Miss Gucci era tener que pasar por el infierno una y otra vez cada que algo no les parecía.
Una vez los cuatro amigos habían invadido el área, se sentaron sobre sus banquillos observando fijamente al moreno que se encontraba comiendo cereal en un gran tazón, que te hacía cree que no había probado bocado alguno en más de veinticuatro horas.
Ji Min ladeó un poco su cabeza intentando visualizar al 'morocho', mientras este se ponía más nervioso que la noche en que su madre miraba el alcoholímetro en la estación de policías después de haber chocado al salir de una fiesta sobrepasando el límite de velocidad.
- Si~ - susurró el de cabellos naranjas.
- ¿Si qué? - cuestionó su pareja colocándose en la misma posición para apreciar lo que sea que veía el bajito.
- ¡Sí! - dijo esta vez elevando su voz exaltando a los presentes cuando repentinamente se puso de pie, provocando al mismo tiempo el sonido del impacto de sus manitas contra la mesa - no tiene arreglo.
- Gracias - mencionó Nam Joon arrojando la cuchara dentro del plato para dar marcha a su habitación.
- Chimchim, ¡castigado! - esta vez habló Ho Seok encaminándose a donde el peliazul se refugiaba.
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Mi molesto vecino de al lado
FanfictionBien dicen que de lo extraño al amor, sólo hay un paso. ¿Era así? ¿No? Bueno, en esta historia así es. Dónde el amor no nace de un encuentro casual, sino de un estúpido reto.