Capítulo 0.3: Agua cristalina

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Aún con la mente perdida, Hansol no sabía porqué estaba ahí encerrado. Nada más de haberse levantado se percató de que esa no era su habitación y antes de que pudiese incorporarse de la comodidad de las sábanas sus muñecas sintieron una molestia. Bajó la mirada a sus manos y cuerdas se enrollaban alrededor de estas como malas enredaderas. Observó la habitación en la que estaba y el sudor frío bajó por su cuello. 

Las paredes eran de un color rosa pastel, pero lo que más le sorprendió era la decoración, repletas de fotos suyas y de sus compañeros. Nada fuera de lo normal, era la habitación de alguna chica fanática de Seventeen. Pero la cuestión era: "¿Por qué estoy aquí?" 

– Veo que te has despertado, Vernon... – era la voz de una chica.

Giró el cuello tan rápido que le crujieron las vértebras, bufó por el dolor y no pudo aguantarlo más. Se desplomó de nuevo. Puso la mano encima de su cabeza. El mundo le daba vueltas.

– Tranquilo. – la voz femenina se acercó a él y Hansol quiso alejarse.– Estás bien, no te voy a hacer nada malo.

Era una de esas sasaeng, le habían secuestrado. Mierda, mierda, mierda.

– No estás infectado...– ella suspiró de alivio.

La chica era de complexión algo rellenita y con cabello corto que recogía en una pequeña coleta. Sus pequeños orbes se escondían detrás de un flequillo y unas gafas de cristales gruesos. Estaba vestida con unos jeans y una camisa de color blanco, que estaba manchado de... ¿Sangre?

– ¿Infectado? ¿De qué hablas? – su tono de voz estaba tornándose agresiva. – ¡Desátame! 

– De verdad, cálmate. – insistió ella.– Te desatare sólo si te calmas y me escuchas.

El americano estuvo a punto de escupir varias groserías, pero de verdad que la chica parecía pasarlo igual de mal que él. Si se fijaba más su piel estaba teñida de un tono grisáceo y unas enormes ojeras negras se marcaban notoriamente. Lucía enferma, muy enferma.

– Bien, seguramente no me vayas a creer, pero... – se sentó en una silla que estaba al lado de la cama. Suspiró. – Agh... ¿Por dónde empiezo?...

– Empieza por cómo es que estoy aquí. – atacó.

– Verás... No sé que estabas haciendo antes de todo el caos, pero te encontré tirado en medio de la calle con la cabeza sangrando...

🧠

Wonwoo estaba observando el techo como si fuera lo más entretenido del mundo. ¿Cómo habían acabado de esa manera? Pensó, varado en la orilla de su mente. Entonces escuchó un portazo, indicando que alguien había entrado. No se molestó ni a ver quién era, reconocería esos pasos arrastrándose en cualquier lugar. Sintió un peso muerto tirándose en el mismo colchón donde estaba acostado y esa vez sí que bajó la mirada para verificar sus sospechas. Si, era Seungkwan.

– ¿Acabas de ducharte? – preguntó mientras mimaba el mojado cabello de su menor.

– Si... – se acomodó bajo su brazo. – Oye Wonwoo... ¿Qué tal está Minghao?

– Todavía no se ha despertado. – desvió la vista hacia la cama contigua a la suya, donde dormían Jun y Minghao enredados entre sí como gatitos. – Mírales. – rió bajito.

– Me alegro de que al menos esté descansando. Nunca le he visto de esa manera.... Parecía un... parecía un niño perdido en medio de un centro comercial.

– Pffft, vaya comparación. 

– No te burles. – goleó su pecho. 

Tras unas breves risas volvió a observar el techo, esta vez con la compañía de Seungkwan.

Los hijos del Edén [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora