7. Subidas y bajadas, así era.

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Miró en el espejo a una chica vestida de negro y un gran contraste blanco en su piel. Su amiga Payton consiguió que no pareciera una enferma gracias a la magia del maquillaje. Skyler estaba sentada frente a su tocador mientras la chica rubia no dejaba de dar vueltas a su alrededor, ella tenía la mirada perdida en los ojos de esa chica muda del espejo.

-Payton-logró decir con una ronca voz.

Payton paró en seco y al segundo continuó con su trabajo intentando que no se notara la sorpresa que le daba que Skyler hablara.

-Dime, cielo.

La chica que estaba sentada tragó saliva y miró con ojos brillantes a su amiga a través del espejo.

-He soñado con él.-Payton evitó mirar a su amiga, no podría contener la tristeza-Soñé que…que seguía con nosotros, de alguna manera, y no le veía pero podía sentirle.

El silencio volvió a asentarse en la habitación, Payton acabó con su amiga. La dejó decentemente dispuesta a salir en público. Las dos vestían negros vestidos y se preparaban para darle la última despedida a Sam.

Skyler seguía pensando que no había sido todo un mero sueño. Confiaba en que él continuara con ella, aunque fuera en forma de ánima.

Ni siquiera se había dado cuenta de que ya habían llegado al lugar donde todos descansaban en paz. Bajó del coche y el sol pegó muy fuerte. ‘‘¿Cómo puede hacer un tiempo como este en un día como hoy?’’ Se enfadó seriamente con el día tan soleado que hacía.

Payton la cogió de la mano, y James las acompañaba. Los padres de los hermanos iban justo detrás. Skyler pudo distinguirlos a todos, los Freiheit, Connor y su madre, Zac y el resto del grupo, incluso Josh… Skyler se encontró con los brillantes ojos verdes de Connor, que iba en una silla de ruedas con su pierna en alto. Sussane y su marido se acercaron a saludar, y todos les dieron el pésame y pronunciaron alguna palabra, excepto Skyler. La mujer rubia de pelo teñido se acercó a la chica y le entregó una rosa:

-Sussane… -Skyler alzó la vista y las dos mujeres se encontraron con un hueco vacío.

Ambas se abrazaron y se apretaron lo más fuerte que pudieron. Todos en el día de hoy se mostraban de lo más cariñosos, incluido Josh y sus amigos. Skyler se acercó a Connor, pero no se dijeron nada, tan sólo se aferró a la silla de ruedas. En verdad no le conocía tanto, pero el amor que Sam transmitía de él, le provocaba una admiración extraña.

La ceremonia comenzó, el hombre que la dirigía hablaba de una forma tan suave que reconfortó un poco a todos, pero hizo algo chocante que fue el contraste del silencio que dejó tras hablar, en ese momento Connor habló:

-Aún no puedo creerlo.-Sussane le miró agradecida y abrazada a su rosa escuchó con los ojos cerrados.-Todos sabemos que si llegabas a toparte con él, se hacía alguien del que no te olvidabas fácilmente.-dirigió una mirada a todos y tomo aire para poder seguir hablando- Y si…llegabas a conocerle, se hacía alguien indispensable.-con la manga de su sudadera se limpio una lágrima que le asomaba-Lo peor es que me voy a quedar con las ganas de que me tire por la cuesta más empinada con la silla de ruedas.-en todas las caras salió una sonrisa, y alguno dejo escapar una leve carcajada, entre ellos Skyler.-No puedo hacerlo sólo, si mi hermano no está, ¿quién va a levantarme cómo él hace?-los presentes se encontraron mirando a un punto fijo, incluido el ceremoniero.-Aún no me creo que se haya ido.

-No poder ver esa sonrisa otra vez.-habló está vez una chica del grupo de los amigos de Sam.

Skyler no pudo aguantar más las lágrimas, pero quería decir algo también, sólo necesitaba un momento, por suerte su mejor amiga se lo dio.

-Apenas le conocía pero…me trataba genial. Incluso fue a cantarle las cuarenta a mi ex novio.-todos volvieron a sonreír.

-Yo le conocí de una extraña manera pero… yo tampoco puedo, ni quiero creerlo.-comentó Josh.

-Sam es… único.-comenzó al fin Skyler, evitando las miradas.-Tiene una extraña visión de la vida, ¡es como un niño pequeño!-rió y se limpió la cara.-Se preocupa de que todo esté bien, y siempre consigue enseñarte algo nuevo cada día, sin quererlo. Y tú sin darte cuenta empezabas a darle tiempo de tu tiempo, de tu pensamiento, tu vida, y finalmente una parte de ti… Y se la ha quedado, por eso nos sentimos así. Si pudiera decirnos algo más seguro que sería que dejáramos de llorar y le trajéramos la moto para ser el más guay de donde sea que este.-una sonrisa débil volvió a repartirse entre la gente.

El silencio volvió a hacerse y el ceremoniero comenzó a hablar de nuevo, y les permitió echar en el nuevo hogar de Sam las rosas. Skyler llevó hasta el agujero a Connor y ambos dejaron caer la flor. En ese momento los dos decidieron quedarse, como si se leyeran la mente así hicieron.

Ya no se podía ver el ataúd cubierto por la tierra, sólo se podía ver su losa: ‘‘Vivió poco, pero vivió a su gusto haciendo su paso por el mundo eterno’’

El sol se estaba poniendo, el cielo naranja avisaba a los muchachos a los que las horas se les pasaban que era hora de volver a casa.

De nuevo los ojos de Skyler se humedecieron:

-No puedo dejarle sólo, Connor.

Connor alzó la vista hacia la chica y luego volvió a posar su mirada sobre la tierra removida.

-Sabes que no le gustaba estar sólo, le daba apuro.-continuó ella.-Y la oscuridad…- se interrumpió con un sollozo.- La teme, Connor, tiende miedo a la oscuridad.

Los chicos se miraron y se agarraron de la mano dejando fluir su pena.

-Yo no quiero que me deje sólo.-habló él.

Skyler sorprendida miró a Connor, y se compadeció de él. Sam le tenía como un hermano pequeño, ¿quién le cuidaría como Sam? Pensó que ahora mismo necesitaría a un Sam. Le cogió la mano y le miró con ternura:

-No estás sólo.

Tras un largo y duro momento para recuperarse, volvieron a casa andando y en silencio. Las calles estaban vacías, como si el mundo quisiera dejarles solos y tranquilos. La velocidad de la silla de ruedas aumentó a causa de una leve pero larga cuesta en una carretera solitaria e iluminada por luces. La chica paró en seco llamando la atención del rubio, que la miró sabiendo exactamente por qué había parado. Dejó las manos cerca de las ruedas y del freno manual, ella se subió con cuidado a la silla de ruedas y se dejaron caer. La velocidad fue aumentando y el viento les acariciaba la cara y hacia volar sus pelos. Los dos comenzaron a reír, aunque no corrían peligro el corazón de Skyler latía muy rápido, no solía hacer estas cosas, era cosa de Sam.

Subidas y bajadas, así es Sam. Era.

¿Sam? . De Zoella IthierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora