10. Mierda

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Desde lo ocurrido en la cafetería, la popularidad de Min  Yoongi pasó de nada a todo. Ahora, entraba al colegio y era notado por quienes antes pasaban sin fijarse, empujándolo en el proceso. Claro que, adquirir esta reputación repentina y exagerada, podía ser beneficiosa en algunos aspectos, pero en otros no tanto.

Por ejemplo, estuvo gran parte del año yendo a practicar piano al salón de música del tercer piso mientras daba el segundo recreo. Era ese SU MOMENTO DE PAZ EN LA JUNGLA ESCOLAR, y con esta notoriedad que le confirió ser la pareja de baile elegida de Kim Seokjin se arruinó. Se volvió tan visible a la masa estudiantil que hasta hubo alguien que lo grabó en su práctica y posteó en Instagram. Y entendía, en parte, porque es un genio en el piano, pero anda ¿por qué tanta admiración por lo que hacía si cuando estaban en clases de música era brutalmente ignorado?

Y en la secundaria, ser notado o no serlo, era de interés. Para algunos, para otros no. Jimin adoraba que lo vean, Taehyung prefería que vean lo que hace, Yoongi apreciaba que no lo jodan.

Todo esto era culpa de él. A quien Yoongi empezó a evitar porque de encontrarlo, tendría que darle una respuesta a la pregunta que le hizo delante de todos. Y todos asumieron que sí iría, y él asumió que no. Solo que le faltaba valor para hablar con Seokjin sobre ello. Cierto es que al menos le debía el responderle algo más que un silencio interrumpido por sus pasos al salir huyendo. ¿Por qué huía tan adorablemente? Le preguntó incluso Taehyung cuando lo alcanzó.

Jimin había salido en defensa suya esa vez, y Yoongi se lo agradeció porque impidió que Seokjin fuera tras él. Jimin podrá ser molesto con eso del asterisco, pero era un gran amigo.

Así, tuvo tiempo a pensar. De pajearse también, porque claro, sus fantasías se volvieron más potentes al saberse pretendido por Kim Seokjin. Porque ya desde antes sospechaba que el chico estaba interesado en él y aún así no se permitió que crecieran ilusiones al respecto. Bastante tenía con haberse esperanzado de ser correspondido por Taekwoon y cuando este lo rebotó tuvo que fingir que no le dolió tanto.

Pero sí le dolió y lo hizo ponerse inseguro. Aunque con la ayuda de sus amigos pudo darse cuenta que no se trataba de él, porque al fin y al cabo, no era responsable de sacar del armario a nadie. Y luego fue lo de Namjoon. Y ahora, Seokjin. Vaya vida agitada la suya, ¿eh?

—Buen día, Yoon hyung.

—Buenas, TaeTae. ¿Qué es eso? —Antes de que el otro hablara, agregó—, ya sé que es una cámara, pero ¿de dónde la sacaste?

La sonrisa de Taehyung se amplió y no tardó en apuntarlo y fotografiarlo varias veces. Yoongi no quiso ni ver el resultado porque había hecho una mueca de disgusto en cada una. Era divertido fastidiar a su amigo.

—Me la prestó JK —contó Taehyung emocionado—, que forma parte del club de fotografía y me dijo que puedo tener oportunidad de entrar.

—Por supuesto que sí, tus fotografías son hermosas —dijo con sinceridad Yoongi, y Jimin que recién se les unía, concordó—. ¿Le enseñaste el book que hiciste de tu viaje a Malta? Si con eso no basta, pues no es para ti ese clubcito de niñatos.

—Gracias, Hyung. Ahora, ponte junto a Jiminie y sonríe bonito como eres —Taehyung se preparó, pero cuando fue a tomar la foto otro rostro se mostró en su lente—. ¿Uh?

—Oh, lo siento. No me resisto a las fotografías.

—Debe ser difícil captar tu ego entero —dijo JiMin empujándolo—. En serio, ¿por qué sigues revoloteando como mosca en la mierda?

—Supongo que no me estás llamando mierda, Jiminie... —advirtió YoonGi.

—Es con cariño —La más preciosa sonrisa de parte de Jimin no surtió efecto—. Okay, perdóname por proteger tu asterisquito.

Absurdo [JinYoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora