Estaba volando de un lado para otro, trayendo a cada alumno. Que volaban un poco gracias a la práctica del chico.
Terminando esa sencilla prueba, fueron a la "mansión" otorgada por la escuela. Mientras éste se subía a su habitación cansado por cargar con su poca fuerza a los chicos de primero. Todos.
— Joder, estoy aburrido —habló con la cara en su almohada— ¿Cuando volveré a casa?
Esa pregunta le dejo con más dudas, ¿Acaso volvería a ver a su hermana? ¿Que pasaría si el vuelve? ¿Lo extrañarán? ¿Que ha pasado con el bosque sagrado? ¿Porque cuando estaba por ir a por su querida hermana un estúpido portal lo trajo aquí? Con estúpidos mocosos, con personas con las que tiene que fingir a diario una maldita sonrisa para que no se den cuenta del dolor del hada.
Gloxinia quiere volver.
Gloxinia ya no quiere estar aquí.
Esos pensamientos hicieron que sentimientos de tristeza y decepción crecieran en el, por consecuencia intento retener los sollozos que salían de sus rosados labios. No quería llamar la atención, pero con cada maldito paso que daban, se aventaban con la excusa de las alas.
¡El solo quiere volver!
El solo quiere que todo sea como antes, que tengan una vida pacífica con su hermana, protejer a su gente, pero no.
Una guerra se desató entre los 4-5 clanes, y depositando su confianza en uno de los seres más egoístas junto a las diosas y demonios; Los humanos. Esos seres irrelevantes que no tenían poderes mágicos tan altos, que simplemente servían para estorbar a los clanes poderosos.
Ese clan que lo traicionó, cobrando en el acto la vida de muchos. En su tiempo pensó que igual su hermana había pasado ese mismo destino, ese cruel destino. Pero ya no había vuelta atrás ¿Verdad?
Dejó caer sus lágrimas, tenía suerte de que le dejaran su piso solo. Lloró lo más leve que pudo.
Dejo salir años de tristeza, se desahogo, limpiaba cada lágrimas que salía, y lo repetía ya que una nueva caía.
¿Acaso era tan estúpido para pensar en eso? Tal parece que si, era un idiota, un idiota que no sirve para nada. Un idiota que no pudo proteger a su pueblo, y mucho menos a su hermana.
Y siguió llorando, agradeció que nadie en ese lapso de dos horas se le haya acercado. Y después de eso siguio llorando, hasta dormirse con un dolor de cabeza momentáneo.
Deku caminaba con nerviosismo hacia la habitación de su sempai, cuando llegó se armó de valor para tocar. Pero no recibiendo repuesta, tocó otra vez y el mismo resultado.
Con cautela abrió la puerta, adentrándose a esa habitación de colores verdes, naranjas cafés y demás. Viendo que en la decoración había un gran árbol rosa, su mirada se fijó en su sempai.
—Lindo.
Soltó sin aviso, haciendo que el se sonroje por su propio comentario. Sacando su celular para conmemorar esa bella imagen, esa tierna imagen.
Y lo haría.
Pero noto que tenía restos de lágrimas en su cara, al igual que el diámetro de este estaba un poco rojizo.
Acarició su cabellos sintiendo su pelo terso en las yemas de sus dedos, tocando con delicadeza cada mechón rojizo que agarraba. Vio su rostro, era lindo.
Pero el sabía; Que si se enamora de el, se le hará difícil olvidarle a la hora de su salida.
Porque él no pertenecía aquí.
El odia aquí.