5. Órdenes que no iban a ser cumplidas.

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Skyler ya había visto pasar de largo la calle en la que vivía. Estuvo a punto de preguntar a su tío Frank por qué no había girado y se había dirigido a su casa, entonces cayó en la cuenta de que quizá le tuvieran preparada una sorpresa. Intentó disimular la felicidad que sentía en aquel momento, no quería chafarles nada. También lo sospechó ya que ninguno de sus tíos decía una sola palabra, esos mismos que hablaban hasta cuando estaban dormidos. Lauren miraba de vez en cuando a su prima y cuando se daba cuenta de que lo hacía, dirigía la vista rápidamente hacia la ventanilla, algo que además le pareció sospechoso a Skyler

Dejó llevar su imaginación un poco más. Dedujo que Sam habría llegado tardea la exhibición porque querría asegurarse de que todo-fuera lo que fuera que le habían preparado-quedara a pedir de boca. Sam siempre era muy perfeccionista, a su manera. Se preguntó qué tendrían hecho y quién hubría participado. No pudo evitar sonreír, asique, para que su prima no la viera y dudara algo, miró por la ventanilla.

La sonrisa que tenía dibujada se borró, palideció por completo y se tensó. Sin dudarlo un momento, dirigió la mirada a su prima en busca de respuestas, pero esta la rehuyó. Ni siquiera le salía la voz para preguntarles a sus tíos por qué estaban situando su coche en el aparcamiento del hospital.

La misma Sophie le abrió la puerta para que bajara. Skyler vacilante lo hizo, y les siguió hasta la entrada.

Mientras caminaban hacia uno de los ascensores, esperándose lo peor, la chica obtuvo fuerzas para hablar:

-¿Dónde está mi padre?

Pensando las palabras que iba a soltar, Frank entró en el ascensor junto con el resto de su familia, y miró a su sobrina:

-Está arriba, nos está esperando.

-¿Está bien?

El hombre sólo asintió, y esquivó la mirada de Skyler orientándola al número de la planta en la que estaban.

Una vez que salieron del ascensor, que a Skyler ya le comenzaba a agobiar, anduvieron apenas unos pasos antes de encontrarse con su padre y su hermano. La chica se encaminó a paso ligero hacia ellos y les abrazó, sin saber exactamente por qué, pero necesitaba hacerlo.

-Papá, ¿qué pasa? ¿Qué hacemos aquí?

Skyler no se fijó al principio en la gente que había allí, todos tenían los ojos hinchados seguramente de llorar, y miraban hacia el suelo susurrando algo que sólo ellos podían entender. Entonces allí, delante de una puerta con las iniciales de Unidad de Cuidados Críticos, vio a los señores Freiheit abrazados. Cole abrazaba sin ninguna expresión a una hundida y llorosa Sussane. Cole literalmente asustaba, esa expresión suya tan seria y formal, tan bien definida, había desaparecido para no mostrar nada. Absolutamente nada. Su mujer era emoción pura, un permanente llanto la agotaba.

Fue en ese momento cuando Skyler se dio cuenta de lo que pasaba. Por qué la habían traído allí. Por qué nadie decía nada. Por qué no había visto a Sam entre los asientos.

Sin pararse a meditar, corrió hacia la puerta de Cuidados Críticos y pasó a través de ella. Se encontró en una sala con tantas camillas que le parecían infinitas, gente en bata por todas partes. No podía concentrarse en otra cosa que no fuera en encontrar a Sam. Y le vio. Tumbado y entubado, con heridas de colores tan fuertes que contrastaban con el pálido color de su piel. Verlo en ese estado le puso enferma, no podía creerse cómo le tenían de esa manera, cómo su Sam podía ser tratado así. Si él fuera consciente, estaba segura de que no lo consentiría.

Un médico se paró frente a Skyler, quitándole la visión de Sam:

-Oiga señorita, no puede estar aquí.

Ella ni siquiera le entendió, salió corriendo esquivándole, dirigiéndose al sitio donde su novio estaba tumbado-pensando que estaba siendo atendido-para ver lo que no podía haberse imaginado nunca. Una enfermera con mascarilla en la boca le comenzó a quitar a Sam todos los tubos que tenía en la boca y otros en la muñeca. Sam tenía el pecho descubierto, y en él, unas marcas causadas por el uso de desfibriladores. Cuando la médico hubo terminado de quitarle todos los aparatos a los que Sam estaba conectado, cogió la manta que le tapaba medio cuerpo, y muy lentamente le tapó por completo, sin dejar ver incluso su cara.

A esto Skyler se ensombreció, perdió por completo la razón y sintió que se ahogaba. Corrió hasta donde la camilla del chico se encontraba:

-¿Qué está haciendo? No puede hacerle esto.-le dijo a la enfermera con voz débil. Incluso hablar le desgarraba por dentro.

Volvió a escuchar como el mismo médico de antes le impedía la entrada a alguien, pero no quiso atender a ello. Se inclinó, con distancia, a la camilla de su novio y susurró aguantando el llanto:

-¿Sam?-las primeras lágrimas comenzaron a caer-Sam. Sam despierta.

Nadie atendía, ni siquiera podía ver a quién le hablaba.

-Sammy, por favor.-el hilo de voz iba desapareciendo.

Sentía que las piernas le fallaban, la visión se le nubló, y unos brazos fuertes evitaron que se desplomara. Pudo reconocer a su hermano, el olor de James se diferenciaba con el denso y pesado olor del hospital. Se apoyó en ellos perdiendo la fuerza de su cuerpo, pero recuperando la de su voz:

-¡Sam! ¡Vamos Sam! ¡Esto no es gracioso, joder! ¡Despiértate!

Desde fuera de la sala, donde los Hoffen y los Freiheit se encontraban, esos gritos se clavaban como cuchillas. Hacía daño en los oídos y era insoportable. Todos allí sabían que eran órdenes que no iban a ser cumplidas. Sussane lloraba en silencio entendiendo qué significaban esos gritos, mientras su marido seguía inmerso en otro sitio del que no era capaz de volver. Los extraños les miraban, y de alguna manera, a pesar de que ellos también lo estaban pasando mal, se compadecieron de ellos.

James sacó a rastras a su hermana de allí, sin poder guardarse las lágrimas ante aquel contagioso dolor. Una vez allí, Skyler los examinó uno a uno, sosteniéndose ella sola. Buscaba algo, fuera lo que fuera, que le indicará que todo era un mal sueño. Pero se sentía muy real, una presión tan fuerte en el pecho no podía pertenecer a un simple sueño.

Vencida, se dejó caer en una de las sillas pegadas en la pared, y un señor de tez morena vestido de tal manera que indicaba que trabajaba allí, llegó para dar la falta noticia.

Sammuel Freiheit había fallecido.

¿Sam? . De Zoella IthierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora