El ajetreado pasadizo lleno de vida -y gente- por el que estaban circulando apresurados también estaba colmado por los deseos de salir de ahí, del estrés y la ansiedad de nunca más ver los rayos del astro padre. La comida y agua de sus estómagos se revolvía y saltaba junto a ellos cuando bajaban las andrajosas escaleras, intentando no chocar unos con otros y al mismo tiempo no caerse. En varias ocasiones más de uno estuvo a punto de comerse los escalones con una guarnición de patatas fritas incluida.
Entonces una conclusión iluminó sus cerebros cegados por el recelo. ¿Y si era una trampa? ¿Y si eran sacrificios para esos monstruos? La duda penetraba rápido en sus cabezas. Se miraron recíprocamente, apretando sus deshidratados labios en una fina línea. Aunque si debían de admitir varios hechos, era que daba igual si estaban solos o si iban a ser obligados a convertirse en el aperitivo de aquellos caníbales; es que en ambos casos veían el mismo final. La muerte.
Si se quedaban ahí encerrados, por muy seguro que fuera, debían de salir a las calles para buscar alimento, calles que más probablemente estarían infestadas de esos seres. Las abiertas interrogantes carcomían a los muchachos por dentro, bueno, no a todos. Por ejemplo Seungkwan sollozaba de la felicidad por ser rescatado y Soonyoung bajó la guardia; siguiendo ciegamente a esos militares sospechosos sin la más mínima suspicacia.
¿Por qué estaban dudando del ejército de su propio país? ¿Es que acaso no confiaban en ellos? Pues no, nadie de los que les estaban guiando daba ni un pelo de confianza. Eso era diferente. Portaban los trajes de militar, eso era cierto. Pero de alguna manera era muy diferente, el traje típico militar era verde y marrón. El de esos soldados era rojo, ¿querían llamar la atención? En sus vidas vieron ese tipo de vestimenta en un militar.
Seungcheol entrecerró los ojos analizando la escabrosa situación, no podrían atacarlos si algo pasara ya que estaban armados además de que seguramente eran unos profesionales en combate cuerpo a cuerpo. Imposible de abatirlos en una emboscada, a parte de que eran un montón, a lo mejor veinte sujetos, armados y con amplio conocimiento en las artes de la lucha. Chasqueó con la lengua.
Se encontraban en lo alto de la cúspide del triángulo de concepciones que nadaban libremente entre sus neuronas. Luchaban por saber si tirarse a un lado de la figura o a la otra. Estaban tan sumergidos en sus cavilaciones que parecía que iban a devanarse los sesos a ese punto irreversible de sus vidas.Los militares prestaban mayor atención a Mingyu de forma muy notoria, ni se molestaban en disimular. ¿Quizás era porque Mingyu aparentaba ser el más fuerte? Porque era la verdad, de entre ellos uno de los más capaces era el moreno, con una imponente altura y un cuerpo musculoso, atlético y potente, con largas extremidades. Pero no sabían el detalle de que el alto era incapaz de matar ni a una mosca y por ende, el que más idóneo era para romper unas cuantas mandíbulas era el integrante al que dejaban atrás por su apariencia escuálida e inofensiva. Pero no, Xú Minghao tenía unas agallas aterradoras. Si te metías con sus amigos, te metías con él; y que se diga no era una experiencia placentera, sino todo lo contrario. El chino era un luchador de artes marciales y karate excepcional. Además de que fue entrenado para ser una máquina de matar con los nunchucks.
Por otro lado, las pupilas de Chan tampoco dejaban de pasearse de un lado a otro sin cesar. "Arma, cuchillo, pistola..." Repetía alternando en su cabeza,no despegaba su atención de esas armas mortales. Al fin llegaron al último piso, que estaba vacío, nada más que camillas y unos cuantos pedazos de basura por ahí y por allá que decoraban el lúgubre lugar. Pero eso no era todo, salieron y se quedaron boquiabiertos al ver el desastre que hicieron con la ciudad. Coches volcados e incluso en llamas. Manchas de color escarlata dibujaban en el suelo flores irregulares, un campo de tulipanes rojos hechos de sangre. Por fortuna no visualizaron ningún resto humano, de cualquier manera no veían mucho, era de noche.
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Los hijos del Edén [SEVENTEEN]
Fiksi Penggemarsısdılɐɔodɐ 【La humanidad iba a pagar el precio de sus pecados, y lo iba a pagar caro . 】 Este mundo era mundano, egoísta, despreciable y mezquino. El mundo está podrido, desde la superficie hasta sus profundas entrañas... Pero no había de que pre...