Extra 3: Cartel

466 72 39
                                    


Kim Seokjin quiere... NO, necesita vacaciones. Lo sabe por el cansancio que siente incluso aunque duerme ocho horas y tiene una vida moderadamente sana. Está agotado y medio fastidiado, ¿sí?

—Genial... —Suspira al ver que no llegará a cruzar antes que la luz del semáforo cambie por lo que reduce la velocidad.

Mira la hora en su reloj y aprovecha a remangar su camisa. Hace calor, pese a que está atardeciendo, y esto hace que le dé sed. Traga saliva audiblemente y considera que parte de tener la boca seca se debe a otra cosa y no así únicamente al verano que se aproxima.

Quiere llegar rápido a casa, quitarse la ropa y ducharse. O tal vez simplemente dormir con los zapatos puestos. Pero no puede hacer eso aún. Y ciertamente, no está seguro de poder dormir hoy con lo que pasa.

La luz roja del semáforo brilla tenue porque el atardecer está opacando las demás luces. Y por eso es que se percata tarde del letrero enorme.

Da el verde y picado por la curiosidad desvía a la izquierda para poder rodear la cuadra y volver a pasar por allí. SeokJin entiende que es algo tonto retrasar su viaje, seguro que ya lo estarán esperando.

Sin embargo, no puede irse sin chequear qué ha visto en el cartel.

Desacelera cuando está nuevamente en la misma cuadra de la avenida, deja pasar a los demás que van con prisa hasta que el rojo vuelve a coronar el semáforo y detiene la marcha.

Ah, sí, es lo que creía.

Por suerte, la luz del sol se está perdiendo y las luces artificiales de la ciudad se enciende. Y al hacerlo, el cartel se ilumina y lo ve.

—Oh... —Sonríe en grande. Le da risa, y apenas recuerda una conversación de hace años.

¿Cuántos años habían pasado? Se permite reírse. Ah... sí, más de un par de años. Ya pudo hacer memoria, no es que sea insensible, es apenas un despistado.

Baja el vidrio, saca el codo para asomar su cabeza y ver el cartel mejor. Quiere tomarle una foto, aunque se detiene.

Qué ridículo sería eso, ¿no? Y luego piensa, ¿qué importa ya?

—¿Planeas robarte el cartel de ese rapero?

Kim Seokjin recuerda que no está solo y un rubor precioso le cubre las mejillas. Se muerde el labio por ser pillado y no prepara excusas de su actitud. No es que robaría el cartel, pero como el fan que es, quiere una fotografía.

—Cuando vaya en mi auto lujoso, me detenga en un semáforo y mire al costado, veré un cartel con un rostro conocido que me hará sonreír.

Poco, pero mucho, ¿no era?

Sí, casi puede volver a aquel momento. Lo siente resurgir en el pecho como un tibio mimo de lo que fue y no evita desviar la mirada a su acompañante que, contrario a él, permanece serio.

¿Qué estará pensando? ¿Acaso también tiene un paseíto en analepsis?

Y por fin este le habla:

—Pero ni siquiera es lujoso este auto, es el coche de la empresa a la que le haces reparto. Y ese es Jackson Wang, ¿desde cuándo es tu conocido?

—Yah, quise ser dramático y lo arruinaste.

—Además —siguió el otro ignorando el pobre intento de Seokjin—, ni siquiera estoy yo en ese cartel ¡No jodas, lo arruinaste! Ya veo que hice bien en no llamarte cuando pasaron los seis meses.

—Min Yoongi, cierra el pico. ¡Este es mi momento!

Yoongi cruzó los brazos, pero sonrió. Casi pudo revivir cuánto había extrañado al chico.  Haberlo encontrado cinco años después fue curioso e incómodo. Realmente incómodo. De no ser porque su amigo Park Jimin estaba por graduarse de politólogo no habría pedido días para venir a Seúl y tampoco hubiera accedido a ver a Kim Seokjin de nuevo.

Tuvieron que ponerse al día, claro, ¿de qué iban a hablar sino? ¿De que se quisieron en la secundaria? Absurdo.

Seokjin, contó, estaba retrasando terminar su carrera por el trabajo, para poder solventar sus gastos. Vivía con dos compañeros en una casa rentada. Uno de ellos cursó con Jimin y por eso es que recuperó contacto con él. Yoongi, por su lado, comentó que Taehyung estaba en Italia haciendo una investigación sobre Dante.

De Jungkook los dos sabían que volvió a Busan y que está trabajando en talleres de fotografía, que lo suelen contratar marcas importantes y hasta empresas de entretenimiento.

El destino les sonrió en la medida en que ellos apostaron a sus intereses, ¿eh?

Llegó el turno de Yoongi de resumir en breve su vida hasta ese instante; que tras terminar el cursado se inscribió en la Universidad Pública de Daegu y estudió arquitectura. Que se quedó en casa, feliz, tranquilo.

—Ya que estamos en esto puedo despejar una duda tonta ¿no? —Seokjin lo animó a continuar—. ¿Me amaste en aquel entonces?

Estaba intrigado desde que Seokjin había ido por él para llevarlo a donde vivía Jimin. ¿Por qué accedió a recoger a su ex de la escuela? ¿Apenas un acto de buena fe o estaba curioso por verlo?

 El viaje hasta Seúl fue agotador, pero toparse con quien fue su amor de colegio, el primero, lo espabiló un poco.

Aunque el miedo que sentía de que todo fuera distinto lo mordió, supo entender que era ilógico esperar otra cosa. Y prefirió contentarse al verlo bien.

—Sí, estuve enamorado de ti. Ahora lo sé, tenías razón.

—No me conoces ahora, pero debes saber que siempre tengo razón —dijo Yoongi, presuntuoso.

Seokjin sonrió.

—Okay, si tú dices. Para que sepas, ahora soy más sexy que antes, mi sabiduría y experiencia me han convertido en un hombre mortalmente atractivo y seductor. Ten cuidado que puedo re-enamorarte.

—Es bueno que sea inmune... 

Los dos sonrieron.

Yoongi no dijo más; no iba a mencionar a quien ocupa un lugar importante en su vida. A quien tal vez no es el primer amor, pero sí uno que quiere que sea el último. Y que no sabe si sucederá, o si vendrán otros amores.

Y es esta incertidumbre la que hace que ame mejor, tal vez.

Seokjin no insiste y tampoco parece muy afectado por lo que no se dijo, aunque infiere perfectamente desde el silencio. Por su lado, él no está con nadie fijo porque así lo quiere y así se divierte y es feliz. Ya llegará su amor, no tiene prisas por encontrarlo.

Dejan atrás el cartel del rapero, la escena torpemente reconstruida, las reminiscencias del amor que tuvieron y no hablan más de ello.

De alguna forma, ¿qué mejor para terminar?

Entienden que no hay mucho que decir de los finales; son así, sencillos, contundentes y liberadores.














Absurdo [JinYoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora