—¡Caleb, despierta! ¡Ya son las 7:15 am.!
—¡Rayos! ¡Ya voy!
El dichoso despertador no sonó hoy. Me he quedado dormido y la escuela inicia a las 7:30. Tendré que convertirme en el ser más veloz del mundo para llegar a tiempo. Pero la noticia que más me desmotivó fue que mi padre había ido al pueblo por fertilizante y se había llevado la camioneta. Me visto con lo primero que encuentro y salgo hecho un relámpago de casa.
—¡Me voy, madre! ¡Nos vemos más tarde!
Ni siquiera escuché si me respondió, o mejor dicho, ni siquiera supe si me escuchó. Cuando salí a la carretera y vi que faltaban cinco minutos empecé a ser realista y a decirme a mí mismo que era inútil si corría, de todas maneras llegaría tarde. Caminaba de la manera más tranquila cuando de pronto un auto frenó a un lado de mí.
...
—¿A caso no sabes que ya vas tarde?
Cuando volteé, vi que se trataba de Audrey. Iba en un convertible rojo. Al menos me quedaba la satisfacción de que no era el único al que se le habían pegado las sábanas.
—¡Oye, pues no veo mucha diferencia entre ambos—Dije tratando de sonar gracioso.
Ella sonrió —¡Sube, te llevo! —Dijo.
Lo pensé un instante y de inmediato subí. Parecía que mi día no pudo haber comenzado mejor. No nos tomó ni tres minutos en llegar a la escuela. Esa chica conduce como si fuera una completa experta. Aparcó el auto sin siquiera ver los retrovisores, me dejó helado.
Rápidamente nos dirigimos al salón, donde ya la clase con la profesora Whittaker había empezado. Al vernos parados frente a la puerta nos echó un vistazo moviendo sus anteojos y con un gesto de desaprobación siguió viendo su libro —Parece que mi clase no tiene interés para el señor Forrest y la señorita Zimmermann.
—Lo sentimos señora Whittaker, se nos hizo un poco tarde— Dijo Audrey justificándose por los dos.
—Pues adelante... si es que aún quieren.
Era la primera vez que llegaba tarde a clases. Al pasar y dirigirnos a nuestros respectivos asientos, yo pude sentir las miradas de todos. Nos tocó sentarnos juntos en la parte de atrás del salón. Audrey me veía y sonreía, como si hubiéramos hecho alguna travesura. También pude notar que del lado izquierdo tres chicos me veían con ganas de querer comerme vivo.
En el receso, yo me encontraba acomodando mis cosas en el locker. Era un desorden total que no sabía por dónde empezar. Cuando de pronto vi que ella se acercó y se asomó para apreciar lo que yo hacía.
—¿Te quieres ir conmigo hoy? Puedo dejarte en tu casa ya que vamos por el mismo camino— Dijo, mostrándose bastante amable conmigo. Empecé a dar crédito a lo dicho por Dimitri el otro día.
—¡Claro, me encantaría!
—Me buscas en el estacionamiento— Respondió con una sonrisa que hizo resplandecer mi vista. Luego se marchó para comer mientras yo me quedé arreglando mi alboroto.
Un minuto después me sentí rodeado por detrás. Se trataba de los tres chicos que me veían con furia en el salón. Los tres me veían de pies a cabeza, yo empezaba a ponerme nervioso.
—¿Si? ¿Necesitan algo?— Cuestioné.
Uno de ellos tomó las cosas que yo ya había ordenado en mi locker y las tiró al suelo — Así que tú eres el granjero.
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Alusión: Sangre joven
FantasyCaleb es un joven adoptado por los Forrest. Atendiendo la granja junto a su padre, Glen, pasa desapercibido en la sociedad. Lo que ignora es que la luna llena lo ve de cerca.