Ruber [Gay/Yaoi]

Capítulo 10 - Segunda parte

En un gesto completamente dulce y tierno, Ruber se escurrió rápidamente bajo las sábanas. Las blancas olas cubrieron su cuerpo al completo, y el delgado muchacho que se recostaba a mi lado pasó a ser una voluminosa y esponjosa oruga creada por colchas.

- ¿Y esto? – pregunté curioso acercándome al pequeño montículo que se había creado repentinamente en la cama.

- No lo sé. Mi corazón late demasiado rápido al mirarte.

- ¿Vergüenza? ¿A estas alturas? - volví a preguntar, esta vez tratando de contener la risa.

No recibí contestación verbal alguna, solamente un ligero movimiento en la rugosa montaña de sábanas.

- Sabes que nada de esto debería darte vergüenza, ¿verdad? – continué preguntando ante la ausencia de respuesta- Lo entiendo, es la primera vez que haces algo así y el contacto íntimo con otra persona puede ser muy complicado. Pero debes comprender que el sexo no es nada malo, de hecho, es algo completamente natural entre personas que se quieren.

Mis últimas palabras provocaron una nueva sacudida en la acolchonada oruga. En cuestión de unos pocos segundos, el albino rostro de Ruber apareció por una pequeña grieta creada entre las sábanas.

- ¿Personas que se quieren? -preguntó curioso en un bajo tono de voz.

Escuchar mis propias palabras en boca de otro hizo que fuera consciente de lo que realmente estas representaban. Aquella oración había nacido en mi de forma inconsciente y con el único objetivo de serenar las inquietudes de mi amante.

Era un adulto y era consciente, de propia mano, de que el sexo no era algo que únicamente inherente al amor. El sexo era, y es, algo complejo y muy variado. Recoge pasiones, deseos ocultos, anhelo de autosatisfacción, placer, diversión y el adictivo sentimiento de formar un solo ser junto con alguien más durante un corto periodo de tiempo que desearíamos fuese eterno.

Era curioso pensar cómo de todo aquel gigantesco abanico de emociones y posibles intenciones, mi subconsciente había escogido el amor. Aquellas palabras escupidas por mis labios como algo obvio, denotaban la presencia de sentimientos arraigados que ni si quiera yo había conseguido advertir.

Jurar nunca antes haber pensado en ello sería mentirme a mí mismo.

Los días de encierro en las salas de aislamiento habían resultados ser días inclementes. Yo y solo yo, en aquel cubículo, sin nada que hacer ni nadie con quien hablar. El tiempo me había dejado descubrir que, en aquella situación, no había mejor modo de entretenimiento que el de jugar con la mente.

Días de prolongado dialogo con mi yo más desconocido, habían sido suficientes para pensar detenidamente sobre una gran variedad de temas. Aquellas pequeñas ideas que en un día cotidiano se habrían perdido entre la gran maraña de pensamientos, pasaban a convertirse en el principal tema a debate. El aislamiento me llevó a cuestionar mis acciones y mi comportamiento en los últimos meses. Y pensándolo fríamente;

Había tirado a la basura mi proyecto de futuro. Mi vida. O al menos, lo que había considerado mi vida hasta aquel momento.

Las incansables horas de estudio y el sacrificio de mi vida social habían servido para clasificarme como el mejor alumno de mi promoción. Eso, sumado a las horas de laboratorio y a las relaciones con profesores y doctores, me habían permitido conseguir una plaza en el increíble proyecto confidencial de la firma farmacológica y de investigación más importante de todo el país e incluso del mundo, CALPs.

Durante las últimas dos décadas, el tema predominante en la comunidad científica había sido el descubrimiento de una nueva especie de humanos, cuyo ADN difería del Homo Sapiens común. Las variaciones de su DNA no se trataban de mutaciones o polimorfismos* puntuales, era cambios en secuencias genómicas* completas. Cambios que provocaban que esas personas tuvieran menos probabilidades de padecer las enfermedades más mortales a nivel mundial. Cambios que los hacían más resistentes a bacterias y virus. Cambios que provocaban nuevas combinaciones proteicas cuya función era desconocida.