Capítulo 1. Desastres en el instituto

3.3K 74 3
                                    


Fernanda

Hoy empezaba la semana de colegio, de nuevo y yo estaba que me quería matar (literal), la alarma no dejaba de sonar que tuve que apagarla y como no me obedeció, me levante de la cama poniéndome mis pantuflas de los osos escandalosos, me dirigí a la ventana. La abrí y lancé el despertador.

Volví a recostarme en la cama, la puerta de mi habitación se abrió dejando ver a mi hermano mayor que me miraba con desaprobación. Gruñí. ¿Alguien me puede dejar dormir en paz?

—¡Concha tu madre, salte de mi alcoba! —me paré empujando la puerta de un portazo.

—¡Má! ¡Fer no quiere levantarse! —gritó.

Rodé los ojos, aburrida de todos los días.

Salí de mi cuarto enfurecida, le caí encima. El pataleaba de dolor, ya que le empecé a dar golpes en su lindo rostro de chico bueno, o mejor dicho de Playboy que quiere cojerse a medio mundo. El intento levantarse conmigo arriba de su abdomen, lo rasguñe los brazos y la cara se encontraban rasgados.

Llegó mi mamá saliéndole humos por las orejas, me separó de mi hermano mientras que el corría a el baño a mirarse su rostro. Pegó un grito que oí de cerca las maldiciones y groserías que soltaban dirigidas a mi.

Me carcajeé tapándome la boca de burla, mi mamá me lanzó una mirada amenazante de que hablaremos en el desayuno.

Refunfuño entrando a el baño, me quite la pijama y me bañe, salgo con la toalla puesta. Caminando por el pasillo, gire a la puerta derecha que es mi habitación, me acerque a el ropero a buscar el horrendo uniforme escolar que consiste en una camisa blanca acompañada de una corbata, una falda azul con los zapatos de la escuela.

Me tardé más o menos diez minutos en vestirme, agregando el peinada rápido que me hice. Me cuelgo la mochila en los hombros lista para irme directo a el instituto. Bajo las escaleras corriendo, esquive las mesas decorativas de los rincones.

—Los quiero a todos, menos a ti —señaló a mi hermano herido.

Tome el panecillo de la mesa y me lo comí caminando por el pasillo de la salida de la casa salí a el patio trasero, camino un poco y entonces llegué a estar fuera, cierro el portón.

Volteándome me encontré con los ojos verdes de mi mejor amigo mirándome fijamente.

—¡Siete! —corrí a abrazarlo, el me enrollo en sus brazos—, no sabes cuanto te extrañe...

—Nos vimos ayer —se echa a reír de mi.

—Joder, eres como un hermano para mi, ¿lo sabes? —me acercó a su rostro y el se me queda viendo el cabello.

Tomó un mechón de mi cabello, entrecerrando los ojos preguntó.

—No te despintasteis el cabello —me pregunta y yo miró hacia otro lado—, Fernanda Valentina Villalobos Cortés, exijo que me respondas —El odia que me llamen por mi nombre completo, torcí los labios caminando dejándolo atrás.

El me siguió detrás ninguno de los dos dijimos absolutamente nada. Al llegar a el instituto, mis amigos se me acercaron a saludarme incluso mi primo, el chico engreído y odioso me saludó estrechando la mano y besándome la mejilla.

Sorprendida miré a siete que me miraba con asombro. Encogí los hombros, entrando a las aulas me senté de segunda y mi mejor amigo se sentó a lado mío. Cruzamos miradas y las desviamos prestando sumamente atención a el profesor de matemáticas.

Las clases siguieron su curso, el timbre sonó diciéndonos que el deseado receso había llegado. Por suerte, yo ya estaba a punto de entrar en caos, no entendía el tema nuevo de biología.

Enamorada de mi mejor amigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora