Black.

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Su sonrisa cínica no terminaba de convencerme, su mano extendida era la llave ofrecida sin esfuerzo, todo se veía tan fácil cuando en verdad no lo era.

El viaje fue corto pero el camino seguía siendo oscuro, conocía ese edificio y jamás lo había visto cómo estaba preparado en ese entonces. Vacío, a punto de la extinción, en búsqueda de la renovación inmediata. Lo único que quedaba eran varias computadoras acomodadas sobre distintos escritorios viejos y maltratados en la sala de empleados mayoritarios. Todas ellas se encontraban encendidas reproduciendo el mismo vídeo.

Trague saliva con dificultad.

Temblé al sentir su cuerpo rozar mi brazo, estaba tan cerca que temí abrir los ojos.

—No te acerques a Jonas Black. Mi querida Ellen, esa era tu única advertencia— susurró a mis espaldas.

No acerques a Jonas Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora