CAPITULO 5

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A la mañana siguiente Erick se arrastró fuera de la cama, y después de un paso rápido por el baño, fué a la cocina. Allí encontró a Terry y Erin, sentados en la mesa. Habían llegado de madrugada de la conferencia que habían tenido en Los Ángeles, en la cual Terry había hablado delante de miles de personas.
Christopher también estaba sentado en la mesa, con una taza de café en las manos y el pelo alborotado, como si acabara de levantarse. Le miró por encima de la taza y le sonrió.
-Buenos días.
Erick se sentó en la silla de enfrente y llenó un bol de copos de trigo. Erinn había puesto fresas y una jarrita de leche que añadió a los cereales.
-¿As dormido bien? Le preguntó Christopher, quien aún estaba preocupado por lo ocurrido anoche.
Erick asintió con la cabeza porque acababa de meterse en la boca una cucharada de cereales.
-Bien. Dijó Christopher, sonriendo. Pues entonces prepárate, nos vamos de paseo.

Cuarenta y cinco minutos más tarde, Richard, Zabdiel, Christopher y Erick estaban en la costa, caminando por el paseo. Le habían dicho a Joel para ir con ellos, pero este les dijó que ya había quedado con Lucas, cosa que desagradó bastante a Erick.
Mientras caminaban, disfrutaban de los pocos rayos del sol que entraban a través de las espesas nubes grises. Cuando llegaron al final del paseo se fijaron en una pastelería, donde al otro lado del cristal descansaban un par de rosquillas colocadas sobre un plato de cerámica.
-Me parece que hace una hora entera que no he comido. Dijó Richard. Rosquillas glaseadas, voy a darme un gusto.
Avanzó dos pasos hacia la puerta.
-¿No necesitamos estar en una dieta estricta para jugar al fútbol? Le dijó Zabdiel, frunciendo el ceño.
-Sabes como chafarle a uno la fiesta. De todos modos, ¿qué daño puede hacerme una rosquilla de nada?
Ninguno de los presentes había visto comer a Richard una sola rosquilla, pero no dijeron nada.

Pidieron media docena de rosquillas glaseadas, y acabaron sentados en una mesa, cerca de la ventana.
-¿Christopher Blake?
Los cuatro amigos levantaron la cabeza para mirar a una de las empleadas de la pastelería, que estaba de pie junto a la mesa. Su uniforme de trabajo consistía en un polo lavanda y una placa de identificación a juego que ponía: 《Madeleine》.
-Perdona, ¿eres Christopher Blake? Le preguntó otra vez.
-Si. Respondió Christopher, intentando adivinar como sabía su nombre.
La mujer, quien sostenía un trozo de papel contra el pecho, se lo tendió.
-Esto es para ti.
-¿Qué es? Preguntó, cogiendo el sobre.
Se encogió de hombros.
-Un chico acaba de entrar y me ha pedido que te lo diera.
-¿Qué chico? Preguntó Zabdiel, estirando el cuello para mirar alrededor.
-Ya se ha ido. Ha dicho que era importante que Christopher recibiera el sobre. He pensado que a lo mejor era un amigo tuyo.
Christopher pasó el dedo por debajo de la pestaña y miró dentro del sobre. Contenía una hoja de papel y un gran anillo, nada más.
Miró a Madeleine, que tenía un rastro de harina en el pecho.
-¿Estás segura de que esto es para mí?
-El chico te ha señalado y ha dicho: 《Dale esto a Christopher Blake》. ¿Eres Christopher Blake, no?

Frunciendo el ceño, Christopher fué a sacar lo que había dentro del sobre, pero Richard le sujetó la mano.
-No te ofendas. Le dijó a Madeleine. Pero nos gustaría tener un poco de intimidad.
-¿De quién creéis que es? Preguntó Christopher a sus amigos, cuando Madeleine estuvo a fuera del alcance de su conversación.
-No lo sé. Dijó Zabdiel. ¿Qué hay en el sobre?
Christopher sacó el anillo y lo estudiaron en silencio. A simple vista se veía que era grande; era el anillo de un hombre, sin duda alguna. Era de hierro y, allí donde suele haber una piedra engastada, la pieza tenía forma de una mano en relieve: una mano apretada en un puño amenazador.
-Pero, ¿que...? Empezó a decir Zabdiel, pero se calló cuando Christopher sacó el papel.
Era una nota garabateada en negro:
《EL ANILLO PERTENECE AL PUÑO DE HIERRO. ÉL MATÓ A VUESTROS PADRES》.

Erick saltó de la silla y caminó rápidamente hacía fuera.
Sus amigos le siguieron y miraron a ambos lados del paseo marítimo. Saltaron a la arena e hicieron lo mismo. Había gente por toda la playa, pero no vieron ninguna cara familiar.
Zabdiel se mordió el dedo pulgar.
-¿Creéis que es una broma?
-No me ha echo gracia. Bufó Christopher, observando a su hermano, quien recorría con la mirada todo el lugar.
Hace un par de horas no creía a su hermano con respecto al "hombre que le estaba acosando", pero tras lo ocurrido ahora, se sentía como un tonto por no haberle creído. Si en realidad había un hombre que estaba intentando asustarles entrando en sus habitaciones y mandándoles notas amenazantes y extrañas, tenían que descubrir quién era y pararlo.
-Tenemos que ir al fondo de este asunto. Dijó Richard, caminando de regreso hacia la puerta de la pastelería.
Después de entrar, se dirigió hacia Madeleine.
-Tenemos que hablar. Le dijó a la mujer. ¿Qué aspecto tenía el chico? ¿Era bajo o alto? ¿Con el pelo castaño, rubio...?
-Llevaba gorra y gafas de sol. Respondió Madeleine, lanzando miradas furtivas a las otras empleadas de la pastelería, que empezaban a prestar atención. ¿Por qué? ¿Qué había en el sobre?
-Tendrás que hacerlo mejor. Le dijó Zabdiel. ¿Qué llevaba exactamente? ¿Había algún logo o algo en su gorra? ¿Tenía barba?
-No me acuerdo. Tartamudeó la chica. Una gorra negra... o a lo mejor marron. Me parece que llevaba tejanos.
-¿Te parece?
-Vamos. Dijó Christopher, agarrando del brazo a sus amigos. No se acuerda. Gracias por tu ayuda, Madeleine.
-¿Su ayuda? Saltó Richard. No nos ha sido de ayuda. ¡No puede aceptar sobres de chicos desconocidos y no recordar su aspecto!
-Ha pensado que era amigo mío.
-¡Eso es! Exclamó Madeleine. ¡Lo siento muchísimo! ¡Pensaba que era un regalo! ¿Había algo desagradable en el sobre? ¿Queréis que llame a la policía?
-Queremos que recuerdes que ponga tenía ese psicópata. Le espetó Richard.
-¡Llevaba tejanos negros! Bueno, estoy casi segura.
-¿Casi segura? Repitió Richard.
Christopher tiró de su amigo para sacarle fuera y lo arrastró por el paseo marítimo.
Erick le miró con temor.
-¿Mataron a nuestros padres?
-Claro que no. Le dijó Christopher, agachándose unos centímetros para quedar a su altura. Papá y Mamá murieron en un accidente de tráfico, esa es la verdad.

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⏰ Última actualización: May 05, 2020 ⏰

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