Capítulo I O2

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Él príncipe fue llevado al castillo sin su consentimiento, fue presentado al rey, y esté, ordenó que fuera llevado al lugar dónde lo amaestrearian

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Él príncipe fue llevado al castillo sin su consentimiento, fue presentado al rey, y esté, ordenó que fuera llevado al lugar dónde lo amaestrearian.

Él príncipe fue encerrado en una habitación oscura y sin color. Su vida se tornó de un blanco y negro.

El tiempo para él pasaba muy lento, pasó años allí dentro, hasta que un día, por fin, salió, salió de ese lugar horrible y sin color.
Pero salió para ser aún más infeliz en ese castillo, que para él, era de cristal, las personas que lo habitaban eran de hielo, y él, una simple flor que se estába marchitando en ese gran jardín congelado.

Él príncipe fue abusado una y otra vez por esa persona que se hacía llamar "Rey". Él príncipe fue humillado una y otra vez por las putas que el rey llevaba al castillo. Él príncipe fue golpeado una y otra vez.

🥀🥀🥀

¡Él solo aclamaba castos besos sinceros!
Su piel pura, anhelante, de recibir dulces decretos.

¡Patéticos! Patéticos eran sus suspiros que nombraban nombres en la soledad de esa habitación.

¡Gritó! Lo poco que le quedaba de vida, desdichada alma, que ¡jamás! Volverá a sentir el calor desnudo de una persona que lo ame de verdad.

🥀🥀🥀

─¡Eres un jodido bastardo! - grito el pelinegro lleno de cólera mientras tocaba la mejilla derecha anteriormente golpeada que emenazaba con tornarse de un color morado.

─Oh, cariño, deberías ocupar tu linda boquita para algo más que solo lanzar maldiciones a los mil vientos. Recuerda que aquí no hay lugar para las lágrimas.

Seguido de eso fue lanzado a la cama, y, sin preparación alguna, embestido sin compasión, rasgando sus paredes y haciéndole sangrar. Lo único que se repetía en su mente era la hermosa sonrisa de la persona que lo amó, esa persona que no debería ser recordada en tan horrible acto.

🥀🥀🥀

El reino estaba teñido de blanco, los techos de los hogares eran cubiertos por las más finas capas de nieve, tan blanca, tan pura, las chimeneas expulsaban el humo grisáceo para mantener los hogares cálidos, donde yacían muchas familias celebrando la Navidad, lo que para muchos era un día lindo y especial, para el príncipe solo era otro día más en su prisión congelada, donde el yacía marchito y mirando hacía el exterior. Los ríos estaban apenas fluyendo y el estanque más cercano en estos momentos estaba congelado. Lo único que podía escuchar era el viento chocando contra las ventanas de su alcoba.

El castillo del sur... Un lugar frío y dueño de muchas historias que se contaban a los alrededores, un castillo solitario y asfixiante a pesar de contar con la presencia de los guardias, la certidumbre, los caballos y los jardines - que yacían congelados y marchitos - se seguía sintiendo tan asfixiante y tan lleno de soledad.

Cómo la hermosa mariposa que yacía con él en ese castillo.

Un suspiro se escapada de los acorazonados labios del pelinegro que seguía observando el paisaje invernal. Con sólo una pregunta que daba vueltas en su mente, ¿Cuándo abandonaría ese castillo donde solo estaban él y la mariposa?
Su estadía en el castillo había sido tan larga... 4 años de aprendizaje y confinamiento lo han atrapado y consumido casi en su totalidad.

Solo faltaban unos días para su cumpleaños número 20 y con ello más cosas horribles se acercaban. Más cambios que desgraciarían aún más su vida.

Aún recordaba cuando fue separado de su familia y su amado a los 15 años y todo por el deseo del Rey. El hombre había perdido a su mujer - nuevamente - hace unos años atrás, se rumoreaba que él la había matado porque la había encontrado con otro hombre en la cama, - pero solo eran rumores que no estaban confirmados, podía ser verdad o mentira -. Debido a eso un día decidió volver a tomar las riendas de su vida; y la idea de una nueva pareja se hizo en su mente. Pero se fortaleció cuando recordo a aquel muchacho de hebras tan negras como la noche más hermosa, y fue ahí donde una tardia búsqueda comenzó para encontrar al chico de hebras negras cual carbón.

Para el Rey ese chico de cabellos negros era la flor más bella que había en ese jardín, todos los días él salía del castillo para ver a aquel chico pasear de la mano junto a otro, así pasaron los años, hasta que con el tiempo, se olvidó de él.

Pero el príncipe fue tan desdichado de que el Rey le recordará justo cuando buscaba a una nueva pareja - o mejor dicho, a él -.
Un día como cualquier otro el príncipe salía de la casa donde su amado descansaba, cuando en la puerta, unos hombres vestidos con la mejor armadura y unos grandes caballos negros e impotentes yacían esperándole, lo montaron en uno de esos animales y se lo llevaron a ese gran castillo congelado, que cuando era niño admiraba con tanto fervor.

El rey se alegró de por fin tener al príncipe que había robado sus pensamientos hace unos años atrás, así que para celebrar aquello, les dio a sus guardias el mejor manjar que probarian en su miserable vida.

Al rey no le importaba si el príncipe era feliz o no, a él solo le importaban sus deseos y no le importaría tener a la flor encerrada en esa prisión de hielo, pronto lo llegaría a amar, pero mientras eso sucediera él seguiría sin poder salir al exterior, solo admiraria el paisaje desde la ventana, contemplando a los niños volar libres como una mariposa y a los enamorados jurandose miles de promesas que el viento se llevaría después de un tiempo.

Promesas rotas, sueños rotos y corazones destrozados que serían olvidados conforme las menecillas del reloj avanzarán.

Y dos almas que fueron separadas solo por la ambición de un rey.



─YEY YEY

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─YEY YEY

ҼƖ Ƥɾí́ղƈíƥҽ ƑƖօɾ [[ƘօօƙV]] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora