8. Es sólo Sam

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-...esta medusa se encuentra mayoritariamente en aguas australianas. Bien, una vez terminada la explicación de la Chironex fleckeri, vayamos al siguiente acuario donde podemos encontrar...-el profesor y los alumnos se van a la siguiente pecera, pero yo me quedo un rato.

Examino con curiosidad a la avispa de mar. Es preciosa, digna de admirar y respetar. Los chicos de atrás no dejan de comportarse como críos, y eso que son un curso mayor que yo. Por qué no se van con el profesor y me dejan en paz. Dejo mi mochila en el suelo y saco mi cuaderno y un carboncillo para dibujar y los chicos parecen haberse marchado junto con sus molestas risas.

-Es muy bonita eh.

A mi lado uno de los chicos me habla. Es moreno y bastante alto. Al ver que no contesto, gira su cara hacia mí. Entonces es cuando veo sus ojos azules, casi el mismo azul que el agua del acuario. Mantiene una sonrisa que yo no comparto.

-Bonita sí.-digo, apenas sin comprender por qué le estoy hablando si hace un minuto deseaba que se alejara todo lo posible de mí-Y también venenosa.

El chico, con las manos en los bolsillos me miró asombrado:

-¿Mucho?

Sonrío ante la ignorancia del moreno. Si hubiera estado atento a la explicación del profesor lo habría sabido.

-La más venenosa del mundo.-vuelve su mirada al acuario.-Cuanto más vieja es, más venenosa. Con tan sólo rozar a un hombre adulto, tras varios síntomas, el hombre muere por una embolia cardiaca.

Me doy cuenta de que me he quedado absorta mirando a la medusa y explicando lo que sé de ella. Supongo que así es como se sentirán los profesores. Sin sentirse avergonzados claro... Guardo mi cuaderno y carboncillo, debería volver ya antes de que el profesor se dé cuenta de que no estoy.

-Bella y mortífera.-el chico se balancea sobre sus pies mirando las medusas del acuario.-Debe ser horrible que nadie se te pueda acercar, dañar a todo el mundo, ¿sabes?

Sonrío de nuevo y le miro de arriba abajo. Se hace tan mayor y parece un niño. Aunque sí intimida un poco.

-En verdad sí hay quien se le acerque.-capto de nuevo su atención.-Por ejemplo las tortugas marinas, su veneno no les afecta.

-Me consuela que tenga amigas.

Río fuerte.

-No son muy amigas, las tortugas pueden alimentarse de ellas.

-¡Vaya ironía!-dice haciendo un movimiento con los brazos.

Reímos ambos ante la presencia de las medusas.

-Me llamo Sam.-el chico me tiende la mano y puedo observar mejor su cara, que no me atrevía a mirar. También al sacar la mano del bolsillo veo que está repleta de tatuajes.

-Skyler.-le acepto la mano.

No sé cómo explicar esto. Es una extraña sensación, como si sus dedos fuesen tentáculos de medusa y me afectara al aparato locomotor y nervioso, porque estoy completamente paralizada. Vaya metáforas que escojo...

-Freiheit, Hoffen, volved con la clase inmediatamente.-grita el profesor, que ya había explicado el acuario y quería moverse a otro.

Juntos lo seguimos, y Sam prefiere atender a mis explicaciones que a las del profesor. Según él, yo lo hago mucho más interesante, a pesar de que me deje muchos datos. Pero me hace sentir importante. Le hablo muy bajo y cerca de su oído para que sea capaz de escucharme. Puedo percibir su olor cada vez que me acerco, y me distrae. Noto un cosquilleo en el estómago y me dan escalofríos que me erizan la piel. Él en cambio se muestra  concentrado atendiendo a cada palabra que le digo.

Poco a poco me doy cuenta de como algunas chicas comienzan a mirarnos y cuchichear, y no precisamente con cara de cotilleo, sino con cara de asco. No me gusta ser de ese tipo de chicas, esas de las que todo el mundo habla y se va con chicos como Sam. Por eso cada vez le cuento menos, hasta que no le digo nada y prefiero atender yo. Cada uno se junta de nuevo con su grupo de amigos sin volverse a hablar ni a mirar. Excepto al llegar de vuelta al instituto, junto antes de subir al coche de James, juro que me mira y se despide con una sonrisa. No logró evitar devolverle la sonrisa, asique subo cuanto antes al coche.

-Qué tal la excursión, ¿Has conocido algo nuevo?-pregunta mi hermano arrancando el coche.

-Sí, se podría decir que sí.-sonrío para mí y me quito el pensamiento de felicidad la cabeza.

No puede pasar. Necesitaría aprobar biología y prefería escuchar tus fáciles y cortas explicaciones que las largas charlas del profesor, por eso se mostró amable contigo. ¡Y deja de darle vueltas! Es sólo un chico. Es sólo Sam.

¿Sam? . De Zoella IthierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora