YoonGiLo único que hice fue salir corriendo del hospital, sentí incontrolables ganas de gritar.
Llegué a la esquina del hospital, respiré hondo y exhalé.
Por muchas cosas odiaba los hospitales. De por sí me sentía ahogado ahí adentro.
Muchos recuerdos me invadieron ahí adentro.
La muerte de mi abuela, la mujer que siempre procuró por mi y que era capaz de dar la vida por mi.
Y es que realmente dio la vida por mi.
Fui culpable de su muerte en su mayoría. Ella quiso lo mejor para mi.Pero yo simplemente caí muy bajo e ignoré todos sus consejos.
Ahora estas son las consecuencias.
No vivo lo que quisiera vivir.
Pero estaba cansado y no volvería a fallarle. No más.
La calle ya era oscura y la soledad estaba presente, ni un alma.
La noche era fría, acomodé mi bufanda para que el frío no entrará por mi pecho.
Brinqué del susto al escuchar un trueno.
Llevaba ya como siete minutos esperando un taxi. Y si no llegaba pronto era seguro que la tormenta programada para hoy no demoraría en llegar.
Las luces casi me dejan ciego, pero reaccioné e hice la señal para parar el taxi.
Suspiré aliviado al ver que aparcaba cerca de mi.
Abrí la puerta y me adentré al coche.
—Buenas noches.
Me acomodé en el asiento. Y dejé caer mi bolso sobre mis piernas.
El señor al volante me miró por el espejo y solo asintió.
—Muy buenas noches, ¿Cuál es su destino?.—preguntó manteniendo la mirada por el espejo.
—Daebong-ro, por favor.
Arrancamos y en el transcurso la lluvia se presentó.
No exageraba pero no pasaron más de cinco minutos cuando ya relampageaba y tronaba horriblemente.
Y las gotas caían como pierdas sobre toda la carretera y el coche.
La tormenta ya estaba pronosticada pero por todo lo acontecido se me olvidó adquirir mi impermeable.
Acumulé un poco de aire en mis mejillas con cansancio y frustración, al poco tiempo lo expulsé.
Me acomodé en el asiento, posando un poco la cabeza en la ventana.
Mi celular empezó a vibrar no me había percatado que me había quedado dormido como quince minutos.