CAPITULO 1

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Hubo una fría lluvia el Sábado. Las gotas de lluvia se deslizaban por la ventana mientras la fuerte tormenta arrasaba con el exterior. Los árboles se movían frenéticamente por el terrible viento que azotaba aquella tarde de invierno. Los truenos tomaban fuertes y parecía que algo malo se avecinaba.

Christopher se sentó cerca de la ventana viéndola caer en charcos de barro que crecían en el césped. Tenia una desgastada copia de Hamlet en su regazo, un lapicero escondido detrás de su oreja y una taza de chocolate vacía a sus pies. Había prometido a sus padres, que mientras estos estuvieran fuera cuidaría de su hermano menor, Erick, quién tan solo tenía dos años menos que él.
-Chris. Dijó Erick, entrando a zancadas en su habitación. Esta lloviendo mucho, ¿puedo quedarme aquí contigo?
Una tierna sonrisa se formó en los labios del hermano mayor.
Desde que Erick era pequeño, siempre le habían dado terror las tormentas. Cuando aún era pequeño, sus padres le habían llevado a un psicólogo para que le quitaría esa fobia, pero tras varias sesiones, se dieron por vencidos. "No tienes que dejar que se refugie en tu habitación". Le decían sus padres a Christopher cada vez que el menor entraba a hurtadillas para refugiarse en su habitación. "Tiene que aprender a superar sus miedos solo".
Pero Christopher no pensaba lo mismo. Sabía perfectamente que si su hermano corría hacia él cada vez que había tormenta, era porque él era la única persona que le podía hacer sentir seguro.
-Claro. Dijó, dejando el libro sobre la mesilla de noche.
Mostrando una enorme sonrisa, Erick corrió hacia la cama de su hermano y se metió dentro, tapándose con las sábanas hasta la barbilla.

Era la una de la madrugada, cuando el sonido del timbre sonó por toda la casa y Christopher se tuvo que levantar para ir a abrir la puerta.
-¡Voy! Gritó bajando las escaleras.
Se dió un vistazo final en el espejo de la sala, luego abrió la puerta y se encontró a dos hombres con abrigos negros de pie en el porche. El agua de la lluvia que caía como una larga y espesa cortina, goteaba de los sombreros de ambos hombres.
-¿Es aquí la casa de los Blake?
-Si. Dijó Christopher, observando la placa de policía que ambos llevaban colgadas de sus abrigos. ¿Ocurre algo?
Uno de los hombres, el más joven, se quitó el sombrero y dejó que un mechón de pelo oscuro cayese sobre su frente.
-Es sobre vuestros padres...

...

El funeral de Albert y Elisa Blake se llevó a cabo dos días después de su fallecimiento, en el cementerio Memorial Plan Flagler Memorial Park.
Tanto Christopher como Erick, estaban rodeados de amigos y personas conocidas que les daban el pésame y se compadecían de ellos en voz baja.
Durante el poco tiempo que habían estado siendo huérfanos, habían vivido con la hermana de su madre, Emma. Ella trabajaba como policía en el centro de la cuidad y, como su trabajo era de muchas horas, se pasaba la mayor parte del día fuera de casa. Pero cuando estaba en casa, ella les trataba como si fueran sus propios hijos.
En ese momento ella se encontraba de pie al lado de ambos chicos, con los ojos rojos e hinchados, pero mostrándose fuerte.
-Chicos. Dijó, posando su mano en el hombro de Erick. ¿Por qué no vamos a tomar un refresco a un bar? Creo que nos vendría bien un poco de aire fresco.
Christopher asintió con la cabeza, a la vez que se secaba unas cuantas lágrimas que resbalaban por su mejilla izquierda.

Cuando llegaron al establecimiento, los tres se sentaron en una mesa y pidieron dos refrescos y un café.
-Chicos. Dijó la Tía Emma, quien jugaba nerviosa con sus dedos. Tengo una cosa que debo contaros.
-¿Qué cosa? Preguntó Christopher.
-Veréis... Comenzó diciendo. Ya sabéis que yo trabajo muchas horas al día y que mi trabajo no me permite estar con vosotros todo el tiempo que me gustaría. Así que he estado pensando, y creo que no soy la persona más apropiada para cuidar de vosotros.
-¿Que...? Comenzó a decir Christopher, pero su hermano pequeño se adelantó.
-¿Nos vas a abandonar?
-¿Qué? ¡No, claro que no! Dijó ella, agarrando la mano del más pequeño. Yo siempre voy a estar para vosotros, pase lo que pase, para lo que queráis.
-Entonces no entiendo lo que nos quieres decir. Dijó Christopher.
-Yo... he llamado a dos antiguos amigos de vuestros padres, los Glass y ellos han accedido a ser vuestros tutores legales.

Última sospecha [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora