Capitulo 4

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Multitud de sonidos entraban por mi oído, como los pasos ocasionados por el transito de personas que iban de un lado a otro, las voces pidiendo auxilio, la ambulancia anunciándose con su característica sirena, hasta algo tan simple como el ruido que hace el aire acondicionado.

Pero entonces su risa despreciable me causó pánico, su tacto me estremeció y su mirada arrogante me consumió.

—¡NO-O!

Grité, me desgarré la garganta, el dolor me desgastó las pocas fuerzas que me quedaban. Y mis lágrimas de viveza quemaban mi piel.

—¡YoonGi!.

Abrí mis ojos pasmado, fuera de lugar. Mi respiración era irregular y sentía que el corazón se me saldría.

Con desesperación intenté ver mi alrededor, pero era imposible, no podía ver nada con claridad.

Me incorporé o eso pensé por que mi cuerpo nunca se separó de lo que imaginaba que era una cama.

—¡Hey no! no te muevas yoonie.
—escuché con preocupación.

Parpadee hasta lograr ver la luz y lo primero que mis ojos vieron fue a un HoSeok doliente.

—Que bueno que has despertado.
—mencionó acariciando el torso de mi mano, mientras que mostraba una sonrisa amortiguada.
 
—El  doctor dijo que estás muy débil y que tendrás que estar unos días aquí. 
—lo observé mientras decía todo aquello, su rostro estaba un poco hinchado y rojizo.                       

Había llorado. De eso no cabía duda alguna.

—Yoonie se que odias los hospitales... pero es necesario que resguardes aquí unos días...—dijo aquello mientras se le escapaba un bostezo, sabía que yo era él causante de su desvelo.

—Tú solo no hagas esfuerzos, yo me encargaré que tengas la atención necesaria. —me dijo con dulzura mientras me brindaba una  sonrisa sutil, por mi parte intenté sonreír pero en el proceso debió de haber salido una mueca.

Parecía que mi cuerpo estaba en contra mía. No respondía a mis llamados.

Ho era tan buen amigo. Él no merecía la preocupación que le estaba ocasionando.

—Gracias.—logré decir apenas, tenía la boca seca y sentía mi cuerpo totalmente adormecido.

Asintió lentamente mientras que me daba un suave apretón en el dorso de mi mano.

—Iré a buscar al doctor para decirle que has despertado.—dijo y mientras se levantaba, su rostro se tornó afligido y triste. No quería que se fuera así, algo malo pasaba.  

—Ahora vuelvo.—dijo antes de salir.

Intenté decir algo antes de que saliera en busca del doctor pero nada salió de mis labios. Solo un grito ahogado.

Él silencio invadió la habitación. Y la incertidumbre se apoderó de mi.

Simplemente quería cerrar mis ojos y no ver mis alrededores. No quería estar ahí dentro totalmente solo.

Odiaba los hospitales con todo mi ser. Y estar aquí dentro era ahogante.

Parecia que el tiempo fuera en cámara lenta o es que yo no podía con la ansiedad que sentía. No estoy exagerando pero empiezo a sentir una desesperación incontrolable, escalofríos y el corazón bombeandome desenfrenadamente.

¡ℓєτ мє ℓονє γου! ; κοοκgιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora