|| Humanidad ||

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[Algunas semanas después...]

-Señorita Pierce...

Me volteo al escuchar la voz de Emily y detengo mi caminar.

Pensaba que un breve paseo por los jardines de la mansión, calmarían mi angustia luego de que Damon partiera a unirse al ejército confederado, pero mi corazón no ha dejado de doler por su ausencia. He estado tratando de hacer otras cosas, algunas tardes me pongo a tocar el piano, o a bordar en las finas telas que alguna vez pertenecieron a Lillian Salvatore, pero nada ha dado resultado. Éstas han sido tres angustiantes semanas sin saber casi nada de Damon, y al parecer soy la única que está muriendo de nervios y ansiedad por dentro.

Por otra parte, mi hermana no se preocupa mucho por la ausencia de su segundo amante. Ella se ha divertido al máximo con Stefan, tratándolo como a su novio/mascota/alimento. Ella sigue alimentándose de él y curando sus heridas para que nadie lo note luego. Sé que lo manipula y lo enamora falsamente, prometiéndole un futuro brillante que nunca ocurrirá.

Pobre Stefan. Si tan solo pudiera compartir mis reservas secretas de verbena con él.

-Dime Emily -digo seria cuando ella al fin llega a mi lado.

-Su hermana la estaba buscando. Quiere hablar con usted, ahora -dice tratando de recuperar el ritmo de su respiración por tratar de alcanzarme.

-¿Qué puede ser tan importante para que sea ahora mismo? -frunzo el ceño. -Planeaba dar un paseo.

-No me especificó más señorita Elena. Solo me pidió que la buscara y le diera su mensaje.

Luego de unos segundos, asiento en silencio y de mala gana, sigo a Emily de vuelta a la mansión. Ya adentro, subo las escaleras para llegar a nuestro cuarto compartido y mi gemela sonríe de inmediato al verme parada en la puerta.

-Elena, -dice juguetonamente mientras arregla sus rizos frente al espejo. -¿Por qué esa cara de pocos amigos? -frunce el ceño y se voltea para mirarme preocupada. De manera exagerada, claro.

-Interrumpiste mi paseo -suspiro secamente. -¿Qué necesitas decirme, Katherine? -avanzo en la habitación y me siento en mi cama.

-Directo al grano ¿Eh? -sonríe y avanza hasta su cama, sentándose frente a mí. -Quería anunciarte que Stefan y yo nos iremos a final de mes.

-¿Qué? -alzo mi voz. -¿A dónde? -ahora soy yo quien frunce el ceño curiosa y confundida al mismo tiempo.

-Nos escaparemos de todo y de todos -sonríe de manera teatral como una niña enamorada.

-Katherine...

-Shh shhh -me detiene y se acerca a mí. -Hermana, sé que estás loca por Damon -sonríe maliciosa y me quedo sin aliento. -Así que, como regalo... te lo daré. No me interesa de todos modos -retrocede y vuelve a sentarse en su lugar.

¿Ella está bromeando? 

-¿Me lo das? -digo indignada. -Katherine, los hermanos Salvatore no son objetos. Deja de tratarlos como marionetas -me levanto de mi lugar y siento un escalofrío recorrer mi espalda cuando ella toma bruscamente mi mano.

-Elena, ven -me obliga a sentarme a su lado nuevamente. -¿Sabes por qué Damon no te quiere? Es porque eres aburrida -bufa y finge un puchero. -Él quiere estar conmigo porque sabe de mi condición, y la acepta. Él quiere ser vampiro como yo, ser loco y aventurado, apasionado... y además, quiere estar eternamente a mi lado.

No digo nada al sentir mi corazón contraerse de tristeza en mi pecho. Solo muerdo mi lengua para evitar armar un alboroto mayor o ponerme a llorar como una idiota.

Sabía que ellos sabían. Y sabía que Damon la quiere por su condición.

-Así que... te pregunto por milésima vez, -continúa Katherine. -¿Quieres ser como yo? ¿Quieres este hermoso regalo que puedo darte y así ser feliz con Damon como yo lo soy con Stefan, por siempre y para siempre?

Siento mis oídos zumbando por la presión.

Esto es... es descarado.

Desde que Katherine fue transformada en lo que es ahora, hace un par de meses antes del incendio que nos hizo perder todo, me ha ofrecido ser igual a ella incontables veces. Me ha ofrecido su sangre una y otra vez, para que estemos juntas por la eternidad, sin envejecer, sin enfermar, sin morir nunca.

Pero no puedo aceptar. Quizás suene tonto, o infantil, pero amo mucho mi humanidad como para renunciar a ella.

Desde el día en que Katherine conoció a Adrien, su secreto novio francés quien supe más tarde le regaló su don como vampiro, ella dejó de ser quien era. Y claro, la antigua Katherine que literalmente era mi alma gemela, murió por amor y revivió como alguien completamente distinta. Adrien desapareció de su vida tal como llegó. Le rompió el corazón.

Y sí, mi hermana antes también era algo odiosa y engreída. Un tanto manipuladora, consentida y oportunista, pero cuando se convirtió en vampira, todo aumentó al extremo, llevándola a ser alguien completamente irreconocible para mí, alguien sin corazón, sin empatía. 

No quiero que eso me pase a mí. No quiero convertirme en algo tan oscuro solo por amor, menos cuando sé que Damon ni siquiera está interesado en mí.

Él no me querrá tampoco siendo como mi hermana. Al final de cuentas, él está enamorado de ella, de su personalidad. No de la mía.

-No -respondo cortante pero sin ser mal educada. -Gracias Katherine, pero prefiero seguir siendo la aburrida humana que es ignorada.

Ella rueda los ojos y me suelta al fin.

-Elena... odio ver como sufres por la ausencia del idiota de Damon. Él no merece tu dolor -me mira seria.

-Si te afectara tanto mi dolor, no te habrías involucrado con ambos hermanos Salvatore sabiendo mis sentimientos por uno de ellos -digo furiosa. Ella presiona sus labios en una línea recta.

-Sabes que amo jugar con los hombres -se encoge de hombros. -Ellos hacen todo por ti. Te consienten, te alimentan... y te dan placer -me guiña un ojo y siento asco por escucharla hablar así de quién ya creo empezar a amar. -No es nada personal hermana, sabes que mi corazón es de Stefan. Damon es... un juguete más -hace un gesto con la mano quitándole importancia a sus palabras y luego sonríe. 

Ella se levanta de su cama otra vez y me deja con miles de palabras atascadas en mi garganta.

-¿Algo más que quieras decir? -pregunto aguantando las lágrimas en mis ojos. Me levanto de mi lugar y el pomo de la puerta ahora está en mi mano.

-No -dice ignorándome. -Pero mi oferta sigue en pie. Piénsalo, te queda poco tiempo. Stefan y yo planeamos irnos a fines de este mes -me mira seria frente al espejo. -Si quieres a Damon, debes ser como yo. Bueno, eso si es que vuelve con vida algún día -sonríe despreocupada y salgo de una vez de la habitación hecha una furia.

Ya no quiero oír sus venenosas palabras.


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Nos leemos el próximo Domingo, espero les haya gustado el capítulo ;) 

Wish you were mine [Delena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora