DIECINUEVE | CARLA

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—¿Y ya pensaste en algún nombre? —preguntó la Javi tocando mi guata.

Sí, finalmente decidí que haré el intento de tenerla. 

Más que nada, estuve días hablando con mi mamá sobre esto.

Sus palabras resumidas, fueron que no importaba si era más gasto o si era más complicado por sus posibles problemas, lo que si importaba era si me sentía cómoda con ella.

Y debo ser realista; jamás voy a estar cómoda con la idea de como fue concebida, y quizás nunca al cien por ciento con ella.

Ni siquiera sé si voy a ser capaz de dejarla llamarme "mamá".

Pero ya no hay más opciones, el tiempo está llegando a su límite, y si no hago esto, va a ser malo tanto para ella como para mí.

Faltaban dos meses para que naciera, y ya no habían ideas.

Así que básicamente quedé con los brazos cruzados.

Y solo tenía que hacerme a la idea, aunque me persiguiera toda la vida, con ella llamándome "mamá", recordándomelo.

—No sé. No he tenido ganas de pensar en uno. Si quieres puedes elegirselo tú.

—¿De verdad?

—Sí, me da lo mismo —respondí con fingida indiferencia.

—Uh, ehh, a ver...

—Hola —un beso impactó en mi mejilla de sorpresa y sonreí al saber de quien se trataba.

Me abrazó por atrás y se sentó donde mismo.

—Hola —respondí en voz baja.

—¿Qué hacían? —preguntó el Nico.

—Elegíamos un nombre para la niña.

—¿Ya pensaron en alguno?

—Nada aún.

Hizo un sonido como si quisiera decir algo, pero no lo hizo, hasta unos segundos después.

—¿Lucía?

—¿Ah?

—¿Por qué no le pones Lucía?

—¿Por qué?

—No sé... Solo se me ocurrió.

—Sí, ponele Lucía Fernanda y así le decimos Luci Fer —dijo la Javi y me reí.

—Tonta.

—Me gusta Katherine —solté de repente

—¿No es muy gringo? —cuestionó mi amiga.

—A mí me gusta.

—¿En serio? —dije moviendo un poco la cabeza.

—Obvio, es super bonito.

—Katherine será.

[ 🌼 🌼 🌼 ]

—¿Acá?

—Sí.

Dejamos nuestras mochilas en el pasto y nos caminamos hasta lo que más nos atrevíamos, vimos hacia abajo y por un momento sentí escalofríos.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó el Nico dándome la mano al posicionarse al lado mío.

—Muy segura.

Mirando por encima de mi hombro derecho sonreí a la Javi y a la Josefa.

Si hacía esto con algunas las personas más importantes de mi vida iba a sentirme más a salvo, y me animaría a dejarlo ir.

—A un mes de que nazca la Katherine, me gustaría agradecerles a todos y cada uno de ustedes por haber estado ahí —dije sonriéndole a todos—, porque si no fuese por la ayuda que me han dado probablemente no me la hubiese podido.

—Todo fue mérito tuyo, Carla, no nos des créditos porque tú fuiste la que a pesar de todo se mantuvo firme y siguió acá —comentó la Josefa.

—Tú fuiste la que no se dejó caer amiga, no tienes que agradecernos —dijo mi mejor amiga.

—Tienen razón —el Nico se acercó más a mí, abrazando mi cintura—, nosotros solo te impulsamos a salir adelante.

Apoyé la cabeza en su hombro y el empezó a acariciar mi pelo.

—Bueno, yo también les quería dar las gracias, pero sobre todo a ti, Carla —la Josefa empezó a hablar y la miré atentamente—, porque si no fuera por ti yo seguiría atrapada en una burbuja de privilegios e ignorancia, y sería una persona que no querría.

Me solté del Nico y la abracé.

En tan pocos meses se convirtió en alguien con mucho valor para mí.

¿Quién diría que dos minas tan distintas como nosotras terminarían llevandose tan bien, y siendo amigas?

—¿Lo hacemos? —preguntó con lágrimas en los ojos que se secó rápidamente y yo asentí.

Tal vez no era suficiente o la gran cosa, pero para nosotras dos era algo significativo.

Hicimos un pequeño hoyo en la tierra y metimos la semilla en él, luego la cubrimos con la misma tierra y le pusimos una flor que habíamos encontrado en el camino encima.

—Ahora lo vendremos a ver cada vez que podamos —dijo la Josefa y asentí conmovida por lo que planeaba—, y lo veremos crecer.

—Tal como hemos crecido nosotras.

[ 🌼 🌼 🌼 ]

—Ugh —me intenté acomodar en la cama, pero había algo que me molestaba para intentar dormir.

Llevaba horas así, pero me callé para no preocupar a mi mamá.

—Ah —jadee sintiendo un dolor fuerte en la zona baja.

Sentí algo húmedo en la sabana, así que me senté en la cama pero sentí un dolor horrible en el vientre.

Vi que el líquido corría por mis piernas y ahí no me callé más y llamé a mi mamá.

—¡Mamá! ¡Mamá! —grité llorando, mierda, ¡me estaba muriendo del dolor!

Mi mamá no demoró ni un minuto en llegar hasta mi pieza corriendo.

—¡Carla, qué pa...

Se quedó muda apenas me vio, yo seguía llorando sin entender que pasaba, sin embargo, al último lo entendí.

Algo iba mal.

—¡Mamá, ¿qué me pasa?!

—Mi amor, mi amor, Carlita —se acercó a mí alterada, y me tomó las manos agachándose—, nos tenemos que ir par el hospital ahora.

—¡¿Por qué?!

—Vas a dar a luz, hija.

¡¿Qué?!

—No, mamá, no, ¡no, mierda! —grité por la punzada en la guata que sentí— ¡Falta un mes!

—Vamos al hospital. ¡Ahora!

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