Lluvia y tristeza

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Cuando lo ví no podía creerlo, me quedé petrificada, mi pecho dolió, sentí náuseas y un ardor que se instaló en la boca de mi estómago.

Ahora solo miró mis pies que caminan a prisa pisando los charcos de agua que esta interminable lluvia deja a su paso, no puedo si quiera levantar la mirada; los chorros de agua escurren por mi cara, tengo frío, estoy temblando y caminando sin un lugar a dónde llegar.

Cuando ví a mi prometida besando tan amorosamente a un chico sentí que me derrumbaba. Creí que pasar por ella a su trabajo era buena idea. Malditos sean los 20 minutos que salí antes.

¿Es tu novio? —fue lo único que atiné decir después de haber contemplado la escena durante varios instantes en los que hubiera querido arremeter contra ambos, pero me quedé inmóvil en cuanto vi a mi chica salir de la cafetería tomada de la mano de ese tipo y después pasar sus brazos por su cuello y besarlo tan cariñosamente. Cuando lo ví solté el ramo de rosas que traía para ella cayendo al suelo, y desde el otro lado de la calle contemplé helada la dolorosa escena. Crucé la calle solo para plantarme frené a ellos, deseando con todas mis fuerzas haberme equivocado y confundir a mi novia con otra chica. Pero con cada paso que daba me aproximaba más a mi devastadora verdad, y a cada paso mi triste destino me confirmaba que no estaba equivocada. Era ella, la mujer con la que se supone me casaría pronto.

La pareja se separó al escuchar mi voz, el chico me miró desconcertado, y en el rostro de ella se formó una expresión de horror creciente.

Sí, soy su novio. ¿Quién eres tú? —respondió el sujeto que al parecer, al igual que yo, no entendía nada.

Sentí como si me dieran un puñetazo en el estómago.

Miré hacia ella, sus ojos me miraban con pánico, su boca parecía incapaz de responder.

—¿Es así, Yuqi? —pregunté esperando una respuesta.

Ella no salía de su estado de petrificación. Parece estar hecha de piedra ahora mismo.

¿Quién es ella? — le preguntó el chico totalmente confundido.

Sus ojos se humedecieron, fue la única reacción que obtuve de su parte.

Ya entiendo —dije cuando noté que ella no traía puesto el anillo.

Di media vuelta y caminé hacia el lado contrario, alejándome del lugar de la escena, pisé las flores que dejé caer hace unos momentos y agaché la mirada.

Para mi mala suerte comenzó a llover.

¿Porque no corrió detrás de mí?

Cuando abandoné el lugar mi corazón con ilusión deseó sentir a mi chica abrazarme por detrás y pedirme perdón. Esperé escuchar sus pasos detrás de mí y obligarme a detenerme; esperaba que ella me diera una explicación, una justificación por absurda que fuera.

No me marché demasiado rápido, de hecho... Mis pasos fueron realizados con lentitud con la intención de que ella pudiera alcanzarme.

Cuando giré mi vista hacia atrás, obligada por la quimera de divisarla aproximándose a mí con desespero, no la encontré en presurosa precipitacion hacia mí... De hecho, no la encontré.

Me rendí.

Mi corazón, aunque destrozado, estaba dispuesto a perdonar todas las transgresiones, pero ella no procuró dicha conmiseración.

Retomé mi camino arrastrando los pies, con la mirada hacia el suelo, y la aspersión de las oscuras nubes bendiciendo y alentando mi tristeza.

Me detuve en un puente, ni siquiera se cómo es que llegue hasta ahí. Observé el anillo de compromiso que tenía en el dedo, y comprendiendo que ahora mismo perdía todo el valor sentimental que yo le otorgué, lo arranqué de mi dedo y lo arrojé lejos.

Y lo vi perderse en la lejanía de la oscuridad, entre los borrosos trazos de las innumerables gotas de lluvia, y por último en las eternas aguas del mar.

¿A quién se imaginan como la narradora de esta historia? Los leo.

G IDLE One Shots [SMUT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora