Agosto.

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Los días y meses seguían pasando, en un mes haríamos ya, medio año juntos, y realmente con complicaciones que no pensemos durante lo largo del verano. Seguimos disfrutando las últimas fiestas que nos quedábamos, pero llego un momento en el que tanto él, como yo, nos fuimos de vacaciones. 

Él se fue a Sevilla, y nada más volver, me fui a Extremadura. Estábamos deseando que terminase este maldito mes, nos echábamos muchísimo de menos, pero lo que no sabíamos, ni mucho menos nos imaginábamos era que septiembre iba a ser aún más complicado. 

Analizamos la situación varías veces, él se iba a estudiar a Barcelona y yo seguía aquí encerrada, los horarios eran parecidos, pero él se levantaba muy pronto y iba demasiado cansado, yo estaba harta y deprimida por volver hacer lo que había hecho el año pasado. 

Conseguimos aguantar, y pasemos todo el mes, nada más volver los dos de vacaciones, juraría que nos dimos el mejor abrazo que se ha dado nunca nadie. Le organice una sorpresa para mi regreso, le dije que volvería más tarde, que mis padres habían decidido quedarse más tiempo, y volví, fui a buscarle a su casa y me lo lleve a comer. Se puso a llorar al verme, le llame a dos calles de su casa, diciendo que estaba paseando a mi perro, que tenía que ir a comprar pan porque me habían mandado a mí, me monte toda una historia cuando lo único que hacía era bajar la tan larga calle que llega hasta su casa. 

Le gustó. 

Y jamás podré olvidar la sonrisa que puso nada más verme. 

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2019 ⏰

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