Pozo

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No recuerdo con exactitud cómo fue mi infancia, lo que si se es que mis padres no se encontraban en casa la mayoría del tiempo.
Se iban temprano y regresaban hasta tarde. No tenía problema con eso pues me gustaba mi soledad; no recuerdo con que jugaba, ni recuerdo tener vecinos molestos. A lo mejor vivía en una cabaña, silencio total era lo que recuerdo...
En realidad miento un poco, pues el silencio no fue parte prolongada de mis recuerdos. Estos en algún momento fueron interrumpidos ante la llegada de un nuevo miembro en la familia.
Mi hermano menor.
Ahora comienzo a recordar que mi silencio fue sustituido por sus insoportables llantos. Ante la ausencia de mis padres no me quedaba de otra que cuidarlo. Le decía en varias ocasiones que guardara silencio pero no lo hacia, su llanto crecía más y más con el pasar del tiempo, creo esa fue la razón por la cual mi padre desapareciera del hogar.

Seguía diciendo a mi hermano que guardara silencio pero seguía sin entender ya había pasado un año desde su llegada y él simplemente no podía entender que su llanto solo traía problemas.
Bien, si el no entendía tendría que llegar a tomar otras medidas.
Realice varios intentos para silenciarlo: Desde golpearlo, hasta taparle la boca; apenas despegaba mi mano y seguía llorando.
Has que un día...

Silencio total.

Habían pasado horas y su llanto no se escuchaba. Es más, era mucho el silencio; fue ahí cuando me acerque a él y me di cuenta que ya no respiraba. Lejos de sentirme mal me alegre. Al fin sus molestos llantos dejarían de molestar. Fue bueno que está acción que cometí contra el haya funcionado.
Pero se presentó un problema. ¿Que haría con mi hermano? De lo poco que recuerdo es a mi padre decir que la carne de un animal muerto comenzaba a apestar con el pasar de los días.
No quería que se presentara un nuevo problema por culpa de él.

En la noche de una fecha que me es indiferente salí de casa a escondidas de mi madre. Traía en mis brazos una manta que envolvía la basura de la cual me quería deshacer.
Buscaba en diferentes lados dónde lo podría dejar. Seguí así hasta que divise un pozo. Al no tener agua nadie se acercaría a ver y para cuando alguien se diera cuenta ya habrían pasado días.

Llegué a casa antes de que amaneciera. Recordando el agradable silencio me recosté en mi cama y quedé dormido de inmediato. El mejor sueño que tuve desde la llegada de mi hermano.
Al amanecer le avisé a madre que saldría a jugar. Ella se alegro y me dejó salir. Mentí al decir que iba a jugar.
Me acerque al pozo para averiguar si aún seguía ahí.

Fue una grata sorpresa al visualizar nada dentro del pozo. Había desaparecido. No me pregunte el porque, simplemente me aleje feliz del lugar.

La casa seguía sola ahora aún más sola y en completo silencio. Entre a una escuela pública y los años pasaron. Conseguí una novia en secundaria. Todo me parecía perfecto. Al fin conseguí la atención que mi madre no me dió de niño. Pero la chica era demasiado afectuosa, demasiado sofocadora. Me quería librar de ella pero no tenía el valor para terminarla.

Estar cada día con ella se convirtió en un tormento no hallaba como deshacerme de ella era como mi molesto hermano.

Si con él funcionó porque no pasaría lo mismo con ella.

Recordando que era de noche y con la idea de que solo así funcionaria; llegué cuando todo estaba oscuro.
La tiré al pozo y la ví varios minutos dándome la idea de que ella aun siguiera en ese estado, que no sé levantaría e iría. Al no ser así me fui dispuesto con el plan de llegar al día siguiente para comprobar mi teoría.

Y así fue.
Mi novia había desaparecido del pozo.

Con esa solución a mis problemas descubierto mi vida se simplificó.
Ya no habría nadie que me molestará y seguiría de pie después de haber tocado el fondo del pozo.
Para suerte de los demás no fue seguido, o más bien me eran tan insignificantes que no recordaba quienes tocaban el pozo.
Solo recuerdo a cuatro: mi novia, hermano...

A mí jefe.
Yo tenía veintiocho años de edad. Él era un hombre aprovechado, déspota, un mal nacido; decían mis compañeros. En realidad mientras a mí me cayera mal me importaba si era incluso el: puro e inocente ser en la faz de la tierra; para mí ya era una molestia, una de la cual no soportaba tener a mi alrededor.

Con él me fue más difícil deshacerme pues era de complexión más robusta a comparación de la mía. No era una criatura que solo hacía ruido sin comprensión del habla o una que solo gritaba ayuda y forcejeaba; no, el dió pelea. Pero aún así lo logré.

Hice lo mismo, las mismas condiciones por lo cual me resultó un martirio esperar hasta el anochecer, no tenía en cuenta que quitarlo de mi camino me llevaría todo el día. Termine al atardecer así que... Tuve que esperar.
Fue molestia también el cargarlo y hacer que tocará fondo pero por fin se logró.

Llegar al trabajo y ver a mis compañeros felices me causo repulsión. No entiendo cómo estarían felices porque mi jefe se fue de viaje sin mencionar su destino con la amante y regresaría después de un mes. A lo mejor era el porque no le verían la cara durante ese tiempo, o tal vez más.

Ahora, en el presente me sigo imaginando en que habría sido de mí sin descubrir aquello. Todas estas personas me resultaban de importancia, la satisfacción de quitarmelos del camino fueron sentimientos efímeros. Por lo cual ahora busco que podría darme esa satisfacción por un tiempo más prolongado.
Si a ellos los recuerdo fue porque resultaron algo de importancia en el transcurso de mis años aunque, analizandolo bien no fue para tanto.
Si buscará algo más importante... Mi padre... En lo absoluto, si bien lo veo en ocasiones al final de cuentas me olvidó de lo que converse con él en cuanto salgo de su casa.

¿Entonces, quien seria?
Si busco en mis recuerdos, sigue sin haber nada.
A lo mejor cuenta cuando mi madre se alegraba cuando me mostraba alegre o cuando conocí a mi amigo de dos días y lo traje a casa a jugar. Recuerdo que me contento cuando el dejo de visitarme. Ella siempre estuvo conmigo, incluso ahora con mis treinta años de edad.
Ella fue la única que hizo el intento de verme feliz.

He ahí la respuesta. Ella fue la única que provocó en mi felicidad por más tiempo que los demás, entonces si la felicidad que me daban los anteriores dependía del tiempo que me relacionaba con ellos.

Ya me visualizaba, la felicidad que debía sentir al tener su vida en mis manos, la adrenalina recorrer mi cuerpo al saber lo mal que estoy haciendo al sentir como su vida se desvanece ante mis manos. Cómo intenta hablar para convencerme que hago mal, que me e pasado de la raya, como se resigna a saber que no voy a ceder y solo me dice con la mirada que me quiere antes de que pierda su brillo y dejé de encajar sus uñas a mis brazos dónde intentaba inútilmente alejarlas de ella.
Al menos ahora ya estás descansando.

Rebosaba de felicidad, hasta me tomé la molestia de vestirla como si fuera una reina antes de hacerle caer hasta que tocó el fondo de aquel fondo.
Me pareció irreal el verla descansando por fin. Parecía que estaba recostada tomando una siesta, siendo iluminada por la luna y una que otra sombra de los árboles cubriéndola, fue magnífico, ya que en esta temporada hasta el pasto crecido le adornaba el rostro.

Mi amada soledad en silencio habría durado bastante tal y como lo tenía previsto de no ser por qué al revisar el pozo no solo al día siguiente sino al otro y al otro y al otro y así sucesivamente; mi madre seguiría ahí, en la misma posición donde cayó la última vez que la deje.

Adornando el fondo de aquel pozo.

Historias de Terror CortasWhere stories live. Discover now