Verdades.

1.3K 103 17
                                    

Fue durante el almuerzo, una comida enorme que había consistido en pizza, fruta, ensalada, pan con mantequilla y algo de dulces, congeladas barras de Nanaimo, que finalmente le hizo la pregunta que tanto temía. Es hora de confesar, y espero que mis mentiras no hayan arruinado lo que está creciendo entre nosotros.
— ¿Trabajas para la CUP?— Arrojó él con indiferencia.
—Sí. Soy uno de sus agentes de campo, a cargo de la seguridad de los cambiaformas.
Darien, se recostó en el sofá, y se metió una cereza en los labios. Rodó la fruta roja con una agilidad que la hizo apretar los labios y la distrajo.
— ¿Cómo?
— ¿Eh? —Preguntó ella, sorprendida de la imagen mental de sus labios haciendo un striptease a su pastel. Él sonrió como si supiera el tren de sus pensamientos.
— ¿Cómo te convertirse en agente?
—En realidad, la primera vez que me presenté, me dijeron que no. Al parecer, a menos que tengas algún tipo de tecnología o grado en psicología, no contratan a las castas más pequeñas de cambiaformas. Algo sobre enviarles una presa a los depredadores que cazan. Pero después, salté sobre una banda de hienas que necesitaba una lección sobre la definición de la palabra no…
— ¿Qué?— Darien se levantó del sofá y Serena sonrió.
—Cálmate. Mi coneja se hizo cargo de ellos, pero en el proceso, mi singularidad llamó la atención de la CUP y recibí una invitación para unirme.
— ¿Así que ahí es donde aprendiste a disparar?
—No, mi padre me enseñó eso. Dijo que sabía lo que era que la gente te subestimara. En mi caso, lo decía, porque era una chica.
—Dile a tu padre que gracias. Tengo que decir que, cuando sacaste la pistola, estuve un poco preocupado.
Serena sonrió.
—Soy una chica de muchos talentos.
—Lo eres. —Estuvo de acuerdo, con su mirada humeando con un significado claro. Serena esperaba tontamente que dejara las cosas en eso, pero por supuesto, no lo hizo.
—Entonces, ¿De qué es esta operación de la que Taiki estaba hablando? ¿Qué tiene que ver conmigo?— Sus ojos se centraron en ella. —Y ¿cuál es exactamente tu parte en ella?
Ella no pudo sostener su mirada.
—Um, sí, quise acercarme al trabajo y ¿sabes? Un apartamento se desocupó, que coincidió con una nueva misión. Una que involucraba vigilar y proteger a un oso.
—Y exactamente ¿Contra qué necesito protección?
—Contra secuestradores y científicos locos.
Él soltó un bufido.
—Has olvidado a las conejitas locas y asesinas.
—Hey. ¿Todavía ofendido porque mi bonito y tierno trasero salvó al tuyo?
—Me ofende que hubieras pensado que necesitaba ayuda en primer lugar.
—Dice el oso que quedó atrapado en una trampa hecha con sus panecillos de miel favoritos.
—Estaba a punto de estallar cuando apareciste. —Se jactó él.
—Estallar en un sudor de alucinaciones tal vez. Está bien, oso de miel. — Ella le dio una palmada en la mejilla. —Ese será nuestro pequeño secreto.
— ¿Qué más has ocultado? —Sus ojos se clavaron en ella.
Con un suspiro, Serena le habló de la lista, y de los cambiaformas desaparecidos/muertos. Él no dijo una palabra durante su recital, pero su rostro se puso tenso.
— ¿Así que me estuviste siguiendo todo este tiempo?— Él se quedó en silencio, con la cara plácida, pero podía ver las ruedas girando detrás de sus ojos. No presagiaba nada bueno.
Serena se retorció en el sofá y evitó responderle con el acaparamiento de un puñado de uvas y haciéndolas estallar en su boca.
— ¿Serena?— Su advertencia de gruñido la hizo estremecer.
Ella masticó más rápido y tragó.
—Ya te lo dije, era la encargada de protegerte.
—Tengo esa parte. Pero, después de que fui secuestrado, pasaron horas antes que ustedes vinieran por mí, lo que significa que inicialmente, no sabías que me había ido aún. Entonces, ¿cómo captaste mi rastro?
Condenado abogado. Sólo tenía que ver el agujero en su historia.
—Yo también te había puesto un chip.
Él cruzó los brazos sobre su impresionante pecho.
—Explícate.
Serena decidió mostrarle. Se levantó y se acercó a él.
—Inclina la cabeza hacia adelante. —Le tomó un minuto encontrar el rastreador y quitárselo. Una vez que lo hizo, ella dio un paso atrás y se lo presentó a él.
— ¿Me pusiste un chip? —Su tono incrédulo la hizo temblar.
—Oye, no actúes tan indignado. Es la única razón por la que te encontramos a tiempo. Si no lo hubiera hecho, probablemente estarías drogado en algún laboratorio siendo afeitado para algún experimento.
— ¿Algo más que te importe compartir conmigo?
—En realidad no si es así cómo vas a actuar.
—Bueno, discúlpame si tengo un problema en ser tratado no mejor que un objeto. ¿Es eso todo lo que fui para ti?
Serena no se detuvo a pensar si era la mejor idea o no. Se fue con el instinto y se arrastró sobre su regazo. Para su placer, él no la empujó lejos.
— ¿Sería útil saber que quería decírtelo casi desde el primer momento en que te conocí? Nunca fuiste un objeto o simplemente un trabajo para mí. Odiaba mantener mi misión como un secreto para ti.
— ¿Así que no habrá más secretos?— Le preguntó poniendo sus brazos alrededor de ella.
—No. Y sobre todo no mantendré en secreto lo grande que es tu pene. Vaaaya.
Espera a que las chicas de la oficina lo escuchen. Estarán tan celosas de mí.
— ¡Serena! No hablarás de mi pene o cualquier otra cosa de mí alrededor de nadie.
—Demasiado tarde mejillas dulces. Como parte de tu equipo de seguridad, unas cámaras han sido instaladas en tu apartamento y en el trabajo. A menos que las apagues, lo cual dudo mucho, la CUP ya sabe que hicimos el tango horizontal.
Rayos, Mina probablemente ha de haber hecho una apuesta de cuantas veces podrías hacer que me corriera.
— ¿Qué?— Su rugido esa vez sacudió definitivamente algunas ventanas. — ¿Me has estado espiando?
—Bueno, amigo, ¿No era de que lo que estábamos hablando?
—Olvidaste mencionar las cámaras.
—Lo siento. Ni siquiera se me ocurrió, como es el procedimiento estándar.
—Yo les diré el procedimiento estándar de traseros en el Tribunal de la Alianza Peluda.
—Los tribunales son los que establecen nuestras órdenes y protocolos, así que adelante. Sé un osito sobre esto. —Ella sacó la lengua y gruñó.
—Mujer, ¡ya estás poniendo a prueba mi paciencia! —Su cara de mal humor no la calmó, probablemente a causa de la locura de que la seguía acusando.
—Y tú me estás poniendo caliente. ¿Quieres follar cómo un conejo?
Su comentario lo desarmó por completo, y él parpadeó.
—Estás completa y totalmente loca. Sabes eso.
—Sí. Mi mamá dice que es porque me dejó caer sobre mi cabeza demasiadas veces cuando era bebé.
Los labios de Darien se movieron, después temblaron, después se abrieron mientras reía. Y se rió un poco más, con el fuerte sonido ruidoso y tan contagioso que ella se unió a él. Ella se volvió hacia él a horcajadas, y tiró de su camisa.
— ¿Qué estás haciendo?
—Tratar de desnudarte.
—Pero ¿Y las cámaras? —Protestó él.
Suspirando, se levantó y se despojó de su camisa. La usó para cubrir la cámara de la sala de estar.
— ¿Feliz ahora?
Sacudiendo la cabeza, y murmurando acerca de las conejas locas y sexys, Darien se despojó de su ropa para revelar su magnífico cuerpo. Ella se pegó a él, con el contacto piel con piel haciéndola estremecer deliciosamente.
— ¿Y ahora qué? —Preguntó él, entrelazando sus manos alrededor de su cuerpo.
—Ahora te acuestas. —Le encantaba la forma en que la atrapaba rápido. En un momento, él yació en el suelo y ella se encontró sentada sobre su pecho desnudo, sin embargo, bien peludo. Sonrió hacia él. —Perfecto. Sabes, siempre he querido rechinar sobre una alfombra de oso.
—Serena. —Él se estremeció.
— ¿Qué? Es verdad. —Ella le hizo cosquillas con los dedos por el torso, siguiendo las líneas abultadas de sus músculos y dando vueltas alrededor de sus pezones planos. Él se puso tenso bajo ella, con su cuerpo rígido, mientras trataba de controlar su deseo. Como si ella dejara que eso sucediera.
Amaba su capacidad de hacer a Darien olvidarse de sí mismo. Olvidar lo que ella era. En especial le encantaba la forma en que sus ojos brillaban y la miraban con una luz posesiva.
Pertenecer a un hombre como él, probablemente se sentiría muy, muy malditamente bien.
No tenía ninguna ilusión de que mientras la deseaba por ahora, finalmente su deseo fuera en decadencia, y recordara que los conejos y los osos no se mezclaban en su mundo por lo menos.
Pero justo en ese momento, desnudo y a sus pies, no eran más que un hombre y una mujer. Planeaba poner este hecho en buen uso. Ella se abalanzó para besarlo, con su intención volviéndose un abrazo completo, con la boca abierta, donde pasó la lengua por ella, tirando de ella a su boca para chuparla.
Un temblor atormentó su cuerpo, repitiéndose cuando sus manos tomaron sus nalgas y se las apretó, masajeando sus globos y haciéndola gemir. Ella se retorció sobre él, con la humedad de su hendidura haciéndola deslizarse sobre su vientre.
—Quiero probarte. —Gruñó él contra su boca.
— ¿Ahora mismo?
—He esperado suficiente tiempo. Sube tu dulce pastel aquí. —No esperó a que ella se moviera. Sólo utilizó su fuerza para arrastrarla hacia adelante hasta que estuvo a horcajadas en su rostro.
Y entonces, le mostró exactamente lo que los labios de un oso podían hacer.
Primero, la lamió con un golpe largo y húmedo que la hizo estremecerse, sobre todo porque la longitud de su lengua superaba todo lo que ella había conocido, lo que significaba cubrir una gran cantidad de carne a la vez. La punta de su lengua entonces hizo un círculo alrededor de su sexo, localizando sus labios y clítoris con una agilidad que la hizo gritar, y luego gritar más fuerte mientras él se adentraba a su vagina con una decadente puñalada de su lengua. Todo eso se sentía muy bien, pero ella se resistió en su rostro cuando sus labios se apoderaron de su clítoris... y lo torturaron.
Querido Dios. Nada en este mundo podría superar la sensación de sus labios decididos a volverla loca.
Serena se agarró de su pelo corto mientras montaba su boca, con el placer intenso de sus labios tirando y acariciando su pedazo de carne, haciéndola gemir agudamente en voz alta. Ella se destrozó, con su orgasmo golpeando fuerte y rápido mientras se sentía incapaz de contenerse, con el toque de su boca demasiado intenso para manejarlo.
Y el oso malo se echó a reír contra su sexo, con la vibración de la misma haciéndola maullar, y luego gritar de nuevo mientras él metía la lengua dentro de ella, rompiendo en ella como si fuera una golosina.
Construyó su tensión placentera como un refuerzo, sujetándola con sus manos cuando ella se habría venido abajo, con su boca devorándola hasta que jadeó suplicante.
—Por favor.
Él se apiadó de ella y deslizó su espalda por su cuerpo hasta que sobresalió por encima de su esforzado pene. Serena se sentó en él, revistiendo su longitud al momento en un fluido movimiento que hizo que sus caderas giraran y un gruñido  se le escapara. Ella por su parte, encontró alivio en tener finalmente algo de la correcta longitud y tamaño para apretar alrededor.
Con las manos extendidas sobre su pecho, ella se bajó en su contra, a cámara lenta, lánguida, de una forma de tortura en sí misma.
—Oh dulce Osa. —Jadeó él. —No te detengas.
Ella no lo hizo. Para su placer, la expresión de su rostro trascendió la felicidad que había tenido al comer. En realidad, nunca había visto a un hombre parecer tan absolutamente feliz, sexy y torturado a la vez.
Entonces abrió los ojos y la dejó sin aliento totalmente.
Olvídate de quitar la vista o cerrar los ojos. No podía. Tampoco quería hacerlo.
Sus manos se posaron sobre sus caderas y la ayudó a moverse contra él y sin romper esa conexión íntima, incluso al sentir su éxtasis acercarse al borde de nuevo. Ella mantuvo su mirada cruzada con la de él, preguntándose qué vería en sus ojos. Deseando lo que percibía en la suya. Necesitándolo. Adorándolo, con el hambre y la posesividad de su relación llevados más alto de lo que nunca había imaginado, y cuando ella cayó sobre él, en un clímax tembloroso que los unió, lo supo, en ese momento, supo que lo amaba. Sin esperanza, y tonta probablemente, no importaba.
Que el destino me ayude, lo amo.

EL OSO Y LA CONEJITA (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora