Capítulo 2

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Sonrisas, expresiones de asombro. Toda la habitación había quedado en silencio al segundo que los labios de ambos actores se juntaron y se exploraron en consecuencia. No era un beso superficial, era un beso en todo el estricto sentido de la palabra.
Thomas se quedó estático, en silencio, observando como los labios de Dylan se amoldaban a la perfección contra los del más grande.
A él le había negado esa dicha tiempo atrás. Recordó aquella escena en la fogata, recordó cuando Dylan le había retado a besarse en un momento que resultaba por demás, sumamente crucial para sus personajes. Él había aceptado, inconscientemente, Thomas había buscado ese beso.

Casi pudo respirar el aliento de Dylan por aquella ocasión, casi pudo conectar con la fantasía de la que no sabía era poseedor por aquel instante. Pero con ellos, ese hecho no se había concretado. El menor se había apartado en el último segundo, aun cuando Thomas había querido ir tras él y seguir el reto. Cuando analizó el vídeo junto con Kaya, esta le había dicho que había sido demasiado evidente aún en una nimiedad como aquella. Él de verdad quería besarlo, y no se había dado cuenta de ello, no hasta que su amiga lo había señalado tanto tiempo después.
Algo estaba rompiéndose en su interior. Thomas podía escuchar el crujir de las barreras de su mente, casi podía percibir las grietas que comenzaban a ser visibles por aquel instante.

Es un beso, solo un beso. La frase se repetía de manera constante, obligándose a reparar con celeridad el muro que su orgullo había erguido en menos de un segundo.
No supo en que instante sus dedos comenzaron a temblar, ni mucho menos, cuando sus manos bajaron hasta los ceñidos vaqueros que portaba por aquel instante.

Es un beso, solo un beso. Cuando los labios de Dylan se separaron de los de Tyler, todos los ahí presentes habían comenzado a bromear, tratando de incomodar a la pareja de amigos que se habían apartado de un simple empujón. Habían frases al aire que Thomas no era capaz de distinguir, el seguía buscando en su chaqueta, en sus vaqueros, no sabía qué, solo buscaba algo: lo que fuera.

—¿Tommy? ¿Perdiste algo?

La voz de Dylan le hizo desistir durante un segundo de su tarea. Los pardos conectaron con los mieles, logrando que la mirada del británico se cristalizara en menos de un instante.
Resiste, Thomas, resiste. Un extraño balbuceo brotó de sus labios, al tiempo que el móvil sonaba en sus vaqueros y le hacía desviar su atención hasta el aparato. El nombre de la rubia inundó la pantalla, pero el detalle siquiera le importó. Se disculpó con Dylan y se apresuró a salir del local, descolgando tras un par de llamadas perdidas por parte de la británica.

—¿Tom? Sé que estás con él, pero necesitamos hablar.

—No... No estoy con él —escuchó el ligero temblor en su tono, se maldijo por lo bajo ante aquello.

—¿Estás bien? Suenas raro.

—Estoy bebido, es solo eso. ¿De qué quieres hablar? —esta vez el rubio había terminado por coger asiento en una de los escalones del lugar. La entrada aún yacía a unos cuantos metros de distancia, había un par de hombres que custodiaban la cerca de metal negro, como si realmente alguien pudiese enterarse de todo el cúmulo de gente que se habría de reunir aquella noche ahí.

—Sé que fui egoísta al hacerte elegir, pero Tom... Tommy...

—No me digas Tommy, por favor, lo sabes... —no, ese apodo solo estaba reservado para una persona.

—Lo siento, Tom. Sé que no te agrada. Pero necesitamos hablar ¿Cuándo volverás?

—No lo sé... —de nuevo su voz había temblado. Había planeado quedarse en los Ángeles unos cuantos días, quería pasar tiempo con Dylan, quería divertirse y embriagarse de ese chico hasta hartarse, y justo ahora, aquellas cosas parecían carecer de total sentido.

Birthday Boy | DylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora