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Philip.

Como una pluma.

Así me sentía en ese preciso momento. Como una pluma. Tan ligero y dichoso. Como si el viento pudiera arrastrarme hacia cualquier dirección que él quisiera, y no era para nada desagradable, de hecho me gustaba ¿a quién no le gustaría volar? Es una sensación asombrosa. Perfecta.

Por supuesto, como dije anteriormente nada es perfecto. Incluyendo las sensaciones. Por un momento me sentía en el cielo, y al siguiente era como si una ballena hubiese querido montarse sobre mi espalda y un orangután hecho sus necesidades en mi cerebro, lo que equivale que me sentía más allá de fatal. Sin contar que miles de preguntas rondaban por mi mente, como si una araña tejiera centenares de preguntas en mi cabeza, cada vez más y más preguntas se iban formando. Lo peor es que no recordaba mucho. Tenía pequeños vistazos de situaciones que había vivido. Sabía lo que era tal cosa, pero no podía ver rostros, estaban completamente borrados de mi mente. Y ¿quién soy yo? Recordaba mi nombre, pero quién era para mí seguía siendo un misterio absoluto.

- ¿Philip?-. Esa voz. Reconocía esa voz. - Oh gracias a Dios, oh gracias a dios, gracias-. Su voz le trajo algunos recuerdos en forma de bombas que caían de aviones, los cuales mentalmente llamo aviones del recuerdo causándole una pequeña risa que sonó más como un siseo, pero aun así no eran los suficientes. - Debo llamar al doctor, no te muevas...bueno no es como si pudieras pero, no hagas ningún esfuerzo ¿entiendes?

Salió corriendo y gritando tan bulliciosamente llamando a alguien cuyo nombre parecía ser Dr. Kemnis.

El revuelo se escuchaba por todo el pasillo e inmediatamente un doctor y varias enfermeras irrumpieron en la habitación, ¿qué pasó con ese dicho que dice que luego de la tormenta viene la calma? Porque parecía que nunca sería capaz de apreciar dicha calma, solo quería estar en paz, también quería respuestas pero nunca le agradó que a su alrededor hubiese mucho escándalo y menos sintiéndose como lo hacía, así que en ese momento solo quería descansar y no volver a la realidad hasta dentro de un par de días. Como diría Uriah, se sentía como doscientas libras de mierda. Uriah. Empezó a hiperventilar, fue como si el recuerdo le hubiera dado de lleno en la cara. Uriah. Su nombre resonaba una y otra vez en su cabeza, como si fuera su mantra. Su avión del recuerdo con las puertas del compartimiento abiertas de par en par dejó caer todas y cada una de las bombas que contenían recuerdos de momento que tenían que ver con Uriah.

-Uriah..Ur-iah.. - necesitaba verlo, ahora que recordaba quien era. También lo necesitaba. - Uriah. Hmph..-. Por alguna extraña razón no podía dejar de susurrar su nombre entre balbuceos y quejidos, como si su mente y boca se hubieran complotado y solo pudiera pronunciar su nombre. Y por alguna otra razón sentía un palpitar en su ojo derecho y un pequeño dolor de cabeza que comenzaba en su sien, aun cerrando los ojos no pudo ahuyentar las molestias.

Entonces entre millones de preguntas que surgían de la boca del doctor, y pitidos y zumbidos que emitían las maquinas a su alrededor encontró el camino hacia la oscuridad. De nuevo. Paz.

¡URIAH!

Fin

Limites de PerfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora