EXTRA II

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Josefa

1 mes después de la muerte de Carla

Estaba traspuesta, no estaba durmiendo, pero tampoco estaba despierta. A pesar de eso las pesadillas se proyectaban igual en mi mente, y repetían los mismos momentos como disco rayado.

El ruido de mi celular me sacó del trance en el que estaba, lo agarré a ciegas y me incorporé en la cama.

—.¿Alo? —pregunté bostezando y cerré los ojos por el golpe de la luz de la lámpara.

—Josefa —la voz de la Martina y un llanto me hicieron reaccionar.

—¿Marti? ¿Qué pasa?

—Es que la Kathie no deja de llorar y no sé que hacer —me dijo desesperada.

—¿Y tu mamá?

—Está trabajando —se puso a llorar y volvió a hablar—. Por favor, Jose, ayúdame.

Me puse de pie y empecé a vestirme con lo primero que vi tan rápido como pude.

—Sí, Marti, tranquila, yo ya voy, voy a estar allí en menos de cinco minutos, ¿ya?

—Ya, pero apúrate por favor —suplicó.

Cumpliendo con mi promesa, desperté a mi primo super alterada y le pedí que me llevara hasta la casa de la Car...

Hasta la casa de la Kathie.

Llegué como en diez minutos, y apenas el Lucho paró el auto me bajé y abrí con las llaves que la mamá de mi amiga me había dado en caso de.

Busqué de donde provenía el llanto y cuando lo escuché desde la pieza de las niñas no me demoré en llegar.

—¡Martina! —grité de alivio al verla llorando con la guagua en brazos. La Sofía estaba en su cama tapándose los oídos.

Tomé a la Kathie en mis brazos lo más cuidadosamente posible, tratando al mismo tiempo de pensar en qué le pasaba, y como la ayudaba.

—¿Le pasó algo? ¿Se te cayó?

—No —dijo secándose las lágrimas—. No sé que hacer.

—Quizá tiene hambre —dijo mi primo, que acababa de entrar y cerrar la puerta.

—¿Dónde está su leche? —le pregunté a la Martina.

—No hay, se acabó ayer y mi mamá no puede comprar todavía.

Chasqueé con la lengua y pensé en como solucionarlo, quizás era un poco extremo pero era lo único que se me ocurría.

—Marti, ¿puedes quedarte acá con tu hermana? Yo voy al living y le doy leche a la Kathie.

Acaricié la mejilla roja de la recién mencionada, tratando de calmarla.

Quizá lloraba porque extrañaba a la Carla.

Y no sería la única.

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