Capítulo 7: Pequeño Gran Milagro

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Mi condición no tiene nada de interesante o relevante para la vida de otro más allá de la mía pues gracias a eso, gracias a la vida que viví, puedo contarles esta historia al menos hasta ahora, pero realmente sería una fortuna si logran leer esto después de como trate a las personas que estuvieron para mí y como en el fondo no me sentía satisfecho con eso pero por si aún les interesa leer aquí va.

Como todo niño curioso le había preguntado a mi madre que fue lo que paso cuando nací, pues me había dado cuenta de que no era como lo otros niños de la escuela a la cual asistía, y ella accedió a contarme.

Mi madre quiso tenerme desde hace mucho, hizo todo lo posible porque eso pasara, pues anhelaba tener un hijo y después de 10 años de su matrimonio al final obtiene el embarazo que tanto deseaba a la edad de 37 años, fui la alegría de mis padres y de mi abuela en particular, pues en ese tiempo todos eran muy unidos y cuando me hablo sobre eso siempre quería ver cómo era mi madre estando embarazada que incluso para este momento no recuerdo haber visto una foto o un video de ella en ese estado. Mi padre y mi abuela estaban aún más al pendiente de mi madre e hicieron un exhaustivo control debido a que por su edad era un embarazo de alto riesgo, el día en que nací fue el día más feliz para ella, aunque según las palabras de mi padre pues una vez me conto su versión de ese día, decía que también se sentía feliz y que ese día casi nos perdía a ambos, ese día había llegado a este mundo sin respirar por unos segundos causando una hipoxia cerebral, y más tarde o en ese mismo instante comenzaría a sufrir de encefalopatía crónica no progresiva, si sé que es un nombre bastante largo, ni siquiera yo sabía que era lo que significaba eso con exactitud lo sabía que eso era el nombre que le habían dado a lo que padecería más adelante y que ya que lo obtuve también cuando nací me pregunte si mi madre había buscado una cura cuando se enteró.

En términos generales y médicos seguramente fui considerado un milagro, más allá de lo que pensaba mi madre y el resto de mi familia cuando apenas era un bebé pues dicha enfermedad afecta cualquier área del cerebro y por fortuna en un tiempo ese afectación se detiene, pero no desaparece, así que se tiene que aprender vivir con esa pequeña secuela que queda si se hace el tratamiento adecuado, la parte que me afecto fue el área motora de mi cuerpo, específicamente mi lado derecho, por eso tuve grandes dificultades para hacer las cosas que tenían que ver con esa área, mi mano derecha casi siempre permaneció cerrada por un largo tiempo, a medida de que los meses pasaban mi madre ponía más cuidado a mi evolución y no era para menos era el milagro que Dios le había dado y por ser su único lo protegería y cuidaría siempre, me llevo al principio con ayuda de mi padre y d mi abuela asistiendo a diario a las terapias físicas y esa es una maratón que solo una madre puede aguantar con tanta pasión seguramente pueden haber otros casos pero siempre que se escucha de estos casos o al menos la mayoría son mujeres luchadoras, pero ya no estamos desviando un poco del tema así que sigo contando la historia.

Aprendí a caminar y hablar a los 3 años ¿en que momento específicos lo hice? nunca pregunte pero si se dónde empecé a intentar dar esos primeros pasos gracias a una silla, en la casa donde me cuidaban como recordaran del capítulo 2, mi madre y mi abuela en particular son mujeres de mucha fe, y como ya leyeron en el episodio 3 como fue la fe de esa otra persona.

Mamá supo sobrellevar las cosas conmigo después de la muerte de mi abuela y la separación con mi padre, había demostrado que aun así el campo podría dar sus frutos, a pesar de haber pasado por tantas penurias ella siguió llevándome a terapia consultas y todo lo que podría hacerse para que mejorara, pues quería y trasmitió ese deseo de que tuviera una vida feliz a pesar de las dificultades, todo eso paso cuando tenía 3 años y como respuesta a todo lo malo, empecé a hablar y caminar (podría decirse), di mis primeros pasos, de seguro fue un grandioso día para ella verme dar esos pasos que deseaba que dirá desde hace mucho tiempo y ahí estuve dando lo mejor de mí, había empezado a caminar de una manera bastante peculiar, y para corregir eso y que no me tropezar con mis propias piernas me recomendaron unos aparatos ortopédicos que me abarcaba desde la punta de los pies hasta mi cintura y era una especie de tubos pegados a mis piernas a través de correas cuya función era poner mi postura en una rígida y recta y partir de esa edad empecé a usarlos, las correas estaban en mi cintura y había correas más pequeñas ajustadas a mis rodillas una de cada lado y al final de ese tubo estaban unos zapatos especiales los cuales usaría siempre que pudiese y que siempre llevaría una caricatura animada de acuerdo del gusto del infante y esos zapatos también estaban adheridos a ese tubo que no era tan largo pero para el tamaño que tenía sentía que abarcaba la mitad de mi cuerpo y que siempre llevaba por fuera, pues había empezado a dar mis primeros pasos al mundo esa primera vez y los que faltarían por dar.

Persona OrdinariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora