VII.

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Muchas veces, Charlie prefería escribir con pluma en mano, en remplazo de esa máquina tormentosa en donde no podía equivocarse y tachar las veces que deseaba hacerlo. Además, la pluma era más liviana, con su tinta moldeando las palabras, y éstas agrupando sus amargas ideas en líneas. Era como flotar en un estanque repleto de nubes. Tan absorto estaba el escritor en su escritura que no notó cuando terminó con la última palabra el libro.

Se dejó caer hacia atrás con la mano manchada de tinta y el libro terminado en la mesa. Era tan irreal e increíble la sensación que producía haber terminado, pero no logró captar por completo este ardiente sentimiento porque un olor a quemado vino desde la cocina e interrumpió sus nubes de inspiración.

—¿Qué pasó? —Nicholas casi salta del puro espanto que produjo el sigilo de su arrendatario. Sus ojos verdes lo miraron nervioso y no parecía tener palabras para explicar por qué la olla estaba toda negra.

Charlie se acercó a inspeccionar. La olla parecía tener algo que pretendía ser comestible.

—¿Qué estabas intentando hacer exactamente?

—Una sopa de tomate. —Tiró la olla al fregadero y comenzó con la ardua faena de quitar las manchas negras. Parecía frustrado.

—Eso explica por qué parece la escena de un crimen. —dijo sin percibir la puntiaguda mirada de Nicholas sobre él.

Por más que fregaba esa maldita mancha no salía. Se giró hacia el escritor que no tenía sangre del asesinato culinario.

—¿Me ayudas a limpiar?

—Qué tal si yo mejor te ayudo con la comida. —sugirió agachándose para buscar una olla limpia.

Asintió con una sonrisa renovada.

—Eso suena bien. ¿Y cómo vas con tu capítulo?

—Ya lo he terminado. —dijo con la mirada perdida en la taza de arroz. No estaba seguro si señalaba que estaba una libra o media libra.

—Era el último, ¿no?

—Sí.

—Bueno, eso quiere decir que ahora puedo leerlo ¿no? —Se giró con una sonrisa brillante a pesar de que tenía manchas de tomate por todas partes.

—Sí. Supongo que sí. ¿Sigues con esa idea de ayudarme a editar?

—¡Pero por supuesto, Sr. Evanson! Te voy a convertir en el escritor más célebre de Inglaterra.

Casi se rio con la absurda idea.

—Ni siquiera lo has leído.

—¿Lo puedo leer luego del almuerzo?

—Claro. Cuando te limpies, te lo daré.

Después de haber limpiado el desastre que hizo el violinista, fue más sencillo terminar entre dos personas el almuerzo. Para cuando lo sirvieron sobre la mesa, Nicholas no pudo evitar la mirada de satisfacción a pesar de haber ayudado en menos de treinta por ciento. La radio estaba prendida y escucharon mientras comían la sosegada voz de Trixe Smith.

La emoción se alborotaba y se enredaba dentro de él, aparte del violín, no había algo más que delicioso que leer un buen libro después de almorzar. Sin embargo, no era un libro lo que trajo Charlie, sino una caja llena de papeles. Miró sorprendido las columnas de hojas en el interior. No estaba asustado, sino embelesado.

—¿Tú escribiste todo esto?

—Sí. No lo desordenes que me costó la noche poner en orden esas hojas. —murmuró sacando un cigarrillo.

—Tienes que ir afuera si quieres fumar y sobre esto, no te preocupes —Le regaló una sonrisa—. Voy a enumerar las hojas mientras las leo.

—¿Seguro que quieres leer todo eso?

—Espero que no estés desafiando mis cualidades cómo lector porque estaré gustoso de aceptar el reto. —Se levantó con la caja en manos.

El escritor miró su espalda mientras se retiraba a su habitación a leer. Exhaló el humo sin entender cómo había terminado en esa situación. Con el cigarrillo en manos, levantó el periódico. En la sección de trabajo había algunos puestos subrayados por la pluma de Nicholas. Era demasiado peligroso estar desempleado en una época en la que todo escaseaba. Leyendo la sección de actualidad, los ojos se le adormecieron por la noche que pasó despierto.

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Los músculos adormecidos le pedían que se moviera, y cuando lo hizo sentía todo el cuerpo demasiado pesado. Se sacó los lentes y frotó los desgastados ojos. Naturalmente, no terminó el libro, pero avanzó gran parte de la trama. No sabía qué hora era, pero al salir de la habitación y notar las primeras estrellas detrás de la ventana, supo que era demasiado tarde para cualquier cosa.

Estaba por prender la radio cuando notó a cierto escritor durmiendo incómodo en el mueble. Lo miró un momento sin creerse que se haya dormido leyendo el periódico. Con un suspiro, le quitó el diario y buscó con la mirada alguna cobija.

—¿Ya has acabado de leer? —Regresó la mirada al escritor quien con voz muerta se levantaba del sillón.

—Gran parte, pero no todo.

—¿Y qué opinas? —Sé acomodó en el mueble. Intentaba ponerse esa fachada seria que siempre lleva, pero era imposible con ese cabello despeinado y los ojos soñolientos.

El violinista se acomodó frente a él con una sonrisa

—¡Me gustó bastante! Cómo decirlo, la forma en la que escribes no solo llega a transmitir el mensaje sino también lo embellece de alguna forma. Los recursos literarios que utilizas son ricos ¡Y ni hablar de la prosa!

El escritor estaba por hacer un comentario, pero su casero le detuvo a tiempo.

—Pero, tengo algo que agregar. La escena, más bien la relación de Celestina y Kurt se siente muy superflua. Se supone que una relación romántica es la más sencilla de retratar para el escritor, pero eres la excepción a la regla, creo. —rio sin intenciones de sonar maligno.

Apoyó el rostro sobre una mano con un suspiro cansino.

—Nunca ha sido lo mío, los libros románticos.

—¡Pero esos son lo que están en pleno auge! Con una prosa como la tuya y una buena trama romántica, las muchachas te lloverían.

—¿Y qué buena trama romántica se te ocurre?

—No lo sé —dijo con un encogimiento de hombros—. ¿Qué tal si escribes sobre un amor que has tenido? He leído muchos escritos que se han inspirado en ello para sus novelas.

Los ojos azules de Charlie lo escudriñaron con un asentimiento de la cabeza.

—Está bien, lo intentaré. Voy a escribir un cuento corto sobre eso, tal vez pueda mejorar así el romance.

—¡Suerte en ello! —Le dedicó una radiante y sincera sonrisa—. Y me lo muestras, si...quieres una opinión.

Charlie asintió con lentitud y desinterés. Pese a que no tenía intenciones de mostrarle, porque era sobre él, la historia que iba a escribir.





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⏰ Última actualización: Oct 14, 2020 ⏰

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La Maldición Del EscritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora