La primera mañana en Malibú amaneció muy calurosa, tanto que Christopher tuvo que abrir todas las ventanas de la casa para que entrase un poco de brisa marina.
Mientras desayuaban todos juntos, Erinn avisó a los chicos de que al día siguiente comenzarían en la nueva escuela.
-¿Y los libros? Preguntó Christopher, a la vez que se llevaba un trozo de tostada a la boca.
-Ya los tenemos todos encargados. Dijó ella. Terry pasará a por ellos cuando salga de trabajar. ¿Verdad, cielo?
-Claro. Dijó él.Tras vaciar de un solo trago el vaso de café, Terry dió un beso de despedida a su mujer, se despidió de los chicos y salió apresuradamente hacia el garaje.
Sabían que Terry trabajaba como empresario en una sucursal de la cuidad y que Erinn era quien se quedaba en casa haciendo las tareas, cuando no estaba reunida con sus amigas de la urbanización.
-Ya que tenéis todo el día libre. Les dijó Erinn. Podríais salir y conocer un poco Malibú. ¿Qué os parece?
-Es una buena idea. Dijó Erick, mirando a su hermano. Tal vez podríamos ir a la ciudad y conocerla.
-Claro.
Después de comer, los chicos se vistieron apresuradamente y se dirigieron a la entrada. Pero antes de que pudieran traspasar la puerta, una figura apareció por la izquierda. Era Erinn, quien medio corría hacia ellos.
Cuando llegó a su lado, agitada, apoyó una mano en la puerta y observó a ambos chicos.
-¿Ocurre algo? Preguntó Christopher, extrañado.
Aún jadeando por la carrera, Erinn metió la mano en su bolsillo y sacó tres juegos de llaves. Dos de ellas eran de la casa, pero la otra era diferente...
-Terry y yo hemos pensado que, ya que vivís aquí, es conveniente que ambos tengáis las llaves de la casa, para que podáis entrar y salir de ella cuando queráis. Dijó Erinn. ¡Ah! Y esta de aquí es para ti, Christopher. Tu tía Emma me dijo que ya tenías el carnet de conducir, así que te hemos comprado un auto.Abriendo los ojos de par en par, Christopher agarró las llaves y se las quedó mirando fijamente. Nunca había tenido un auto para él solo; siempre había conducido el que sus padres tenían, siempre y cuando ellos no lo necesitaran.
-Yo... Dijó, sintiendo como las palabras se le atacaban en la garganta. Yo...
-No tienes que darnos las gracias. Dijó ella, sonriente. Ahora vivís con nosotros, y queremos que tengáis una buena vida. Además, Malibú es bastante grande y el centro está bastante lejos. Prefiero saber que os trasladais seguros en un auto propio a que vayáis en transporte público.
Tras decir eso, la mujer abrió la puerta principal y guió a los chicos al garaje. Allí estaba la plaza de garaje vacía, donde Terry guardaba su auto. Justo al lado, en la plaza conjunta había un auto aparcado; este era de color rojo, con cinco puertas, tecnología de última hora. Un Mercedes.
-Vaya... Dijó Erick, pasando la mano por el capó. Es hermoso.
-Si. Murmuró Christopher, quien ya había abierto la puerta y estaba observando el interior.
Tras estar un buen rato admirándolo, sacó la cabeza del auto y miró a su tutora.
-¿De verdad que es para mí?
-Claro que sí. Dijó ella, alegre. Ya hemos hecho todos los papeles y todos están a nombre tuyo.
-Genial. Dijó Erick, sentándose en el asiento del copiloto. Simplemente genial.
-La pantalla es táctil. Simplemente tenéis que encenderla, decir al auto a donde queréis ir y el GPS os guiará hacia allí. Y para regresar tan solo tenéis que decirle al auto que queréis regresar a casa y él os traerá hasta aquí....
A las siete de la tarde el cielo se puso azul oscuro y Erick subió la cremallera de su chaqueta buscando más calor. Christopher y él salían del cine, después de ver El Sacrificio, y se dirigían al estacionamiento.
Habían pasado la tarde conociendo Malibú, hasta que Erick, el gran fanático del cine había visto uno y había arrastrado a su hermano hasta allí.
-Esa. Dijó Christopher. A sido la película más grotesca que he visto en mi vida. Como norma, ya no volveremos a ver nada que tenga que ver con el terror.
Erick rodó los ojos.
-¿Te puedes imaginar? Siguió diciendo Christopher. ¿Por qué el chico malo prendió la piedra en fuego antes de atacarla a ella? Cuando escuché su piel chisporrotear...
-Pues a mí me ha gustado. Dijó Erick, girando su cabeza para poder ver donde habían aparcado el auto. ¿Donde diablos está?
-Un momento.
Sacando las llaves de su bolsillo, Christopher apretó el mando a distancia y un fuerte ¡bip! ¡bip! se escuchó al otro lado del estacionamiento.
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Última sospecha [Cnco]
Misteri / ThrillerCuando los padres de de dos jóvenes mueren en un accidente de tráfico, los mejores amigos de la familia, Erin y Terry Glass, se convierten en los tutores de los dos chicos. Los Glass prometen a los chicos una vida mucho mejor en California para hace...