CAPITULO 4

73 10 0
                                    

Erick fué despertado por el sonido del timbre de su teléfono. Atrapado en mitad del sueño, colocó la almohada sobre la cabeza e intentó ignorar el sonido. Pero el teléfono sonó y sonó.
La llamada pasó a mensajes de voz. Cinco segundos después, el timbre comenzó a sonar otra vez.
Gruñendo, estiró el brazo sobre el lado de la cama, buscando a tientas hasta que encontró el teléfono sobre la mesilla de noche.
-¿Si? Dijó, entre un gran bostezo y con los ojos cerrados.
-¿¡Que pasó contigo?! ¿¡A donde diablos te fuiste?! ¡Y mientras dices eso, qué tal si me dices dónde estas para poder ir a estrangularte con mis manos!
Erick golpeó la frente con la otra mano.
-¡Pensé que te habían raptado! Siguió Joel. ¡Pensé que te habían secuestrado! ¡Pensé que te habían matado!

Erick intentó encontrar el reloj en la oscuridad. En el intento, golpeó un marco de foto en la mesa de noche y todos los cuadros que estaban tras ese también se cayeron por el efecto dominó.
-Me aburría un poco. Dijó. Y me fui a casa.
-¿Aburrido? ¿Qué clase de excusa es "estar aburrido"?
Los números rojos del reloj se enfocaron. Era un poco después de las dos de la mañana.
-Conduje por una hora en el estacionamiento. Dijó Joel. Lucas caminó todo el salón de juegos mostrando la única foto tuya que tengo en mi teléfono. Te intenté llamar como un billón de veces. Espera, ¿estás en tu casa? ¿Cómo llegaste a tu casa?
-Taylor.
-¿Taylor de los Calaveras?
-Bueno, no tenía muchas opciones. ¿O si? Dijó con sarcasmo. Te fuiste sin mí.
-Suenas a la defensiva. Bien, a la defensiva. No, no es eso. Suenas agitado... nervioso... excitado. ¿Él te besó, verdad?
Ninguna respuesta.
-¡Lo hizó! ¡Lo sabía! He visto en la manera en la que él te mira. Sabía que esto iba a pasar, lo ví desde una milla de distancia.
Erick rodó los ojos.
-¿Cómo fué? Presionó Joel. ¿Un beso melocotón? ¿Un beso ciruela? ¿O fué un beso al-fal-fa?
-¿Qué?
-¿Fué un besito, las bocas se abrieron, o hubo lengua? Olvídalo, no tienes que contestar eso. Taylor no es la clase de muchacho que lidia con preliminares. Allí hubo lengua, garantizado.
-¿Podemos hablar de eso después? Preguntó Erick, presionando el puente de la nariz.
-No puedo creer que estés pensando en dejarme con el suspenso.
-Estoy contando con que lo olvides.
-Muy poco probable.
-Nos vemos más tarde, Joel. Buenas noches.

...

El sábado por la mañana Christopher se levantó temprano, se puso un pantalón de chándal, una camiseta de manga corta y salió a correr.
Golpear los pies contra el suelo se sentía tremendamente fortificante y sudar expulsaba todos sus problemas. Estaba haciendo un gran esfuerzo por no pensar en la noche anterior, cuando Taylor le había llamado para quedar y él había aceptado sin ninguna clase de duda. Bien era que el chico era bastante atractivo y que había ayudado a su hermano a regresar a casa sano y salvo, así que rechazarle no le parecía muy buena opción.

El cielo estaba nublado, manteniendo el aire fresco y, después de que su cronómetro sonara para indicar tres millas, sonrió satisfactoriamente y se desafió una vez más, no muy dispuesto a renunciar a sus pensamientos privados sobre Taylor. Eso, y que estaba disfrutando enormemente. Había hecho mucho ejercicio últimamente, en sus entrenamientos de fútbol, pero sin lugar a dudas optaba por correr por la calle, lleno de olores de naturaleza.

En casa se dió un largo y lujoso baño, luego se paró frente al armario, mordiéndose el labio mientras examinaba su guardarropa. Al final, se puso unos jeans ajustados, botas oscuras y un jersey que le tapaba el cuello.
Solo faltaba una cosa, concluyó, mientras se miraba en el espejo. Su atuendo necesitaba un accesorio. Una bufanda.
Luego corrió escaleras abajo, embolsándose un billete de diez dólares, se despidió de su hermano, quién estaba estudiando sobre la mesa de la cocina y se metió en el auto.
Condujo directamente a Terry's, un restaurante en el centro de la ciudad que contenía un amplio conjunto de escaleras que conducían al mostrador y a un comedor circular. Dos pasarelas se extendían de un lado a otro del puesto de la anfitriona, llenas de mesas de aluminio industrial que eran parte del estilo vintage, parte estilo chic. Música de estilo big band sonaba a través del sistema estéreo, y por un momento, se sentía como si hiciesen viajado a través del tiempo y llegado a una taberna clandestina.

Última sospecha [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora