Capítulo 6. ¿Cita?

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Di un brinco de susto, el nunca me alzaba la voz lo que me sorprende hasta a el que dejó de hablar se calló, ya que la profesora se levantó de su asiento caminando hacia nosotros que estábamos formando un escándalo. Los estudiantes nos miraban sin parpadear desde que empecé a ignorarlo.

Cruzó los brazos mirándolo mal.

—¿Qué ocurre aquí? —nos pregunta. —¿Por qué están gritando en mi clase?

Suspiró dejándome caer en el asiento.

—Pregúntele a él —lo señaló.

—Dígaselo a la reina del drama —lo escuchó decirme.

–¿Reina del drama? Disculpa, ¿quién quería sacarme las palabras de la boca? Oh, si tú —le regreso de devuelta.

—No querías decirme, es que tú eres...

Lo interrumpí soltando un gruñido.

—¿Soy qué...? —mantengo la mirada—. ¡Dilo!

—¡Eres una niñata mimada de mami y papi! —abrí la boca sorprendida de lo que oí.

Tomó un bocado de aire y lo suelto diciendo:

—¡Tú eres un weon de quinta y nadie te dice nada! ¡Pinche perron! ¡Para que sepas si se mexicano! —le grité exaltada.

—¡Basta! —exclama la profesora mirándonos—, ustedes dos a la dirección, ¡ahora! No quiero oírlos actúan como niños de cinco años.

Nos miramos frunciendo el ceño.

—¡El empezó!

—¡Ella empezó!

Gruñimos saliendo del salón caminamos dirigiéndonos a la dirección del director Fabián por enésima vez de la semana. Tocamos la puerta esperando escuchar: un pase del viejo verde. Lo oímos y pasamos pidiendo permiso, el hombre giró su silla encontrándose con sus rostros no deseados aquí.

Está harto de nuestra presencia en la dirección. Si la frecuentamos a menudo nos metemos en problemas graves que involucran personas inocentes, por ejemplo: Dana y Mimi son testigos de las maldades macabras que hacemos todos los días.

El entrelaza sus manos, pensativo.

—A ver, ¿qué ocurrió ahora? —inquiere dándole un sorbo a su taza de café.

Siete abre la boca y el director le coloca una mano.

—Hablarás tú —lo señala— ¿cierto, Fernanda?

Rodeé los ojos fastidiada de esto.

—Fue culpa de Fernanda —dijo.

Voltee a verlo frunciendo el entrecejo.

—¿Qué? Querido director, su estudiante me estaba gritando —acuso haciéndome la víctima.

Se voltea a mirarlo y este se asombro que abrió la boca y los ojos.

—Es mentira. Dile Fernanda no te hagas la víctima —me dice.

Encogí los hombros con inocencia.

—Director, ¿me puedo ir ya? —pregunte ignorando su insistencia.

El asiente dándome el papel de detención.

Salgo del despacho del director soltando carcajadas y riéndome por todo el pasillo del instituto. No puedo creerlo, debería de ser actriz me vuelvo a reír de mi misma, caminó a el primer piso que está detención.

Miró por las ventanas sin poder creérmelo, el chico de detención se encuentra sentado mirando a la nada. Vendré más seguido a detención, me meteré todos los miércoles en problemas. No, mejor todos los días.

Enamorada de mi mejor amigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora