2. Venganza.

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La alarma sonó por segunda vez. Skyler estiró el brazo y torpemente calló a la alarma que le avisaba de que si seguía durmiendo llegaría tarde. Se tapó entera con la manta y finalmente se levantó. Cogió su móvil que se estaba cargando y puso música a un volumen decente. Se posicionó frente al armario, sus puertas eran espejos, y se hizo una coleta antes de bajar a desayunar. Por el pasillo se encontró a su hermano mayor lavándose los dientes mientras se ponía unos vaqueros, aquello era muy común durante las mañanas en la casa de los Hoffen.  James actuaba cada mañana como si sólo le quedaran cinco minutos para salir de casa, lo hacía todo con una prisa irracional, y lo más increíble es que casi siempre llegaba tarde a clase. Skyler nunca preguntó, supuso que iría con sus amigos y se entretendrían haciendo cosas, como le solía pasar a Sam.

-Buenos días, James-dijo Sky intentando esquivarle mientras el daba saltitos descontroladamente.

A penas se entendió lo que James dijo, pero Skyler supuso que era otro buenos días. Bajó las escaleras abriendo una pequeña verja que había para que Badger, su pastor caucásico, no subiera al piso de arriba, ya que aunque era un cachorro aún, era un perro inmenso. En cuanto Badger escucho el sonidito de la verja, fue corriendo a comprobar cuál de sus dueños había bajado. Llegó corriendo al encuentro de Skyler y esta lo abrazó y acarició mientras procuraba no caerse por la fuerza que tenía su perro.

Continúo seguida de Badger hasta la cocina, donde su padre tomaba el café mientras escuchaba la radio. Skyler se acercó por detrás de su padre y le beso la mejilla:

-Qué guapo estás hoy, papi.

Su padre se sobresaltó, cuando descubrió que se trataba de su hija, acarició con ternura su mejilla.

-Buenos días, mi chiquitina.

Skyler se sirvió un poco de leche de soja, cada vez que tomaba leche animal decía encontrarse mal, pero toleraba perfectamente sus derivados. Quizá fuera alguna manía, pero su padre se la permitía. También desayunó una tostada untada de mermelada de frutas rojas.

James bajó a toda prisa las escaleras y saltó la vallita de Badger, este ladró persiguiéndole. James cogió su mochila dispuesto a marcharse:

-Hijo, te olvidas el stick-avisó Clark.

-¡Cierto!-el chico dio media vuelta y cogió su stick de hockey para luego salir escopetado por la puerta.

-Tu hermano algún día se olvidará hasta de donde vive, te lo digo yo, y ese día haremos una fiesta-terminó Clark provocándole una risa a su hija, y luego volvió a concentrarse en los cortos anuncios de la radio.

James jugaba en el equipo de hockey sobre hielo del instituto. Una universidad le había aceptado y dado una beca tras hacerle unas pruebas. En cuanto fueron a ver un partido del equipo se fijaron en él y le ficharon. Hubo otra universidad que se interesó por él, pero le pedían algo más de nota de estudios de la que podía conseguir. James era un estudiante medio, pero en hockey era una auténtica estrella. Clark y él veían cercana esa posibilidad de que pudiera llegar a jugar profesionalmente y ganarse la vida con ello, y como no su padre estaba más que orgulloso. Skyler también se alegraba mucho por su hermano, iba a todos los partidos que podía, y lo pasaba realmente mal cuando todo se volvía más agresivo de lo normal. Incluso Sam alguna vez había ido a verle jugar.

¿Sam? . De Zoella IthierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora