CAPÍTULO 1

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Son las 7:30 de la mañana y estoy jugueteando con la cucharilla del café mientras espero a que traigan mi pedido.

-Y esto para ti Cher-. Dice Dan mientras deja encima de la mesa un croissant, me guiña un ojo y se aleja en dirección a los baños. Me demoro unos minutos para hacerle de rogar, finalmente me levanto de la mesa y voy hacia su misma dirección mientras me voy desabrochando los primeros botones de la camisa, entro en el baño de minusválidos, es el más amplio y cómodo.
-Pensaba que ya no ibas a venir-. Dan ya está sin camiseta y con una sonrisa en la cara. Me termina de quitar la camisa y se tira directo a mi cuello.

-¿Y quedarme con las ganas toda la mañana?-. Escucho una risita que sale de mi cuello húmedo. Le pongo las manos encima de mi copa del sujetador mientras le desabrocho el pantalón de lana que usa de uniforme. Me lubrico la mano con mi saliva y le cojo el miembro, con el dedo gordo voy rozando la puntita mientras que con la otra le masajeo los testículos.
- ¿Te gusta así?-. Escucho como jadea en mi oreja y me susurra un delicado" sí " ronco.
-¿Quieres más?-. Le doy un ligero apretón mientras le masturbo y paro un momento para que me mire a los ojos.

-Chúpamela, ya sabes como me gusta-. Me dice con voz ronca y llena de placer. Le sonrío y me planto de rodillas, con una mano le tengo agarrado los testículos y con la otra voy masturbándole. Me meto en la boca la parte del glande y voy haciendo círculos con la lengua alrededor, succiono; subo y bajo, cada vez lo hago más deprisa y noto como su miembro crece más y más dentro de mi boca.
-Para si no quieres que me corra en tu garganta-. Le sonrío, me incorporo y me sube la falda vaquera hasta que topan con mis pechos, en unos segundos ya tiene puesto el preservativo, pego un brinco y me subo encima de él. Enseguida mis gemidos inundan todo el baño hasta llegar al orgasmo.

Me dirijo a mi primera clase del día tras haber echado un polvo mañanero. Dan es un encanto, todo lo que sea follar no me falla, lo malo, creo que quiere algo más que follar y yo no sé darle otra cosa. Nos conocimos el año pasado, en mi primer año de universidad. Este año no ha podido seguir pagandola y ha tenido que dejarlo. Desde entonces paso a saludarlo todas las mañanas para que me de los buenos días antes de enfrentarme a toda una mañana llena de clases aburridas. Actualmente estoy estudiando psicología pero en cuanto termine la carrera me especializaré en psicología de las drogodependencias. Me encantaría poder ayudar a todas esas personas que se quedan atrapadas a merced de esas sustancias que provocan que se eche a perder arrastrando así a toda su familia.

Cruzo la esquina y me aproximo a la puerta, aunque no estoy muy segura de entrar. Me enviaron un email hace una semana para avisarme que la profesora tenía una baja, por lo tanto no tendríamos clase en unos días hasta que encontraran a un nuevo profesor sustituto. Finalmente decidí entrar, no quiero arriesgarme a que el sustituto haya llegado y tenga que pedir los apuntes a algún compañero, era algo que detestaba, me hacía perder el hilo de la clase además ya había llegado hasta aquí, que otra cosa podía hacer.

Voy bajando las escaleras buscando un hueco que sea de mi agrado cuando veo en la cuarta fila al final a Lau, con los auriculares puestos y una mano sujetando su cara, medio dormida. Me doy media vuelta y subo hacia su dirección esquivando a los pocos alumnos que se han dignado a venir, la mayoría mirando a la nada con una cara de sueño que no pueden con ella. De hecho siempre he pensado que las clases por las mañanas son más productivas pero no vendría nada mal si empezaran a una hora en la cual no haría falta levantarse aún de noche. Sin embargo, para ser hoy una minoría dudo que sea por falta de profesorado y no lo digo por las típicas gafas de sol que se llevan cuando tienes ojos de resaca, estaba claro que olía a una fiesta universitaria posterior.

-¿Tan bestial fue la fiesta de este fin de semana que aún tienes resaca?.- Al oír mi voz se sobresaltó y a consecuencia me llevé una de sus miradas diabólicas que ponía cuando estaba de mal humor. Sabía de antemano que los cascos solo los tenía puestos para mandarles un mensaje a los demás el cual era «NO MOLESTAR» .Para intentar suavizar el ambiente la regalé una de mis sonrisas que significaba, cuéntame. Su cara pasó de enfadada a ser de interés, se incorporó del banco para ponerse cómoda, se quitó los cascos y tomó sus rizos rubios para hacerse un moño bajo, para quitarse los cortos pelos de la cara.
-Bien, no te vas a creer lo que te voy a contar a continuación ¿te acuerdas de Agus? Chico alto con gafas, algo corpulento, mirada perdida...- Hice memoria e intenté imaginarme un rostro con gafas del curso pasado, es increíble como esta chica se acuerda de todas las caras. Al ver que tardaba tanto en responder siguió como si tuviera al chico visualizado.- Vale, pues se ve que llevaba meses adicto a la heroína ¿cómo te quedas? y eso no es nada, tuvo que venir la ambulancia porque le dio un paro cardiaco en los baños del pub, vamos todo un show, está claro que se lo tiene bien merecido.- En ese momento mi cabeza viajó a otros pensamientos y recuerdos que aunque estuvieran ya muy alejados no dejaban de doler como si fuera lo más reciente que hubiera vivido.

𝓓𝓾𝓼𝓴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora