"Uno" - Mateo

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Cuándo el pequeño niño de verdes ojos y cabello rizado comenzó a sentir que algo cambiaba en su interior tenía la edad de seis años cumplidos.

Seis años era una edad en la que sólo te preocupas por que no cancelen tu caricatura de las 8:30 o por asegurarte de que a la mañana siguiente hubiera suficientes froot loops para desayunar.

Así que cuando las preocupaciones de "uno" dejaron de ser tan infantiles fue totalmente injusto para su persona, porque él no dejaba de ser un niño cualquiera soñando con videojuegos de spiderman, o tal vez es que nunca había sido un niño cualquiera y no se había dado cuenta hasta ahora.

Se encontraba en el jardín trasero llorando desconsolado y solo. No era un berrinche cualquiera así que aunque no me molestaba ser reprendido frente a los demás, justo ahora necesitaba de esta soledad para pensar que era lo que estaba mal con él, sus conocimientos sobre la vida aún eran bastante limitados pero tampoco era algo que requiriera mucha ciencia. Había algo malo con él y podía sentirlo.

Sus pequeños sollozos fueron interrumpidos por un sonido extraño y diferente. El pequeño uno limpio sus lágrimas con la punta de su suéter y miró hacía todos lados tratando de descifrar de donde provenía aquel ruido particular.

Se levantó del húmedo césped y una luz en el cielo lo hizo estremecer, parecía que la lluvia volvería en cualquier momento.

Se abrazó a sí mismo mientras caminaba sin saber muy bien a dónde, sólo guiado por aquel sonido extraño.

Sus pies lo llevaron al manzano de la mansión, y mientras pasaba sus ojos por su base tratando de descifrar aquel gran misterio, el maullido volvió a producirse sobre su cabeza.

Era el cachorro de un gato con el pelaje completamente blanco y los ojos verdes, casi como los suyos.

"Uno" no tardo en comprender que el pobre animal estaba mojado atrapado y asustado, así que sin pensarlo dos veces trepó por aquel enorme árbol tan rápido como sus capacidades motoras se lo permitían, y después de un buen rato tratando de alcanzar con sus pequeñas manos a aquella bolita de pelos, se dio por vencido y sólo se quedó sentado en una rama del árbol, mirando sus manos y brazos y maldiciendo que estos no fueran unos cinco centímetros más largos.

—Debes creer que tienes muchos problemas ahora— dijo, más para sí mismo que para su compañero peludo. —Yo también los tengo, y me parece que estar atrapado en un árbol no es el más grande de ellos.

Miro a su alrededor, aspiro el aroma de las hojas mojadas y se dio cuenta que podría quedarse ahí para siempre, tenía comida, había agua y hasta parecía disfrutar de su pequeña compañía.

Esa fue la primera vez de cientos en la que uno pensó en aislarse del mundo para no darle más problemas.

La lluvia volvía a caer y cuándo comenzó a sentir el agua recorrer su cara y mezclarse con sus propias lágrimas, decidió que había sido suficiente y se dispuso a bajar, pero el pequeño gato blanco paso su cabeza sobre su mano en señal de confianza, ahora que lo tenía más de cerca y podía apreciar sus largos bigotes y su lengua rasposa sobre su mano, se dijo a sí mismo que lo protegería hasta el final.

—Tienes cara de Mateo— le comentó sin más, lo tomo con sumo cuidado para ponerlo entre su pecho y su suéter, así bajaron juntos.

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Habían pasado dos semanas desde que "uno" robaba jamón y leche fresca de la cocina, Constanza creyó que simplemente era alguna nueva travesura del niño, no habían hablado mucho desde su última reprimenda y ella temía que cualquier cuestionamiento volviera a sacarlo de control. Sabía que debía ayudarlo a controlarse pero aún no entendía muy bien cómo.

Supuso que era buen momento para dejar de actuar como una dictadora y empezar a hacerlo como una madre y la idea no le agradaba en lo absoluto, pero pensó que tal vez sólo así recuperaría la confianza del pequeño.

No le fue necesario tocar cuando llego frente a la habitación de "uno" ya que la enorme puerta que la resguardaba no había sido cerrada en su totalidad. Echó un ojo al interior encontrándose con su pequeño niño riendo sobre la cama, había algo en su risa que no le parecía normal, se sentía feliz.

Constanza abrió la puerta en seco y se encontró a uno haciéndole cariños a un pequeño gato blanco que no desaprovechaba la oportunidad para cazar los pequeños dedos del menor y morderlos a la menor provocación.

Al reparar en la presencia de Constanza la cara de "uno" perdió todo color y sus ojos se abrieron como platos. Con mucha agilidad tomo a Mateo entre sus brazos y lo abrazo como si la vida se le fuera en ello.

Constanza estaba a punto de estallar del enojo, el meter animales en la casa, mentir y robar, no eran cosas para las que estaban siendo educados, así que su coraje y decepción le pudo más que esa vocecita en su cabeza que le repetía que sólo era un niño de seis años.

Sus gritos invadieron toda la mansión y poco a poco seis pequeños cuerpos se habían amontonado en la puerta para ver aquel show.

Las lágrimas de "uno" comenzaron a salir sin control y todo su cuerpo se aferraba a Mateo, que estaba claramente asustado por aquella interrupción de su vida normal de gato.

— ¡Yo no estoy educando a maldito un delincuente! ¡No estoy educando a un niñito llorón! Ese gato se larga, ahora, y tú estás castigado— Los ojos de Constanza estaban llenos de ira, se acercó al pequeño cuerpo que estaba sollozando en la cama y extendió su mano,

—Dámelo.

"Uno", aún ahora, seguía sin entender muchas cosas de la vida, pero si de algo estaba seguro es que no dejaría a Mateo volver a la calle, a la lluvia y a la soledad, así que se limitó a abrazarlo más a su pequeño cuerpo, lo abrazó con todas sus fuerzas.

— ¡ENTREGAMELO AHORA MISMO!

— ¿¡QUÉ HARÁS CON ÉL!?

—Eso no es asunto tuyo, entrégame al maldito animal o les irá muy mal a ambos.

"Uno" sabía que esta no era una batalla que pudiera ganar, así que por un momento pensó que si la seguía podría saber en dónde lo escondería, se imaginó a si mismo robando a su propio gato y escapando de ahí, así que con la esperanza de una nueva vida lejos de todo y con su compañía favorita abrió lentamente sus brazos, pero lo que vio lo dejó horrorizado.

El pequeño cuerpo de Mateo reposaba ahora sobre sus piernas cruzadas, su respiración había desaparecido y sus enormes ojos verdes reflejaban señales de sufrimiento. Nadie supo muy bien que hacer y fue hasta que los enormes alaridos del pequeño niño de seis años llenaron el lugar, que todos cayeron en cuenta de lo que había pasado.

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Era más de media noche y Constanza no había dejado de abrazar a "uno" un solo segundo, Amapola ya había recogido el cuerpo de Mateo unas horas antes, así que sólo se encontraban los dos, abrazados, y parecía que el chiquillo ya estaba por conciliar el sueño.

—Te juro que lo vas a controlar, ahora descansa.

Dejo caer la cabeza somnolienta del pequeño sobre su almohada y comenzó a caminar a la salida.

—Constanza.

Se giró en seco

— ¿Cómo me quito esto?

Constanza le dedicó una sonrisa de condescendencia;

—No creo que sea posible.

Y salió.

"Uno" se quedó llorando unas tres horas más, hasta quedarse dormido. 

Holaa, gracias a quiénes están leyendo esta cosa tan rara jsjs. Estos serán pequeños One Shots que no tendrán influencia directa con la trama principal, pero me es necesario que conozcan a cada uno de los personajes por cosas que pasaran más adelante. De nuevo muchas gracias por leer :P

Pd. El súper poder de "uno" es una fuerza increíble, por si no había quedado claro heehee. 

La posibilidad de ser lluvia - ARISTEMOWhere stories live. Discover now