11. Vidas de m...

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Jueves por la tarde, sola en casa escuchando música a todo volumen mientras termino los deberes por adelantar del instituto, tratando de ignorar la pelea que tuve. Antes, en mis fantasías locas donde imaginaba que era popular haciendo que todos los chicos se rindieran a mis pies, pensaba que jamás en la vida me pasaría algo así, que esos escenarios eran absurdos, considerando el hecho de mi sobrepeso y lo tímida que era. Solo que la vida da muchos giros y hoy dos chicos se pelearon por mí; Zack y Michael, lo que me remontó a mi primer pleito.

Fue hace casi tres años, en ese entonces estudiaba en una escuela prestigiosa donde tenía que llevar uniforme, sacando buenas calificaciones para hacer feliz a mi madre. Me peleé con una chica presumida que siempre me molestaba porque me negaba a ayudarla a conseguir ropa exclusiva en las tiendas que regulaba Johanna, que hacían parte de la cadena de ropa Mond que dirigía mi prima Esther —hija de mi tío abuelo Bruce—. Ante mis constantes negativas, ella y su grupo de amigas comenzaron a molestarme y, sumándole a eso el rechazo de Ethan, el accidente de Dominic y los problemas de mi tío con mamá, fue una bomba que no duré mucho en desatar.

Esa vez me fui a los golpes con la chica, rompiéndole su preciosa nariz, obvio no salí ilesa pues sus amigas la defendieron, no obstante conseguí darle una probada de su propia medicina, dejándola humillada y siendo blanco de burlas. Luego de eso mi vida básicamente era de pleitos que no buscaba, regaños de mi madre y mi tío, y llamados de atención por parte de Dominic e Ethan.

Cuando mamá empeoró en salud, Víctor no dejaba de reprocharme que era por mi culpa, por tantos problemas que causaba, fue por eso que durante largos meses procuré no dar peleas en lo que al instituto respecta, tomando otros rumbos, como por ejemplo, después de clase, ir con unos amigos a vagar. Antes no era partidaria de beber, tampoco de fumar o cosas así, solo que estaba en un punto en el cual era controlada por mi tío que la única forma en la que encontré olvidar por instantes mi vida de mierda fue bebiendo. Es un vicio como otros, sabía que si lo probaba no habría punto de retorno pues estaba jodida —y aún lo estoy—. Desacaté mis propias advertencias cuando di el primer sorbo de licor, aceptándolo como mi modo de escape, cayendo cada vez más bajo hasta llegar a ese lugar al que le digo mi guarida, donde me entrego a un demonio más grande.

Me remuevo en mi cama, quedando de medio lado para alcanzar mi celular y revisar mi Facebook. Miro mis álbumes, abriendo las últimas fotos que me tomé junto a Ethan y Dominic hace más de tres años. Mi primo estaba de visita en esa época por lo que aproveché para ir a pasear con él, aunque bueno, ese día me colé porque fue Ethan quien lo invitó. En una foto estoy con los dos, tomándolos a ambos de las manos, quedando en medio. En otra me encuentro con Dominic quien me alza sobre su espalda; recuerdo que corrió conmigo así por toda la plaza. Extraño esos momentos cuando era feliz, cuando mi vida no eran discusiones, maltratos por parte de un desgraciado que se cree mi padre, donde tenía a mamá siendo mi apoyo. Cierro los ojos para retener las lágrimas, deslizando el dedo en la pantalla para cambiar la foto. La que sigue me revuelve el estómago; es una selfie que me tomé con Ethan, donde paso el brazo alrededor de su cuello para pegar su mejilla con la mía. Él no sonríe, no articula facción alguna, como siempre siendo un jodido bloque de hielo seco, por mi parte estoy contenta; fue difícil que se dejara tomar una foto, cuando aceptó no dejé de sonreír.

Cliqueo la rueda de opciones y doy a eliminar.

Nunca le importé, siempre fue indiferente conmigo, creyendo como tonta que si le demostraba cuánto me interesaba, se fijaría en mí, pero ahora sé que tanto esfuerzo nunca valió la pena. Me corté el cabello pensando lo tonta que era al dejármelo crecer solo por él, también me hice un tatuaje en contra de todos los que me decían que una dama no debe llevar esos garabatos en la piel. Cambié en todos los aspectos, desde mi forma de vestir hasta de actuar, empecé a adelgazar más por la depresión, aunque me sirve estar en forma cuando tengo que correr para hacer cosas que no son del todo lícitas, que me brindan esa sensación de peligro, de miedo, de sentirme viva haciendo que olvide la realidad que me atormenta.

Cuestión de orgullo [Cuestiones I]­ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora