Tres

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Zamasu...Mentiría sino dijera que le había tomado mucho cariño.Un cariño que los humanos definirian como "paternal",un amor incondicional que pese a todo lo que presenció en el futuro,aun no moría. Lo extrañaba. Zamasu era callado, pero siempre estaba por ahí haciendo algo. Era curioso y también le gustaba siempre estar aprendiendo cosas nuevas. Era obediente,pese a que no estaba de acuerdo con todo lo que él  le enseñaba ¿Cuál fue el error que cometió con Zamasu? ¿Escogerlo? ¿Por qué lo escondió en primer lugar? ¿Qué vio en Zamasu? Se miró en ese espejo y obtuvo la respuesta. El motivo fue que Zamasu le recordaba a él de jóven. Si,él también había cuestionado la existencia de los humanos aún que no de la misma forma que su aprendiz y fue ella,quien le ayudó a comprender muchas cosas respecto a los mortales,de hecho así fue como empezó todo.

Cincuenta y ocho millones de años atrás.

Gowasu estaba limpiando el piso del templo. Era un trabajo pesado y que llevaba mucho tiempo.Pero era un castigo impuesto por el Supremo Kaiosama,su maestro,tras una declaración que hizo durante una visita a uno de los planetas con una especie joven.

La conducta de aquellos seres le resultó bastante deplorable,pues cazaban animal sólo para obtener sus huesos,sin siquiera usar la carne para alimentarse. Aquellas palabras que empleó para hacer ver su desaprobación a esa conducta, le costaron el sermón de su maestro y fregar pisos. Cumplía su castigo a regañadientes,molesto y de forma impaciente.

-Sólo dije que los humanos son seres sin respeto por su entorno, que los mundos estarían mejor sin ellos-decia o más bien gruñia mientras fregaba-No es que piense en destruirlos o algo así, pero...

-Eso que dices es muy triste -le dijo una dulce voz femenina.

Supo de inmediato de quien se trataba y que lo descubriera limpiando el piso,de rodillas mientras se expresaba de esa manera,lo hizo sentir bastante avergonzado. Se levantó casi de un salto,para saludarla y en el proceso término por tirar el balde de agua jabonosa, estropeando así el trabajo de horas. La cara la tenía roja a más no poder y se estaba sintiendo como un imbécil. Para colmo el dios de la destrucción, también estaba ahí. La ángel Cus soltó una pequeña risita,el hakaishin ignoro todo el asunto.

-Dile a tu maestro que tengo que hablar con él-le dijo el dios.

-En seguida señor-le dijo él,casi en un susurro.

Se dio la vuelta para entrar en busca del Supremo Kaiosama, cuando el agua tirada sobre las tablas le hizo caer de espaldas al suelo. Si antes se sintió avergonzado,en ese momento estaba humillado y lo peor es que todo pasó delante de ella. Tratando de mantener la compostura ingreso al lugar. Su maestro le dijo que más le valía haber terminado de limpiar los pisos o tendría un nuevo castigo. Gowasu no respondió ¿Para qué? si al abrir esa puerta había un desastre imposible de esconder,mas par su sorpresa el corredor estaba impecable.

-Hiciste un buen trabajo,Gowasu-le dijo el Supremo Kaiosama- Ahora por favor,traenos un poco de té.

-Si...-musitó y se dió la vuelta, pero justo antes de hacerlo vio como la ángel Cus le guiñaba un ojo.

Mi última primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora