Capítulo 3. Luchando por salir

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Me desperté sintiendo un martilleo en la cabeza como jamás lo había sentido jamás, estaba acostada en una superficie demasiado mullida como para ser mi cama, por lo que abrí los ojos rápidamente y me senté de golpe.

¿Qué había pasado?

You fall sleep in an estranger's house. You're gonna fucking die.

Me hice un mapa mental con lo sucedido y recordé que me había salido una marca de la nada justo después de tener sexo alucinante y antes de desmayarme. Levanté la cobija y la vi, una luna, o al menos eso creía, porque solo era una fina línea en forma de C mayúscula de color purpura, con pequeñas estrellas a su alrededor emulando el cielo nocturno. Maldita sea, ¿qué era eso?

—Por lo visto estás despierta ya— su voz me espantó y di un pequeño salto, alejándome de dónde provenía esa voz, a mi lado.

—¿Qué me hiciste? — mi voz temblaba y no podía concentrarme bien al mirar esos profundos ojos grises que parecían bailar con la luz del día y que sobresalían ligeramente por sobre las sabanas.

Maldito lívido asqueroso que hacía su aparición al fin y no en mis años de adolescencia.

¿En dónde estaba? Miré de reojo la habitación y no pude ver nada personal, una cómoda sobre la que estaban mi pequeña bolsa y mi suéter, y un closet de madera demasiado grande como para una persona, paredes crema y un ventanal de piso a techo cubierto por una cortina azul pastel que no me dejaba ver a través de ella.

Él estaba acostado en la cama, justo entre el ventanal y yo, bien cubierto por las sabanas y almohadas que se encontraban desperdigadas sobre el colchón, obligándolo a recostarse contra el cabeceral para que lo pudiera ver.

You can't run for your life. He's gonna catch you. And then it will be worst... you know it, you fucking know it!

—Lo siento, si te explicaba que quería te habrías reusado— me miró con esa carita inocente que me había mostrado la noche anterior.

¿Noche anterior? ¡¿Anterior?! Maldita sea, ya era de día. En mi línea de trabajo hacer eso era lo más estúpido, quedarse a dormir o desmayarse a lo pendejo, eso traía consigo una paliza o un asalto poco preparado, una violación o ser asesinada.

—¿Qué me hiciste? — apreté con más fuerza la sabana a mi pecho desnudo.

—Tengo que explicarte algo, pero no creo que me vayas a entender si te lo digo en este momento. Quédate, te pagaré— me dijo sin mirarme fijando su vista a un punto en medio de la nada frente a él, como si tuviera pena de lo que decía, como si le importaran los sentimientos de alguien como yo. No debía olvidar lo que era, jamás. Me lo había permitido la noche anterior y había conseguido ser drogada y tatuada por un polvo, un buen polvo pero un polvo a fin de cuentas.

Soy una puta.

Solo una puta.

A fucking whore. A soon to be dead whore to be honest.

Respiré profundamente y lo miré casi sin pestañear, intentando ignorar a esa voz pesada que me recordaba lo estúpida que había sido.

—¿Qué me hiciste? Última vez que pregunto— lo amenacé con la voz más firme que pude, aunque no tenía validez en absoluto la amenaza. No sabía dónde estaba realmente, al entrar no le había prestado atención a la casa, ¿era de dos pisos? ¿O solo uno? Maldita calentura.

—No me creerás si te lo explico. Pero para ponerlo en pocas palabras... soy inmortal, y si lo eliges... tú también lo puedes ser, si me eliges— me miró con tanta añoranza en su mirada que casi me hizo sentir lastima por sus tonterías.

DepressedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora