t r e c e .

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Sky:

Papá me miraba fijamente, y sus ojos estaban cargados de odio y repugnancia.

-Estás enferma, Lydia-dijo- ¡¿Acaso no ves que lo que haces con esa muchacha no es normal?!

Él siempre había sido el que me hundía,

jamás me hizo sentir realmente querida.

Pero, a diferencia de todas las anteriores veces, no lloré.

En cambio, mamá parecía a punto de secarse, como siempre.

No soportaba verla así, y mucho menos por mi culpa, pero ella tampoco parecía muy dispuesta a salir en mi defensa, como siempre.

-Hija, por favor- suplicaba con la voz nasal y los ojos enrojecidos por las lágrimas.- Reacciona, cielo, tú no eres así, sólo estas confundida, nosotros podemos ayudarte.

En ese momento, exploté.

-¡No necesito su ayuda! ¡Lo único que realmente necesito es que ustedes no me abandonen, no me dejen tirada simplemente porque tienen miedo del qué dirán cuando debería importarles más la felicidad de su hija... ASÍ SEA CON UNA JODIDA CHICA!

Papá me cruzo el rostro de un bofetón.

-Lárgate de mi casa- me puso una maleta de viaje en frente.- Tú ya no eres mi hija.

Lo capté todo, pero no me parecía real.

Ya habían empacado todas mis cosas cuando llegué, ya no importaba nada de lo que les dijera, ellos sólo me querían fuera. 

Tomé el asa de la maleta y me la eché al hombro.

-¿Algún día lo fui?- respondí segundos antes de salir por dónde diecisiete años de mi vida había entrado.

Lydia.

S H E .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora