siete

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Cus se sentó del otro lado de la mesa y Gowasu,se puso de pie para servirle una taza de té. Puso la taza delante de ella, ceremoniosamente,coloco la rebanada de limón dentro,vertió el té sobre ella y le acercó el azúcar para luego volver a su lugar. La ángel miró aquel líquido humeante. El arona del limón manaba de la taza en la que puso los dos cubos de azúcar,que fueron hasta el fondo y se disolvieron. La misma bebida,el mismo escenario,el mismo Gowasu,al menos en aspecto. Mucho tiempo había pasado desde la última vez que ambos estuvieron a solas,de esa forma. Realmente mucho,mucho tiempo.

Habían tantas cosas que decir,sin embargo,ninguno de los dos se anima a hacer una declaración. Estaban ahí sentados el uno frente al otro, en un silencio que no era incómodo,pero si algo distante. Tan cerca y con un abismo entre los dos que parecía amedrentar a ambos. Las miradas bajas,fijas en las tazas de té donde podían ver sus rostros a través del vapor.Se miraron y unos segundos después se sonrieron nerviosamente, para volver a apartar los ojos de quien tenían en frente.

-Es un bonito día ¿No le parece Supremo Kaiosama?-le preguntó Cus.

-Supremo kaiosama-repitió Gowasu, con una sonrisa melancólica y en voz muy baja.

-Ya no somos los mismos-le dijo Cus-en especial tú,Gowasu.

Oír su nombre en voz de ella, le hizo bajar un cosquilleo por la espalda,le acelero el corazón y le trajo ese recuerdo de un tiempo ido.Una visión borrosa de esa tarde de primavera bajo la sombra se aquel gran árbol en la parte posterior del templo.

Ella tenía el cabello suelto en aquel momento,aunque no recordaba el porque de eso y él estaba todo mojado,pues había caído a un estanque que solía haber en ese lugar,por intentar jugarle una broma a la ángel. Siempre le jugaba pequeñas bromas para hacerla reír,mas en esa oportunidad ella se la torció y el afectado fue él. Se peinaba el cabello con la mano tratando de no verde tan desaliñado,pues ella lo miraba con una expresión ligeramente distinta a la habitual,sus ojos estaban llenos de ternura y condescendencia.

-Estoy bien por si le interesa-le dijo Gowasu algo fastidiado y sentándose en la hierba para quitarse las botas.

Medio litro de agua salió de su calzado y lo derramo a su costado. Mientras lo hacía,ella se arrodilló tras él para rodearle el cuello con los brazos y derribarlo sobre su regazo y teniéndolo allí le dijo:

-Te amo,Gowasu...

El corazón casi se le sale por la garganta al oír eso. Desde su posición el rostro y cabello de Cus, quedaban contrastados con el verde follaje de ese árbol,por el que se filtraban los dorados rayos del sol.Todo eso le daba a ese dulce y amoroso ángel un aire más sublime,realsaba esa belleza tan cándida que tenía a los ojos de Gowasu,quien sólo quería decirle que él también la amaba,mas la advertencia que le hizo su maestro lo hizo callar y borrar esa sonrisa del rostro de Cus para siempre,porque sonreía después se ese día,mas nunca como cuando le dijo que lo amaba...

Mi última primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora