Sentimientos...

Rabia

Rabia. Eso es lo que siento cada vez que mis padres me echan la bronca.
¿Porque? Porque se quejan de tonterías. Porque a pesar de que haga todo lo que digan ven que aún no soy del todo como ellos quieren, que debajo de ese disfraz de niña perfecta hay una chica que tiene sus defectos y problemas, que no siempre se porta como debería ni hace lo que le dicen, porque está harta. Porque ella no es así realmente.
Ella tiene su propia personalidad, no es como todos piensan, esa chica que siempre sonríe y saca excelentes en todo, la que tiene 1.000 extraescolares pero aún así siempre trae los deberes hechos, la que siempre está ahí para los demás aunque nadie esté para ella cuando lo necesita, realmente no es así.
La verdadera hija de sus padres, esa a la que solo conoce ella misma porque los demás se dejan engañar por su falsa sonrisa, saca excelentes porque sus padres llevan presionandola desde que tiene memoria, porque si trae un examen con menos de un 8 a casa ya le tocan 20 minutos de charla; hace todos los deberes porque siempre tiene a alguien vigilando que sea así y asegurándose de que los profesores no se enfaden con ella, porque saca tiempo de debajo las piedras para poder hacer todo y no estresarse demasiado por ello (aunque pocas veces lo consigue); y sí, está ahí siempre para sus amigos porque la gente que le importa es su verdadera debilidad, le da igual que su mundo se caiga a pedazos si el de sus seres queridos se mantiene estable, porque para ella lo más importante y lo que más le preocupa no es su vida, eso le trae sin cuidado y cada vez más, lo que le interesa realmente es que ninguno de sus amigos pase por algo malo solo. Le da igual no estudiar para un examen y llevarse una bronca de su padre si con eso consigue hacer sonreír o hablar con alguien que está pasando por un mal momento. Y puede que parezca muy cursi, pero es así.
Pero esa chica escondida detrás de una sonrisa falsa, cada vez está peor. Puede parecer increíble, pero se está rompiendo y nadie se da cuenta. Por eso escribe textos para desahogarse, para contar lo que siente, porque cada vez se le caen más pedazos y nadie está ahí para recogerlos.
Esa chica que esconde como es para no ser rechazada, soy yo; y una de las pocas palabras que existen para describir lo que siento, aunque ya ni lo sé, es rabia.